Si tu pareja te hace sentir mal, ¿es motivo de ruptura? ¿Se puede convivir con alguien así? ¿Hay solución? Acudimos a terapia para conocer más sobre un problema que quizás tiene mucha más tela que cortar de la que se ve a simple vista y esta terapeuta de pareja nos explica los motivos.
Dicen que el amor es ciego, pero si lo único que ves es que tu pareja te hace sentir mal, no te gustan las dinámicas que tenéis o no estás a gusto en la relación, quizás es momento de tratar esa miopía idealizada y enfrentarte al problema en cuestión: ¿tienes realmente una relación sana?
Mi pareja me hace sentir mal: ¿un tema frecuente en terapia?
Cogemos cita con Marta Ortega Otero, Doctora en Psicología, Sexóloga y Terapeuta de Pareja, que nos cuenta más sobre el tema. La experta empieza comentando que si bien es cierto que hay personas que pueden sufrir por el comportamiento de sus parejas, no parece que sean demasiadas las que consultan sobre ello. Al menos en terapia, porque parece que con Dr. Google es distinto. Algo que resulta bastante preocupante.
“Es más frecuente, por lo menos en mi experiencia, que el motivo de consulta sea otro. Y, a medida que se avanza en el proceso terapéutico, toman conciencia de ciertas conductas que son dañinas y perjudiciales”. Siendo esto algo frecuente, sobre todo, en aquellas relaciones en las que estas conductas son más bien sutiles, comparadas con las clásicas que etiquetamos como “tóxicas”. Estas actitudes van saliendo poco a poco a la luz según se tratan con los profesionales, pero hay que partir de que cada persona es un mundo y cada relación también.
¿Qué conductas de mi pareja me hacen sentir mal?
Es completamente normal sentir que algo no va del todo bien en la relación, sobre todo si hay actitudes que nos molestan o nos afectan. El problema viene cuando empezamos a normalizarlas porque “nadie es perfecto”. Y al final lo que conseguimos es que no nos damos cuenta de que son realmente dañinas. Sí, sí, es muy fácil saber identificarlo en los demás, en los realities, en las parejas de tus amigos. Sin embargo, cuando se trata de vosotros, de ti, es distinto. “Está pasando por una mala racha”, “lo hace por mi bien”, “no somos del todo compatibles”. Hay muchas conductas que pasamos por alto y no nos salta el red flag, pero cuando nos paramos a pensar en cómo debería ser una relación sana, todas las piezas del puzle empiezan a encajar (y las vuestras no lo hacen).
¿Cuáles son entonces estas actitudes que nos hacen sentir mal y que solemos dejar pasar? “Muchas de ellas tienen que ver con la idea de que en la pareja no debe haber secretos. Así, se justifican muchas conductas de control como leer los mensajes de Whatsapp o preguntar por excesivos detalles sobre un plan que la otra persona ha hecho”, explica la Dra. Ortega. Por supuesto, hay muchísimas otras conductas tóxicas que también son frecuentes y dejan atrás el plano de lo sutil. “Son las verbales, como las amenazas, los reproches, los gritos, incluso los insultos”. Más evidentes y violentas, pero a las que muchas veces tampoco sabemos ponerles freno.
¿Cómo afecta este problema a la salud física y mental?
Aquí Ortega nos habla de que hay ciertos actos que, a priori, no se hacen con mala intención, pero que aún así nos pueden hacer sentir mal y afectar a nuestra autoestima. ¿Cuáles son? Pues “tienen que ver con la historia vital de cada uno. Es decir, si he aprendido que la impuntualidad es algo indeseable y mi pareja llega tarde a una cita, puede que lo interprete como una falta de respeto”. Eso sí, la experta también puntualiza que no todas las personas lo sentirán de la misma forma, ya que depende de ese background personal. O sea que lo que me hace sentir mal a mi, no tiene por qué hacerte sentir mal a ti. Esto es interesante entenderlo porque muchas veces buscamos identificar “actitudes comunes” para no sentir que estamos solos en esto. Pero es importante pensar (y tratar) cada caso con sus particularidades y su contexto.
¿Cómo afecta todo esto a la persona y a la pareja? Ortega afirma que“cuando en una relación de pareja no se recibe un buen trato, pueden aparecer manifestaciones como tristeza, aislamiento, preocupaciones, desconcentración, insomnio o hipersomnia, reducción o aumento del apetito, así como sensaciones de soledad o vacío”. Estos son probablemente los síntomas más habituales y lo que había empezado con un hilo de pensamiento (“mi pareja me hace sentir mal”), acaba por convertirse en un problema de confianza, autoestima y salud mental.
Si me hace sentir así, ¿tiene algo que ver con su personalidad o soy yo?
En esto de las relaciones de pareja y de la compatibilidad entre personas, la cuestión de los tipos de personalidad siempre parece aflorar como una manera de catalogar o etiquetar comportamientos. Si mi pareja me hace sentir mal, ¿es porque esa persona “es así”? ¿Es su carácter? ¿Su forma de ser? ¿Es algo mío o se comporta de esa manera con todo el mundo? En este sentido, existe un concepto muy interesante que utiliza el psicólogo clínico y sexólogo Arun Mansukhani, que es “la horizontalidad en la relación”. ¿Qué significa esto? Pues que las relaciones horizontales son aquellas en las que el poder está repartido por igual. Ambos tienen el control, ambos cuidan y son cuidados, proveen y son provistos. Mientras que en las verticales, está distribuido desigualmente. Cuando una de las dos partes tiene más poder que la otra, ¡Houston, tenemos un problema!
¿Cuál es? Que no todo el mundo está preparado para tener relaciones horizontales. El hecho de tener que abrirnos más e intimar con alguien puede hacernos daño. Alguien que tiene el poder y la capacidad de tomar sus propias decisiones puede dejarnos, abandonarnos, reírse de nosotros o incluso traicionarnos. Por eso las relaciones horizontales dan miedo. Y esto mismo hace que las personas no estén dispuestas a tenerlas y se vuelven dominantes y controladoras, tendiendo a desequilibrar la relación. Y es esto, muchas veces, lo que nos lleva a sentirnos mal.
Por su parte, Ortega aclara que no considera que sea tanto una cuestión de personalidad como de comportamientos que surgen en un contexto concreto. Aún así, añade que en su opinión, “aquellas personas con rasgos narcisistas pueden manifestar comportamientos que perjudiquen a sus parejas.” Pero entonces ¿hay alguna forma de convivir con una persona así? “Lo más importante es que la persona que manifiesta los comportamientos tóxicos y la que los sufre por estar cerca los identifiquen y tomen conciencia de lo perjudicial que resultan (a uno mismo y al otro) y tras esa toma de conciencia, lo ideal sería buscar ayuda profesional”.
¿Debo dejar a mi pareja o lo podemos solucionar?
Cuando hablamos con la Dra. Ortega sobre consejos o recomendaciones para lidiar con este tipo de situación o sentimientos, la experta lo tiene claro. “Las sugerencias que le daría serían en base a lo que la pareja y cada uno de sus miembros quisiera hacer: ¿quieren seguir juntos o quieren separarse? Ahora bien, para cualquiera de esas dos alternativas sugeriría y, sobre todo, si hay sufrimiento, recibir apoyo psicológico”. Además, en cuanto a si se trata de un problema “que se pueda solucionar”, explica que “será oportuno involucrarse en un proceso terapéutico, guiado por un psicólogo experto en terapia de pareja. Si tendrá o no “solución” dependerá de diversos factores como la gravedad o la motivación para el cambio”.
¿Cómo debería ser una relación de pareja sana?
Una de las preguntas que quizás más nos hacemos es cuál es ese ideal de relación, teniendo en cuenta que una relación sana es aquella que se basa en la horizontalidad. Puedes empezar por hacerte algunas preguntas: ¿Cómo me siento en la relación? ¿Puedo ser yo mismo? Cuando me pasa algo malo, ¿me apetecería hablar con mi pareja? ¿Nos seguimos riendo juntos? ¿Hacemos cosas juntos y también por separado? Si estas respuestas son positivas, todo debería ir viento en popa.
Además, la experta añade que para ella, “las parejas que resultan “exitosas” son aquellas que se comunican siendo claras y concretas, utilizando “mensajes yo”, que se centran en lo positivo y se refuerzan mutuamente, se escuchan y muestran interés por el bienestar del otro”. De hecho, como consejo y también estrategia de comunicación, estos “mensajes yo” nos ayudan a expresar lo que sentimos de manera respetuosa, intentando no herir a la otra persona. Es decir, siendo asertivos. Por ejemplo, “yo me siento así”, “mi opinión es esta”, etc. Es una herramienta muy interesante que se puede practicar en cualquier relación interpersonal.
¿Y si la pareja no tiene conflictos graves? ¿Habría alguna manera de reforzar su vínculo? “Compartiendo tiempo de calidad. Eso es fundamental”, afirma Ortega. Y es que ya lo han demostrado numerosos estudios científicos: lo que más nos mueve en la vida (tanto para bien como para mal), son las relaciones cercanas. ¿Nuestros momentos más felices? Siempre tienen que ver con alguien. Y casi todos los negativos, también. Por eso, es importante reflexionar sobre cómo nuestra pareja nos hace sentir (o nuestros amigos o nuestra familia), porque son las personas que tienen relaciones verdaderamente sanas, las que viven más.