Eso de que a los hombres les cuesta expresar sus sentimientos no es un invento ni una técnica para “irse de rositas” cuando les conviene. Va mucho más allá de un estereotipo y este psicólogo nos explica por qué.
Hay días que se te hacen bola, estás frustrado y te gustaría gritar a los cuatro vientos todo lo que sientes, pero luego te das cuenta que quizás eres de esos hombres a los que, simplemente, les cuesta más expresar sus sentimientos. Por eso (una vez más), te lo guardas para ti y sigues pensando que es lo normal. ¡Hecha la ley, hecha la trampa! Sí, amigos. Los estereotipos de género han hecho mucho daño. Tanto que, ahora, decir “te quiero”, “lo siento” o “estoy mal” es como quitarse un peso de encima. Uno tan grande como el de Atlas, que vive sujetando eternamente el mundo a sus espaldas. Y es con esta metáfora que utiliza Daniel Pérez, psicólogo general sanitario, con la que arrancamos una sesión de terapia que viene a derribar mitos, a contar verdades y sobre todo a ayudar a expresarnos ¡más y mejor!
¿Es habitual que haya hombres a los que les cuesta expresar sus sentimientos?
Hoy en día parece que todo el mundo va a terapia. ¡Eso es así! Está tan de moda que incluso “es raro” cuando ocurre lo contrario. Pero aunque cada vez sea más trendy, si a los hombres realmente les cuesta expresar sus sentimientos, ¿al menos lo hacen con los psicólogos? Pérez nos cuenta que “es menos frecuente encontrar a hombres en terapia que a mujeres”. Y esta es, según el experto, “la primera señal de lo complicado que encuentra el género masculino expresar sus sentimientos, pedir ayuda o mostrarse vulnerable”.
Cuando acuden a terapia, lo suelen hacer por temas de trabajo, de la pareja o de su estado de ánimo. “Pero lo que se busca es la solución a un problema y no tanto una mejora de su gestión emocional”. ¿Y a qué se debe esto? ¿Por qué les cuesta tanto expresarse? Pérez nos cuenta que gran parte de esta responsabilidad la tienen realmente los estereotipos de género. Por parte de la sociedad existen unas expectativas de comportamiento y esto lo vemos tanto en hombre como en mujeres.
¿Cómo influyen (realmente) los estereotipos de género?
“Se ha asociado lo masculino a lo fuerte, valiente, competitivo y proveedor. Y lo femenino a lo sensible, delicado, bello y cuidador”. ¿Cómo no va a existir así una presión para que los hombres cumplan con todos esos atributos? ¡Y no solo eso! Sino que además deben alejarse al máximo de los que se designan para ellas (no vaya a ser que no les den la medalla al más machote).
Además, si nos vamos a factores como la orientación sexual y el contexto sociocultural, esto también “dificulta que los hombres aprendan a expresarse emocionalmente y se sientan cómodos haciéndolo en público”, explica nuestro psicólogo. “Es mayor la carga de género para los hombres heterosexuales y también para aquellos que viven en sociedades rurales y países menos desarrollados”.
¿El feminismo está ayudando a que más hombres puedan expresarse emocionalmente?
“Creo que cada vez es más habitual ver a hombres entendiendo sus emociones y atendiéndolas, pero sigue siendo algo infrecuente”. Pérez explica que, aunque vivamos en un mundo hiperconectado, el avance tiene que ver más con los movimientos sociales que han ido cobrando fuerza en los últimos años. “Como el feminismo, la deconstrucción de género y la normalización de la terapia psicológica”.
El experto lo tiene clarísimo: “cuanto más se normaliza hablar de salud mental, más personas se dan permiso para pedir ayuda en estos temas”. ¡Y eso es un dato esperanzador! El experto también nos cuenta que además de todo esto, “van surgiendo grupos de hombres que deciden construir nuevas masculinidades, buscando una expresión de género cómoda” para sí mismos, sin tener que reproducir los estereotipos que la sociedad les asocia.
¿Por qué a los hombres les cuesta abrirse sobre ciertos temas?
No es que no quieran sino que “desde pequeños se les ha educado para no hacerlo”. Pérez explica que es muy frecuente que hombres jóvenes escuchen cosas como que “llorar es de nenazas”, o que “no hay que ser blando” y esto castra desde muy temprano los intentos de expresión emocional. Aquí hablamos del equivalente masculino a la educación en “feminidad”, cuidados y delicadeza que se ha inculcado históricamente a las mujeres.
¿Pero tiene esto que ver con nuestra parte más biológica? ¿Los hombres nacen o se hacen así? “Hay numerosos casos de animales macho haciendo demostraciones de poder y adoptando roles agresivos o territoriales e intentando inhibir muestras de debilidad”. Pero el experto dice que a día de hoy no tiene ningún sentido comparar nuestro comportamiento con el de los animales, ya que al final “vivimos un proceso de socialización que nos condiciona y también facilita nuestra convivencia”.
¿Cómo afecta el ideal de “tipo duro” a la expresión emocional?
Existe la idea (y esto es algo innegable) de que ser un hombre fuerte, implacable, bulletproof y que se encarga de todo es lo más atractivo que puede haber. Ah, pero eso sí, “que tenga su corazoncito”. ¿Cuántas veces hemos oído esto? ¿Es esta idea la que no hace ningún bien a los hombres que no quieren ser lo que la sociedad quieren que sean? (Que se entienda el trabalenguas).
“La sociedad ha ido modulando lo atractivo a lo largo de los años. Desde las Venus paleolíticas, y antes incluso, hasta la actualidad ha ido variando el concepto de belleza y las características que la definían. Lo mismo ha ocurrido con la atracción hacia el género masculino y sus comportamientos”, señala nuestro experto. Por eso, “existen características de personalidad que pueden ser percibidas en algunas ocasiones como deseables tanto por el género femenino, convirtiéndolas en indicativos de éxito reproductivo, como para el género masculino, convirtiéndolas en indicativos de éxito social y poder”.
No hay más que ver a los principales protagonistas de la gran pantalla. Y es que, como bien dice Daniel Pérez, “los estereotipos de género y su legitimación en el cine o la literatura han ido definiendo qué elementos tenían en común los grandes hombres y eso se ha convertido en objeto de deseo”.
¿Qué es la alexitimia masculina normativa y cómo abordar este fenómeno desde la psicología?
Hay hombres a los que les cuesta expresar sus sentimientos, pero hay otros que sencillamente no pueden. “La alexitimia se refiere a la dificultad generalizada de los hombres para reconocer, entender o gestionar emociones propias o ajenas”. Y se debe a la incapacidad para identificarlas, describirlas o regularlas, nos cuenta el experto. ¿Pero qué hacer en estos casos? ¿Tiene solución? “Es necesario un proceso de reaprendizaje, en el cual se toma conciencia de la existencia de emociones, su correlación con eventos diarios y su manifestación psicofisiológica”.
Pérez explica que la idea aquí sería ir entrenando a la persona en regular dichas emociones, en lugar de solucionarlas o eliminarlas. ¿Algunas técnicas? “Actividades como la respiración, la relajación, el deporte, la escritura, la expresión artística, el llanto, el contacto físico o la meditación” pueden ayudar a encaminar el asunto.
¿Qué consecuencias tiene guardarse constantemente los sentimientos para uno mismo?
Nuestro psicólogo nos pone aquí la metáfora de la olla a presión. La utiliza mucho en consulta y le ayuda a ilustrar “cómo la introducción constante de presión en un recipiente sin válvulas de escape, genera un aumento de la carga que termina explotando”. Vamos, que si te estás guardando todo el rato cosas para ti, sin compartirlas y llevando tú solo la carga de tus preocupaciones, llegará un día en que eso explote y será más complicado de gestionar. “Si a los hombres únicamente se les permite expresar su emoción con un fallecimiento o un resultado deportivo es esperable que aprovechen esos momentos para soltar todo lo acumulado”, comenta Pérez.
Además, el experto añade que si no tienen espacios para sentirse seguros (y no juzgados) si lloran o si simplemente no pueden con todo (más allá de su pareja o amistades), “vivir se puede asemejar con el castigo de Atlas: sujetar eternamente el peso del mundo a sus espaldas”. Una represión emocional constante que incluso da lugar a una canción de Arde Bogotá, nos cuenta nuestro psicólogo, mostrándonos que es un problema muy actual, de aquí y de ahora. “Tan machos, tan despiadados y nunca lo decimos: ¡qué vida tan dura!”, dice la letra.
¿Qué debo hacer si no sé expresarme emocionalmente?
Una vez entendido el problema, necesitamos herramientas para averiguar qué pueden hacer los hombres si les cuesta expresar sus sentimientos. ¿Cómo puede uno abrirse al resto? Pérez entra en la parte más teórica de la terapia y nos habla del modelo de Mayer y Salovey sobre inteligencia emocional, que consta de 4 pasos. “El primer paso es tener claro tú mismo qué estás sintiendo”, dice el experto. Aquí propone herramientas como el medidor emocional de Ruler, que ayuda a identificar si la emoción implica una alta o baja energía y si es agradable o desagradable para nosotros. El objetivo, a partir de ahí, es “ir aumentando el vocabulario emocional para identificar las distintas emociones en uno mismo y en otros”.
El segundo paso es entender por qué nos estamos sintiendo así. Ojo porque “no hay emociones positivas ni negativas, sino aquellas que nos resultan más agradables o menos”, puntualiza. ¡Toda emoción nos está informando de algo! Por eso, una vez sabemos qué sentimos y por qué, llega el momento de gestionarlo. ¿Y cuál es la clave aquí? “La habilidad de volver a sentir calma tras experimentar una emoción es uno de los mayores pasos de la gestión emocional sana”. Y tras haber dominado todas las etapas, solo quedaría aprender a utilizar estos consejos en el día a día. Y fomentar ciertos estados emocionales para que nos ayuden a seguir enfrentándonos a las distintas situaciones, señala el experto.
¿Cómo se pueden gestionar este tipo de problemas si estamos en pareja?
Imagina que te cuesta expresar tus sentimientos y tu pareja es todo lo contrario en ese sentido. ¿Qué pasaría con la comunicación? ¿Es acaso una relación incompatible? Para empezar, Pérez nos cuenta algo muy interesante. Y es que “no siempre es bueno externalizar absolutamente todo, al igual que tampoco lo es callarse y nunca comunicar lo que estás sintiendo”. Es fundamental un esfuerzo activo por ambas partes, por lo que nos da aquí tres pautas clave. “La intención de mejorar, los acuerdos entre los miembros de la pareja y la paciencia para ver cambios”. Ese es ¡el triplete de la victoria!
Y si todavía estás un poco perdido, es normal no saber cómo gestionar las cosas cuando nadie te ha enseñado a hacerlo. Si eres uno de esos hombres a los que le cuesta expresar sus sentimientos, lo mejor que puedes hacer, según nuestro experto, es “no recorrer el camino solo”.