Si cada dos por tres te encuentras mintiendo cuando no es necesario (aunque sea de forma inofensiva) lo más probable es que debas replantearte tu relación con la propia realidad y recurrir a estos consejos.
La mayor verdad que podemos decir hoy aquí es que mentir, mentimos todos (sea con o sin necesidad). ¡Aunque no de la misma forma ni con la misma frecuencia! Hay personas que mienten exagerando en su CV, otras que dicen alguna mentirijilla más piadosa que otra, otros que ocultan algo por vergüenza o simplemente “para hacerse el chulo” y parecer más atractivo a oídos del resto. Todos hemos mentido en algún momento de nuestra vida, en mayor o menor medida, pero hay personas que lo hacen de forma recurrente, constante y sobre cuestiones de lo más insignificantes. No pueden parar y ya se ha convertido en parte de su identidad. ¿Es una enfermedad? ¿Tiene solución? ¿De verdad se pilla antes a un mentiroso que a un cojo? Nos lo cuentan estos expertos.
¿Qué tipos de mentiras hay?
“Mentir se define como el intento deliberado de hacer que alguien crea algo que sabes que no es cierto”, explica la psiquiatra Tracey Marks. Y hay tres tipos de mentiras: normales, prolíficas y patológicas. “La mentira normal se definió como decir menos de 5 mentiras en un día”. Parece excesivo pero la experta explica que en un estudio dividieron las mentiras en pequeñas y grandes utilizando ejemplos específicos. Las pequeñas mentiras pueden ser dichas para no herir los sentimientos de alguien, para proteger a una persona, evitar que descubran un secreto, mentir cuando un niño quiere algo que no puede tener o incluso si no te gusta el regalo que te han hecho. Pueden considerarse mentiras justificadas porque tienen un propósito mayor, que es el de proteger a otra persona.
Sin embargo, las mentiras más grandes, podrían ser mentir sobre si amas o no a alguien, fingir que estás ocupado para no atender una llamada o decir que no has bebido alcohol cuando realmente lo has hecho, entre otros muchos ejemplos. “La mentira prolífica sería decir 6 mentiras pequeñas y 3 grandes en un día. Eso es mucho engaño y, como tal, estas mentiras tienden a generar más problemas en el entorno laboral y en las relaciones”, asegura Marks. Algo interesante del estudio es que encontraron que el grupo de mentirosos prolíficos tendían a ser hombres jóvenes con estatus ocupacional alto, como una posición de supervisión.
Sin embargo, la mentira patológica se considera una alteración del comportamiento y puede estar presente dentro de otros trastornos. Y también se conoce como pseudología fantástica, ya que es propio de personas que dicen mentiras escandalosas que rozan lo ficticio. “Incluyen detalles elaborados que parecen cuestionables y cuando expones a la persona con esos detalles, cuentan aún más mentiras para que la historia funcione”.
¿Cómo se les llama a las personas que mienten sin necesidad?
Las personas que mienten cuando no es necesario y tienen problemas incluso para saber cuál es la verdad son mitómanos o mentirosos compulsivos. “Es un síntoma asociado a diferentes trastornos. Pero no es lo mismo relacionarlo con la depresión, porque quieres validar tu autoestima, sentirte importante o porque no te gusta tu vida, que ver la mitomanía en algo sociopático. Porque ahí el sociópata hace un daño y no siente ninguna culpa” explica la psicóloga Adriana Ortiz. La experta añade que es complicado “categorizar” a las personas que mienten sin necesidad y es importante la valoración de un especialista para detectar el problema de fondo que presenta el paciente y así determinar qué es lo que lo provoca.
“Una de las características de un mitómano es que se cree sus propias mentiras. Dice una gran cantidad de mentiras de las que es consciente, pero con el paso del tiempo empieza a mezclar estas mentiras con verdades y resulta que ya no sabe cuál es cuál”, asegura Ortiz. “Para los familiares o amigos de un mitómano, intentar confrontarlo para que diga la verdad puede ser tarea imposible porque se va a proteger, lo va a negar o va a inventarse una nueva historia”. Cuando estas personas se ven acorraladas, lo que hacen muchas veces es huir para poder empezar esta dinámica con otras personas. Además, después de mentir, tienden a sentir una reducción de tensión y ansiedad considerable. “La mentira patológica puede llegar a ser una conducta adictiva ya que para el mitómano la necesidad de inventar algo se vuelve incontrolable y le resulta imposible resistirse al impulso”.
¿Cuándo una persona miente sin necesidad?
“La primera razón por la que podrías estar mintiendo es porque estás tratando de aliviar el estrés y la ansiedad en tu vida”, dice el psiquiatra Philip Karahassan. “A veces decirle a alguien lo que quiere escuchar, hará que no estés tan ansioso por lo que vayan a responderte”. Otro motivo es que quieras que te vean de cierta manera. Empiezas mintiendo una vez, ves que la gente te elogia por hacer algo que en realidad no has hecho y acabas encerrado en esa mentira porque esos halagos te hacen sentir más frustrado. “Aquí sugiero que, en lugar de decir lo que has hecho, expliques para lo que estás trabajando y los objetivos que vas consiguiendo poco a poco”, dice Karahassan.
La tercera razón por la que mientes sin necesidad es porque se ha convertido en una respuesta habitual en tu vida. “Si sigues mintiendo sobre todo y a todos, entonces tu respuesta predeterminada será decir una mentira. Incluso si piensas en la verdad, siempre le darás un pequeño (o gran) giro a las cosas para sentirte mejor”, cuenta el experto. “En estos casos, si dejas de decir mentiras de repente, romperás el círculo”. Eso sí, el motivo más común para mentir (consciente o inconscientemente) es probablemente que estés tratando de evitar el castigo cuando cometes un error. “Cuando haces algo mal, en lugar de decir una mentira para que no te culpen, tienes que aprender a pedir perdón y reconocer tus fallos. Sentirás remordimiento al principio, pero al menos no tendrás que vivir con esa mentira el resto de tu vida ni huir de tu responsabilidad”.
¿Mentir cuando no es necesario puede venir de un trauma?
Si diseccionamos las mentiras, cuando se trata de algo patológico, vemos que suele haber un motivo. “Por ejemplo, en el caso del narcisismo, podemos ver que las personas mienten sobre sus logros buscando la admiración de los demás. Pero lo que no vemos es culpa o arrepentimiento”, explica Darren Magee, autor, mediador y experto en temas como la ansiedad, las adicciones o el trauma. “Por otro lado, también se pueden ver mentiras que buscan llamar la atención. Historias divertidas o dramáticas para evitar el abandono y el rechazo social”. Eso sí, Magee cuenta que muchas de estas personas que mienten sin necesidad, no entienden por qué lo hacen. “Lo extraño es que, aunque el mentiroso probablemente no lo sepa, simplemente lo hace porque se siente más cómodo mintiendo que diciendo la verdad”.
Inventan respuestas sobre cuestiones importantes, pero también sobre cosas que no tienen una importancia real. Y lo más extraño es que las mentiras podrían reducirse a cosas tan irrelevantes como decir que esa mañana has tomado té en vez de café. “Con una mentira compulsiva crónica, es como si la verdad fuera demasiado mundana. Por eso incluso cuando se dice la verdad, pueden ser tremendamente exagerados”. Como si hubiera una recompensa interna que les hace pensar “mira lo que puedo hacer”. Y sí, como te puedes imaginar, suele haber un motivo en la raíz y “puede ser porque ha habido un trauma infantil en el que tuvieron que recurrir a la mentira continuamente para evitar la ira de los padres. Así lo han convertido en una estrategia para adaptarse y afrontar los problemas que ya no es necesaria”, dice el experto.
¿Cómo es la personalidad de un mitómano?
“La mentira patológica suele empezar en la adolescencia”, comenta la psicóloga Ana Hidalgo. “Puede librarte de broncas, pero también supone un subidón de adrenalina y eso engancha muchísimo porque tenemos la sensación de que no nos van a pillar. Y precisamente eso hace que empecemos a crear un hábito de mentir”. El problema viene cuando estas personas mienten sin necesidad y van construyendo una realidad paralela cubriendo una mentira con otra, de tal forma que acaban confundiendo realidad con verdad. “Por un lado, los estudios han demostrado que es gente que conserva su capacidad de juicio y eso les hace pensar que serían capaces de controlar la mentira”. Sin embargo, hay otras investigaciones que evidencian que tienen ciertas anomalías en el cerebro, como mayor sustancia gris en la parte prefrontal. Lo que de alguna manera, les haría más impulsivos.
“En cuanto a los rasgos emocionales, son personas con muy baja tolerancia a la frustración, miedo a la crítica, al rechazo y con baja autoestima”, dice la experta. Sin embargo, ten en cuenta que aquí no solo son “los malos de la película” sino también las víctimas, dado que al decir una mentira, tienen que inventar otra. “Esto tiene muchas repercusiones y hace que sus relaciones sociales y laborales se vayan debilitando porque la gente no confía en ellos. Además, cuando se sienten mal consigo mismos, se sienten mal con los demás. Y como no toleran la frustración, inventan algo que les dé el impulso para ser vistos, reforzando ese círculo vicioso. Suelen ser personas que están y se sienten muy solas. Y lo más curioso es que pese a ello, no acuden a terapia o no por ese motivo. “No esperes a que te suceda algo grave para ir a consulta sino que empieza a poner límites desde ya”, recomienda Hidalgo.
¿Cómo dejar de mentir cuando no es necesario?
Según la Dra. Marks, existe una terapia para ayudar a aumentar la percepción de la persona sobre su vida e identificar qué desencadena el comportamiento. “Para algunas personas, mentir es como contar historias. Entonces, podría ser útil ayudarles a reconocer que su narración es dañina para los demás y para ellos mismos”. En cuanto al enfoque de la medicación, no existe un fármaco específico para evitar que las personas mientan. “Pero si la persona se pone ansiosa o usa mentiras para compensar sus pensamientos obsesivos, entonces es posible que experimente alguna mejora al tomar un antidepresivo similar a lo que usamos con el TOC”.
Por otro lado, el Dr. Karahassan recomienda entender cuáles son los factores desencadenantes de tus mentiras para tratarlas. “Tienes que descubrir cuándo mientes y con quién”. ¿Quizás te guste escaquearte de los problemas o que te vean de cierta manera? ¿A lo mejor no te sientes lo suficientemente bien y te comparas con los demás? ¿Finges que estás viviendo la vida que ellos esperan o una que te gustaría vivir? Deberías pararte a reflexionar sobre los sentimientos asociados con estar en esas situaciones y esas personas. ¿Te sientes estresado, ansioso o asustado? ¿Por qué crees que te pasa? “Una vez lo sepas, podrás comenzar a cambiar tu comportamiento para que no necesites mentir más”.
Otro tip que da el experto es probar diferentes respuestas cuando sientas que se te hace complicado gestionar las emociones. “Respira profundamente y, en lugar de decir una mentira, intenta con la verdad. Puede parecer desalentador, ya que estás demasiado acostumbrado a mentir, pero intenta ser tú mismo”. Es un tema complejo, pero si no sabes por qué mientes sin necesidad, interiorizar este tipo de cuestiones puede ayudarte a ver las razones y así poder abordarlas con todas las herramientas.
