Cuándo deberíamos empezar a preocuparnos (realmente) por no mantener relaciones con nuestra pareja

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«¿Por qué mi pareja no me busca sexualmente? ¿Por qué no quiere mantener relaciones?» Esto es lo que dice una experta en terapia de pareja sobre cuándo debemos preocuparnos y cuando no.

Cuando nos encontramos en una relación de pareja, mantener viva la pasión puede llegar a ser un desafío y es natural que nos hagamos preguntas… «¿Por qué mi pareja no quiere tener relaciones? ¿Por qué mi pareja no me busca sexualmente?» Vivimos en una época donde el sexo parece estar en todas partes, en nuestros móviles, en series cargadas de escenas eróticas y, por supuesto, en las conversaciones con amigos. Nos hacen creer que el sexo es el único ingrediente para que una relación funcione. Sin embargo, cada vez parece menos atractivo reconocer que hay mucho más en una relación sana que lo que ocurre en el dormitorio.

Aburridos de escuchar que las relaciones se construyen sobre la base de la comunicación, la confianza, el apoyo mutuo y el crecimiento conjunto, cuando queremos mantener viva la llama del amor y no lo conseguimos es normal que empecemos a sobre pensar.

Si bien es muy cierto que el sexo es una parte importante, no lo es todo. Pero si aún así has llegado a ese punto en el que no sabes si realmente «le pones a tu pareja o no», échale un vistazo a lo que dice nuestra experta en relaciones de pareja.

Ten muy en cuenta cuánto tiempo llevas con tu pareja

A medida que una relación progresa en el tiempo, es natural que el deseo sexual fluctúe. En las primeras etapas, conocidas como la «luna de miel», es común que las parejas experimenten una alta frecuencia sexual debido a la novedad y la intensidad emocional. Sin embargo, con el tiempo, es probable que esta frecuencia disminuya. La falta de relaciones sexuales puede ser motivo de preocupación si esta disminución es abrupta y persistente, especialmente si contrasta con la historia previa de la relación.

Diferencias de género

Los estudios sugieren que hombres y mujeres pueden tener perspectivas diferentes sobre el sexo y la frecuencia sexual en una relación. Los hombres tienden a reportar un mayor deseo sexual en promedio y pueden percibir la falta de relaciones sexuales como una señal de problemas en la relación más rápidamente que las mujeres.

El sexo es como el deporte

Existe un concepto en psicología sexual que sostiene que el deseo sexual es como un músculo que debe ser ejercitado para mantenerse fuerte. Cuanto más se practica el sexo, más probable es que se desee y se disfrute. Por el contrario, cuando se practica con menos frecuencia, es posible que el deseo sexual disminuya. En este sentido, la falta de relaciones sexuales puede ser motivo de preocupación si conduce a una disminución continua del deseo sexual en la pareja.

La novedad y el desafío

En las primeras etapas de una relación, el sexo es emocionante debido a la novedad y al desafío de conquistar a un nuevo compañero o compañera. Sin embargo, con el tiempo, esta emoción disminuye a medida que la pareja se vuelve más familiar entre sí. La falta de variación o exploración en la vida sexual puede contribuir a la pérdida de interés y entusiasmo. Es importante que las parejas estén abiertas a experimentar y mantener viva la chispa de la excitación sexual a lo largo del tiempo.

Factores emocionales y psicológicos

La falta de deseo sexual en una pareja puede estar influenciada por varios factores emocionales y psicológicos, como el estrés, la ansiedad, la depresión, experiencias traumáticas pasadas, problemas de autoestima o conflictos no resueltos en la relación anterior. Es importante reconocer y abordar estos aspectos subyacentes para promover una intimidad emocional más profunda y satisfactoria.

Además, debes de tener en cuenta que si tu pareja se encuentra tomando medicamentos como la fluoxetina o la duloxetina (fármacos recetados a personas con problemas de depresión), es prácticamente imposible que esa persona tenga pereza sexual durante el tratamiento.

Cambios hormonales y físicos

Los cambios hormonales, como los que ocurren durante el embarazo, el posparto, la menopausia o ciertas condiciones médicas, afectan significativamente el deseo sexual de una persona. Asimismo, los problemas de salud física, el dolor crónico o la disfunción sexual contribuyen a la falta de interés en el sexo y requieren atención médica o terapéutica especializada.

Problemas de comunicación y relación

La falta de comunicación efectiva y la presencia de conflictos no resueltos en la relación crean barreras para la intimidad sexual. Sentimientos de resentimiento, falta de confianza o desconexión emocional pueden dificultar la expresión abierta de deseos y necesidades sexuales, lo que lleva a una disminución en la frecuencia de las relaciones íntimas.

Influencias externas y estrés cotidiano

Las demandas de la vida cotidiana, como el trabajo, las responsabilidades familiares, las preocupaciones financieras o los compromisos sociales, pueden ejercer presión sobre la vida sexual de una pareja y reducir el tiempo y la energía disponibles para la intimidad física. Es importante encontrar un equilibrio saludable entre las diversas áreas de la vida y dedicar tiempo y atención a la conexión íntima en la relación.

Cambios en la dinámica de poder y roles de género

Los cambios en la dinámica de poder o los roles de género dentro de la relación pueden influir en la expresión del deseo sexual y la iniciación de relaciones íntimas. Sentimientos de desigualdad, falta de equilibrio en el poder o expectativas poco realistas pueden dificultar la conexión emocional y física entre los socios.