Usar la psicología inversa para conquistar puede influir tanto para bien como para mal en una relación y estos expertos te explican por qué.
Si te decimos que no utilices la psicología inversa para conquistar, lo más probable es que tengas todavía más ganas de hacerlo. ¡Y es que así funciona esta técnica psicológica! Pero ¿por qué nos pasa esto? ¿Acaso nos gustan las prohibiciones? ¿Somos unos rebeldes sin causa y hacemos lo contrario a lo que nos dicen? Espera, espera. Entonces, por esa regla de tres, ¿podríamos utilizar la psicología inversa a nuestro favor en las relaciones de pareja? Y lo que es más importante: ¿deberíamos?
Cómo funciona la psicología inversa
Sara Ávila, psicóloga sanitaria y coordinadora de Self Psicólogos nos cuenta más acerca de esta práctica tan interesante que, según por quién y cómo se utilice, puede esconder algunos demonios. “Es una técnica psicológica que utilizamos cuando a alguien le está costando acatar una norma o hacer algo que tiene que hacer”, cuenta la experta. Añade que es frecuente usarla con niños, porque necesitan experimentar y tener libertad para descubrir el mundo y esta herramienta puede ayudarnos a que sientan que lo están haciendo libremente, aunque realmente hagan lo que nosotros queremos.
Pero entonces, ¿cómo funciona exactamente? Ávila explica que la psicología inversa está relacionada con la teoría de la reactancia de Jack Brehm, que se produce cuando sentimos que se nos quita la libertad y tenemos la necesidad de rebelarnos y negarnos a que esto ocurra. Es una forma de reafirmar que somos nosotros quienes tomamos la decisión en última instancia y quienes actuamos con total autonomía. El clásico “nadie me dice lo que tengo que hacer”. En estas situaciones, como comentan también los autores de Do people use reverse psychology?, la persona con influencia puede tener éxito si tergiversa sus verdaderos deseos, asumiendo que el otro se dejará llevar por esa no-conformidad.
¿Qué relación tiene la psicología inversa con que nos atraiga lo prohibido?
Si estás pensando en utilizar la psicología inversa para conquistar a alguien, seguro que has barajado el mítico juego de hacerte el difícil o de “pasar” de esa persona para convertirte en el objeto de deseo. También la provocación es una técnica muy utilizada con frases como “no me mires así, que te vas a acabar enamorando”. Esto crea una especie de desafío en la otra persona que le hace interesarse más por ti, incluso aunque no hubiese un interés inicial.
¿Pero entonces es una estrategia que realmente funciona? Ávila explica que nos sentimos atraídos por las personas que no nos hacen caso por esa misma negación de libertad de la que hablábamos antes. “A lo mejor quiero algo de ti y tú me lo niegas” y esto es lo que hace que lo quiera todavía más. “Indagando un poco en la persona, podemos ver que muchas veces puede haber una herida o un miedo al abandono. Y cuando nos rechazan, en cierta medida sentimos que nos están abandonando», comenta la experta.
Además añade que si hemos sufrido esto en la infancia reiteradas veces, hay una parte de nosotros que cuando ocurre, hace que intentemos gustar o caer bien inconscientemente. Y de ahí que nos podamos sentir atraídos por ese tipo de personas. Ah y esto es algo que nos pasa mucho no solo en el ámbito romántico, sino también en las relaciones sociales, cuando estamos en grupo y con amigos.
¿Se puede utilizar la psicología inversa para conquistar?
Según el estudio del psicólogo Geoff MacDonald et al., algunas personas afirmaron haber utilizado la psicología inversa para conquistar a sus exparejas. ¿Cómo? “Diciéndole que no me necesitaba en absoluto, para que ella dijera que sí”, explicaba uno de los encuestados. Pero ¿es realmente una técnica que se debería utilizar a la ligera? ¿Tiene sentido actuar así si se busca una relación sana y duradera?
“Se podría usar pero es una situación en la que tú te pones en el rol de padre o madre de la otra persona. Estaríamos intentando educar y no sería beneficioso para la relación a largo plazo”, explica Ávila. Básicamente sería instruir a la persona en aquello que tú necesitas egoístamente y esto se traduce en manipularla. Algo que, por supuesto, no es para nada sano en una relación de ningún tipo.
La experta aconseja que si realmente se busca utilizar la psicología inversa para conquistar, “se podría usar de manera controlada en aquellas personas que se han sentido muy embotelladas y no quieren que les dirijan. Quizás tienen miedo a las normas y al compromiso de la pareja. Y el uso de esta técnica podría ayudar a gestionar un acuerdo sin que esa persona se sienta invadida y piense que le estamos quitando la libertad”.
¿Puede usarse esta técnica con cualquier persona?
Según los resultados de la investigación de MacDonald, todo depende del receptor. Si anticipas que ambas partes de la pareja estaréis de acuerdo en una decisión concreta, entonces el enfoque más razonable es utilizar una estrategia que apueste por hablar claro y decir la verdad. Por ejemplo, si el debate es qué película ver un sábado por la noche, y sabes que tu pareja respeta tu opinión y tus gustos, lo mejor es decirle de forma directa cuál es la que te apetece a ti.
Sin embargo, si siempre discutís por ello y la otra persona te suele llevar la contraria, a lo mejor puedes probar con la psicología inversa para encauzar la decisión hacia lo que tú quieres. Eso sí, ten en cuenta que son cosas que siempre es mejor hablar con calma y exponer las opiniones de cada uno para llegar a un acuerdo que no involucre métodos de manipulación.
¿Cuál es la forma más frecuente de utilizar la psicología inversa en nuestras relaciones?
Las conclusiones del estudio que realizaron en 2011 MacDonald, Nail y Harper muestran la primera evidencia empírica de que las personas utilizan la psicología inversa como táctica de influencia social con cierta frecuencia. Descubrieron que, en el día a día, se solía usar con dos objetivos concretos.
El primero, que ellos etiquetan como “más frío y racional”, se da como respuesta a un desacuerdo anticipado. Es decir, como sabes que la otra persona no estará de acuerdo contigo, lo usas en su contra para que haga lo que tú realmente quieres. Por ejemplo, el clásico “no te preocupes, no me regales nada”, que le dices a tu pareja con el objetivo de que sí lo haga. Y la segunda manera más frecuente de utilizar la psicología inversa, “se emplea principalmente con la esperanza de recibir mensajes tranquilizadores o afirmativos”. El mítico ejemplo en el que dices que una prenda “te queda mal” para que elogien tu apariencia.
Al final, ¿qué significa todo esto? Pues que por una parte sirve para manipular y llevar las decisiones a tu terreno. Y por otra, como “un ataque preventivo contra nosotros mismos para que nos defiendan”, según explica el grupo de expertos. Por supuesto, todo esto hay que cogerlo con pinzas. Ya que no siempre son técnicas que funcionan y muchas veces pueden volverse en tu contra. En general, es mucho mejor expresar lo que sientes de manera directa y siendo asertivo.
¿Podemos evitar conflictos de pareja con esta estrategia?
La psicología inversa no solo sirve para conquistar, sino que puede utilizarse para intentar abordar un problema en la relación. Ávila habla aquí sobre el poder que puede tener esta técnica en la comunicación con ciertos tipos de persona, sobre todo si es alguien más bien reactivo o propenso al conflicto. “Si hay algo que te ha molestado y no quieres que esa persona se sienta atacada, en vez de recriminárselo, lo mejor es hablar desde la empatía y no señalándole lo que ha hecho mal”, comenta la experta.
Otra técnica que también se puede utilizar (y suele ser bastante efectiva sobre todo con niños y adolescentes), es crear la ilusión de alternativas, según comenta Daniel Colombo, Coach Ejecutivo y Speaker internacional. “El hecho de tener diferentes opciones genera la sensación de libertad y elección que motiva a realizar la actividad”. Por ejemplo, si tu pareja es indecisa y muchas veces acabáis discutiendo por elegir un nuevo restaurante al que ir a cenar, puedes plantearlo abriendo distintas opciones concretas. “La persona piensa que le estás dando toda la libertad de elegir y se vuelve más cooperativa ya que considera que tiene el control”, explica Colombo.
¿La psicología inversa puede crear problemas en la relación?
Como hemos visto, teóricamente se puede utilizar la psicología inversa con buena intención, pero lo cierto es que también puede crear inconvenientes en la relación. Estos tienen que ver con que actuamos como padres y madres, en definitiva como educadores de la otra persona. “Esos roles pueden ser interesantes al principio si uno es más bien infantil y el otro tiene la necesidad de cuidar. Pero a la larga, puede ser un gran problema porque no es una relación de adulto a adulto. Y eso, no es una relación de pareja sana”, explica Ávila.
Además, la Doctora en Psicología Lisa Coyne añade en su estudio que, sobre todo “entre individuos disfóricos (que tienen cierta insatisfacción con la vida, infelicidad, son quizás más irritables y pueden sufrir ansiedad), la psicología inversa es una práctica que debería usarse con moderación”. Porque seguramente tienen esa necesidad de reafirmarse, de buscar en el otro una tranquilidad y unas respuestas, que es probable que no siempre se puedan obtener. Por ejemplo, si constantemente le estás diciendo a tu pareja “ay, qué mal me queda este corte de pelo”, “no me sienta nada bien esta prenda” o cualquier otra frase típica que dices con la intención de que te alaben, puede llegar un momento en el que no la recibas. Y esto generará todavía más necesidad de reafirmación y hasta de frustración.
Por otro lado, Colombo añade que también existe la técnica de la rendición. En la que en una discusión con tu pareja, haces que te rindes ante sus opiniones y lanzas un “vale, haz lo que quieras”. Esto produce esa reactancia y remordimiento de conciencia en la otra persona, que le hará reflexionar. Al final, ¿qué ocurre con todas estas técnicas? Que muchas veces las usamos casi inconscientemente y pueden hacer sentir mal a tu pareja. Por eso, lo mejor si quieres utilizar la psicología inversa para conquistar es siempre hacerlo con cabeza.