Marian Rojas Estapé acaba de publicar su tercer libro “Recupera tu mente, reconquista tu vida” (Espasa) un manual imprescindible para todos aquellos que, empachados de estímulos y de una búsqueda incesante de placer, quieren encontrar el verdadero sentido a su vida.
Por encima de todo, Marian Rojas Estapé (2 de noviembre de 1983, Madrid) es psiquiatra, aunque es de justicia subrayar que ha vendido más de tres millones de libros en cuarenta países, que en sus redes sociales (@marianrojasestape) le siguen más de tres millones de personas y que cuelga el cartel de Sold Out cada vez que va a un teatro a dar una conferencia. Pero, más allá de esas cifras tan asombrosas, Marian Rojas es psiquiatra y lo suyo es atender a sus pacientes en su consulta de la calle Serrano.
El fenómeno de Marian Rojas es difícil de explicar, pero muy fácil de comprender. Por lo visto, nunca antes la humanidad había necesitado prestarle tanta atención a su cabeza como ahora y Marian ha dado en la tecla de cómo acercar el funcionamiento de un órgano tan extremadamente complejo como el cerebro al gran público.
El secreto del éxito de Marian Rojas
Hija de psiquiatra, nieta de psiquiatra, sobrina de psiquiatra y prima de psiquiatra, el tema de la salud mental ha estado muy presente a lo largo de toda su vida y puede que ahí resida parte de la clave de su éxito. “El cerebro sigue siendo un gran desconocido. Mi abuelo, Decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada y formado el Alemania, ya cambió la psiquiatría en su época. Él se dio cuenta de que, si alguien tenía un problema de salud mental, esa persona terminaba en un psiquiátrico y no había solución para ella. Mi abuelo intentó sacar a esas personas de los hospitales para darles una segunda oportunidad. Luego, mi padre, empezó a divulgar. Intentó llevar la salud mental a la calle con todo tipo de gente”.
Y llegó la tercera generación de psiquiatras a la familia Rojas y con ella, Marian se dio cuenta mientras la carrera en Navarra de que en muchas asignaturas le hablaban de prevención, pero no en salud mental. “Ahí fue cuando me dije ¿y si yo pudiera, en mi labor como psiquiatra, hacer prevención? Explicarle a la gente cómo funciona la mente y cómo están unidos el cuerpo y el cerebro”.
Tras el éxito de Cómo hacer que te pasen cosas buenas y Encuentra tu persona vitamina (Espasa, 2022), Marian ahora sorprende a sus lectores con Recupera tu mente, reconquista tu vida (Espasa, 2024) un libro que pone sobre la mesa el enorme problema que están generando las adicciones -las nuevas y las antiguas- al nuestro cerebro. Con la dopamina como protagonista, la Dra. Rojas Estapé hace un recorrido por los graves problemas que la sociedad del placer ha desarrollado como consecuencia de buscar la gratificación inmediata constantemente.
El problema del exceso de dopamina
El abuso de las pantallas, las drogas, la pornografía (a una edad cada vez más temprana) o el alcohol se han infiltrado en nuestra vida convirtiéndonos en auténticos esclavos de las sensaciones hasta anestesiarnos por completo la corteza prefrontal. “En los Congresos de Psiquiatría y Patología dual ya hemos introducido la pantalla (de los móviles) dentro de una posible adicción, relacionada con conductas o patologías psiquiátricas”.
Si la dopamina es la clara protagonista del tercer libro de Marian, la corteza prefrontal es la coprotagonista. ¿Cómo está afectando todo este consumo abusivo de pantallas, estímulos y drogas al correcto desarrollo de nuestra corteza prefrontal? “Cada vez hay más episodios de agresividad que terminan en urgencias relacionados con la adicción a la pantalla”.
Tal y como explica Marian, la dopamina en sí no es mala, es buena. “Gracias a ella, estamos todos aquí. Gracias a que nuestros padres, abuelos, bisabuelos… tuvieron unas liberaciones de dopamina adecuadas para los dos grandes mecanismos de supervivencia que han funcionado a lo largo de la historia (la reproducción y la alimentación), estamos todos aquí. Biológicamente hablando, liberamos dopamina durante la alimentación y en las relaciones sexuales. Y esto funciona así gracias al sistema de recompensa, y es así como generamos los hábitos”.
Los hackers de nuestra corteza prefrontal
Sin embargo, este sistema de recompensa se ha manipulado, llegaron las drogas y las pantallas y hackearon el sistema. “Hace unos años, unos tipos muy listos de Silicon Valley dijeron «¿Y si pudiéramos manipular el sistema de recompensa con algo digital? » Y en esa clase, en Standford -explica la psiquiatra- empezaron a nacer las primeras aplicaciones, que están diseñadas para modificar nuestro sistema de recompensa y captar nuestra atención“.
Pero, tal y como explica la psiquiatra en esta entrevista, la pantalla no es el único problema: el miedo, vivir en un estado de alerta mantenida, la falta de sueño, las distracciones, la híperestimulación (las redes sociales, los likes), la pornografía (¡sobre todo la pornografía!) y el “modo fast” (ver los contenidos audiovisuales en velocidad x2 para consumirlos más rápido) están bloqueando e impidiendo el correcto desarrollo de nuestra corteza prefrontal. “Cuando los menores ven cualquier tipo de contenido tienden a replicarlo, cuando ven un partido de fútbol, luego quieren jugar al fútbol. Si los menores consumen contenido pornográfico en el móvil, ¿cómo vas a integrar eso en el amor?”.
Adictos a la pantalla
El problema de los móviles y los niños es una realidad cada vez mayor. Los padres regalan móviles a sus hijos para que no sean los únicos de su clase en no tenerlo y, sin embargo, parecen no darse cuenta de la puerta tan peligrosa que les están abriendo: “Una de las cosas que digo a los padres es que un niño que tiene móvil, casi seguro que ha visto ya pornografía. Un policía que era mi paciente me dijo «cuando los padres me preguntan que a qué edad deben darle un móvil a su hijo, les respondo que cuando crean que está preparado para ver porno»”.
Pero no solo los niños son los damnificados por el uso temprano del móvil. También los adultos nos hemos vuelto personas cada vez más impacientes e insensibles a los pequeños detalles de la vida por el abuso del consumo de pantallas y he aquí el verdadero problema. “Gran parte del disfrute de la vida, son los matices” -me explica la doctora- La felicidad depende del sentido que yo le doy a mi vida. Cuando no hay sentido, sustituimos sentido por sensaciones. Para encontrarle sentido a la vida hay que parar y reflexionar, es decir, reencontrarle sentido a la vida”.
La espiritualidad es la gran solución
Pero no todo está perdido. Marian Rojas ofrece a todos aquellos lectores que se sientan identificados con estas situaciones de falta de atención, necesidad permanente de chutes de dopamina o esa búsqueda incesante del placer que termina en infelicidad, un poderoso antídoto capaz de fortalecer y reactivar nuestra corteza prefrontal.
Apoyándose en los estudios del neurocientífico estadounidense Andrew Newberg (Filadelfia,1966), Rojas introduce a sus lectores en la neuroteología, una corriente científica que ha conseguido demostrar los enormes beneficios que producen en el cerebro actividades como la filosofía, la meditación y la oración “Newberg ha investigado el cerebro de gente cristiana rezando, monjes budistas, monjas carmelitas, etc., y ha observado que, cuando estas personas rezan y desconectan de esos agobios, mejoran su corteza prefrontal. Además, esta actitud contribuye a prevenir el envejecimiento“.
Marian Rojas también apunta como solución hacia la Filosofía y cita al filósofo José Carlos Ruiz (Córdoba, 1975), especializado en el pensamiento crítico. “Este autor anima a la gente a volver a contemplar esos detalles de la vida que hemos dejado de percibir por haber sucumbido a la hipermodernidad”.
En Recupera tu mente, reconquista tu vida, Marian cuenta varios ejemplos de personas que han reparado su salud tras conseguir volver a ilusionarse con la vida. Pacientes que, después de pasar por un cáncer y estar a punto de morir, han sabido reencontrar el verdadero sentido a su vida. “Hay pacientes míos que se han curado sencillamente volviendo a contemplar. Sin contemplación no hay asombro y sin asombro no hay respuestas a las grandes preguntas de la vida”.