Entrevista a Maxi Iglesias: «No podría hacer mi trabajo si sólo me relacionara con actores y actrices. He conectado con muy poca gente de la profesión»

Maxi Iglesias nos abre las puertas de su intimidad, desnudándose en cuerpo y alma para hablarnos del éxito mundial de Valeria (Netflix) y de su papel en Desaparecidos (Prime Video) en lo que supone su primer cambio de registro. Así es la nueva piel de Maxi Iglesias.

Arrancar hablando de la mirada del actor Maxi Iglesias (Madrid, 1991) es algo más que redundante, pero parece complicado empezar por otro sitio cuando aparece por la puerta. Todo en él en directo es más: más alto, más educado y, a medida que avanza la jornada, más profesional y con más profundidad en sus planteamientos vitales. Se construyó una coraza de hormigón armado cuando aún siendo menor de edad se convirtió en el adolescente más famoso de España por culpa de una serie, Física o química, de la que casi una década después de su desenlace se prepara un regreso a la pantalla para ver qué ha sido de aquellos personajes con los que toda una generación creció a través de la televisión.

En el transcurso de esta década, Maxi Iglesias ha interpretado todo tipo de personajes en cine, teatro y televisión, pero ninguno que haya vivido de una forma similar aquel éxito tan extraordinario, y eso en ocasiones es una losa pesada complicada de cargar. Ahora, diez años después, acaba de estrenar en Netflix con excelentes críticas la serie Valeria (número 1 en varios países del mundo desde su estreno) y en junio llegará a Prime Video Desaparecidos, con Michelle Calvó, Juan Echanove y Elvira Mínguez, donde a sus casi 30 años dará vida a un inspector de policía en lo que será un cambio de registro que acerque sus papeles al treintañero en el que está a punto de convertirse. Cuidado con Maxi Iglesias y los prejuicios, porque cuando se le mete algo entre ceja y ceja no para hasta conseguirlo. Y claro lo tiene claro. Más que claro, como el azul de sus ojos…cristalino.

¿Podríamos considerar tu llegada a Valeria repentina?
¡Sin lugar a dudas! Me dijeron que estaba en el proyecto un viernes. Sólo tuve dos días de ensayos y el lunes de la semana siguiente ya empecé a rodar. Cuando supe del proyecto me interesé por el papel protagonista, pero le dijeron a mi representante que querían a alguien de fuera. Hace 13 años, en Antena 3, ya trajeron a gente de fuera de España para el reparto. En Física o Química trajeron a Michel Brown y Michel Gurfi; en La Embajada con Chino Darín; en Asesinos inocentes, con Miguel Ángel Solá… Me gusta esa simbiosis de culturas. En esta ocasión, otro actor ya había comenzado el rodaje de Valeria con mi personaje, y en mitad de la grabación cambiaron de idea y decidieron que el personaje fuera español. Me llamaron para el cásting, lo hice y me dieron el papel. ¿Que me hubiera gustado tener más tiempo? Sí. ¿Que me hubiera gustado tener más poder de decisión? Sí. ¡Pero las circunstancias fueron las que fueron!

Maxi-Iglesias-desnudo
Maxi Iglesias fotografiado en exclusiva para Rísbel Magazine por Valero Rioja. En esta imagen, Maxi viste Jeans de patchwork POLO RALPH LAUREN.

¿Sentiste presión por incorporarte al rodaje cuando ya había comenzado?
En este caso se juntaron varios factores: me gustan los retos y al ofrecerme el papel mediante un casting (y no a dedo…) me quitó todas las presiones del mundo. El hecho de que ahora que el resultado está a la vista y no se note que yo me incorporé más tarde me resulta halagador, he tratado de no desentonar en lo que estaba ya hecho, seguir un estilo asentado y pero del mismo modo, de componer mi propia idea del personaje.

¿Hasta qué punto un reto te lleva a tomar decisiones importantes?
¡Es que me muevo por eso! Cuánto más difícil parezca o cuanto más me digan “no, eso tú no lo puedes hacer”, como yo esté convencido y quiera ir a por ello, lo hago. No sólo me pasa en el trabajo, también con títulos de los que me he graduado: estudié Comercio, luego realización de cámara y ahora estoy estudiando Psicología. Hace tiempo que me puse un reto, escribir y dirigir. Estoy desarrollando una película, la biblia de una serie y estoy con una escritora moviendo otra historia. En algún momento me planteé hacer ciertas cosas bajo un pseudónimo, pero al final he decidido no ocultarme bajo un nombre ficticio. Lo que presente lo haré con mi nombre. Los prejuicios son problemas de los demás, no míos.

«Voy a dirigir y a escribir. Pensé en un pseudónimo para firmar, pero al final he decidido que lo haré con mi nombre. Los prejuicios son problemas de los demás, no míos».

¿Cuáles son los retos que te has puesto hasta ahora?
Mantenerme ¡eso es un súper reto!. Todo lo que sube, baja. A veces me resulta divertido pensar en cómo y cuándo va a ser mientras miro de reojo las oportunidades que van saliendo en mi camino.

¿Y extra profesionalmente?
Mantener a determinadas personas en mi vida y evitar a otras. No puedo estar todo el rato pensando “este sí, este no” porque entonces no vivo. El reto es quedarme con lo bueno de las personas, y no que las personas que merecen la pena paguen el pato de otras que sólo estan conmigo para joder y criticar.

A la izquierda, Maxi viste Slip de INTIMISSIMI UOMO
A la derecha, Camisa navajo de POLO RALPH LAUREN y Slip gris de HANRO

¿Qué es lo que más te ayuda a la hora de trabajar?
Desde pequeño he convivido con gente de diferentes ámbitos (económicos, sociales, políticos…) con aspiraciones totalmente diferentes entre sí. Creo que mi trabajo no lo podría hacer si sólo me relacionara con actores y actrices. Es cierto que por un lado es muy nutritivo, porque hablas de estrenos y de títulos que la gente de a pie no consume. Pero para el resto de conversaciones, he conectado con muy poca gente de la profesión. No he tenido la sensación de poder hablar tranquilamente cualquier tema, sin que la persona que esté mi lado piense si otra ha hecho tal o cual cásting… Mis amigos son arquitectos, médicos o trabajan en el mundo del fitness y no hay rivalidad entre nosotros. Yo me nutro mucho de cómo piensan y cómo ven el mundo, porque a los actores nos afectan casi siempre las mismas cosas. Y eso no me parece enriquecedor.

¿Has tenido alguna vez la sensación de que la gente no te toma en serio?
Esto ya lo hemos hablado muchas veces: cuando un chaval de 17 años ha tenido la oportunidad de trabajar en televisión, en una serie de éxito como fue Física o química, y encima con un físico privilegiado, lo habitual era que me encasillasen en el grupo de “este-chico-es-tonto”. Sin embargo, tampoco puedo tratar de convencerles de lo contrario si ellos ya van a querer verme así. Me sigue llamando la atención cómo la gente que se sorprende de forma positiva cuando pasan un rato no demasiado largo conmigo. No puedo estar todo el rato dirigiendo mi energía a que los demás piensen que soy X o Y, es agotador.

¿Consideras que el éxito te ha cambiado?
Totalmente. Yo era una persona abierta, extrovertida, siempre con la mirada hacia delante. Nunca he mirado a la gente por encima del hombro, siempre he mirado de frente. Sin embargo, cuando cumplí los 17 años tuve que agachar la cabeza muchas veces para no herir los sentimientos y las inseguridades de los demás, y eso no puede ser. Tras la tercera temporada de Física o química, me fui yo solo a Australia para estudiar inglés y viajar. Fueron tres meses determinantes. Era el lugar más alejado en el que había estado y con menos españoles por metro cuadrado. Antes de ese viaje me había convertido en un producto con conflictos y fue entonces cuando llegó el momento de tomar mis propias decisiones, de aprender a desarrollar mi propia voluntad. Afortunadamente nunca viví una situación de hartarme de llorar. Nunca me rendí. Nunca dije “esto es una puta mierda, me quiero morir…”. Nunca. Me fui pensando que tal vez dejara la interpretación, pero cuando regresé de ese viaje iniciático retomé mi carrera como actor. Fui consciente que quería estar delante de una cámara y contar historias, y asumí que había un peaje que debía pagar.

¿Cómo viviste a los 17 años ser el adolescente más famoso de España?
En la calle lo viví como si me hubiera convertido en un mono de feria. Sólo faltó que me tiraran cacahuetes. Puede que con 40 años la fama se gestione mejor, pero en aquella época yo era demasiado joven. Por eso me fui a Australia, porque me cuestioné si aquella exposición mediática realmente me merecía la pena. Pero claro, cuando te gusta lo que haces, lo demás no
importa. Recuerdo perfectamente un día en pleno rodaje de Física o química. Cuando terminé de rodar, cogí un AVE a Sevilla, filmé un pequeño papel con Alberto Rodríguez para la película After durante toda la noche y al terminar, me volví a Madrid para poder continuar con el rodaje de la serie. No dormí en todo el día.

Has madurado mucho desde entonces…
En Física o química yo estaba a por uvas. A los 16 años me importaban otras cosas. Lo último que me apetecía era ser famoso, por eso me di el golpe que me di. La fama de los 16 la viví en tercera persona. No porque no me lo creyera, sino porque mentalmente no era yo el que estaba allí. Nadie está preparado para eso. Además, yo en el colegio no seguía las pautas habituales ni pensaba como la mayoría. Era el diferente en un colegio de monjas donde ponerte un pendiente con 15 años era de niñas y tatuarte ya ni te cuento. A mis compañeros de aquella época se les orientaba hacia a un sistema de la sociedad donde había que elegir una carrera y aspirar a tener un coche familiar, ser padres de familia con buenos trabajos, un par de hijos, chalé y perro. Y no te desvíes de ahí. Pero claro, yo tenía otras cosas en la cabeza.

A la izquierda, slip de EMIDIO TUCCI
A la derecha, camisa color vainilla cuello cubano de COS
Pantalón gris de SANDRO

¿Por qué todo el mundo interpretó como orgías aquella frase de Úrsula Corveró en la que declaró que todos follabais con todos?
Al día siguiente de que salieran esas declaraciones de Úrsula, tuvimos la rueda de prensa de La embajada y yo estaba con ella. Me acuerdo que tuvimos una conversación importante. Ella me explicó que se la malinterpretó y no le di más importancia. Sin embargo, el grupo se dividió bastante, porque vale que tú hayas sido un fenómeno de una determinada serie o de un proyecto pero eso no implica que puedas hablar de ciertas cosas abiertamente y en representación de todos. Poco a poco se han ido encaminando las cosas, y ahora veremos qué pasa si se hace la secuela. Puede ser muy bonito pero también desastroso… pueden florecer de nuevo muchos sentimientos y, sobre todo, muchas emociones.

¿A ti te apetece hacer la secuela de Física o química?Me apetece hacerlo pero muy alejado de mi imagen de entonces. Me está costando mucho poder separarme de Cabano. No he trabajado tanto para dar ahora un paso en falso. Quiero que la gente, cuando vea la secuela, se pregunte “¿qué coño le ha pasado a ese tío?”. Nada me gustaría más que ver aparecer a mi personaje en esa reunión gordo y calvo, aunque creo que los seguidores de la serie se enfadarían bastante.

¿Crees que todos lo vais a poner fácil para estar?
Todos le tenemos mucho cariño al proyecto y hay un deseo común de hacerlo bien, que se cuide el proyecto y se trate con respeto. Tiene que ser algo donde se te salten las lágrimas, que se nos ponga el vello de punta desde que suenen los acordes de la sintonía. Toda una generación creció con esos chavales, quien más o quien menos se sentía representado, incluso actualmente la serie en las plataformas sigue teniendo unas audiencias increíbles.

¿Cómo fue tu primer trabajo como actor?
Fue gracias a un cásting que hicieron las directoras de cásting Eva y Yolanda a un montón de niños para la película Malas temporadas, de Manuel Martín Cuenca. En aquella época yo tenía 12 años. A mi madre le gustaba mucho hacer fotos y, cuando me la encontraba disparando, no me apartaba de delante del objetivo. Creo que siempre he sabido que tenía cosas por contar a través de ese canal. Eva y Yolanda hicieron el casting en colegios y yo me presenté solo en sus oficinas, pero tomándomelo como un juego. Me tuvieron que dejar ellas el dinero para volver en autobús porque perdí el abono en la ida. Llegué hasta la última fase del cásting, pero cuando iba a comenzar el rodaje de la película yo ya había dado el estirón y no encajaba en el papel de niño. Algunos años después, cuando se encontraban preparando Física o química, se acordaron de mí y me llamaron. Ahí empezó todo.

Es evidente que Maxi Iglesias era un niño lo suficientemente despierto como para atravesar Madrid en un autobús solo con 12 años. En contra de lo que pueda parecer, detrás de Maxi no está la típica “madre-de-artista”, sino una historia mucho menos conocida pero que aporta muchas respuestas a una personalidad sencilla y decidida. El actor madrileño es el único hijo de un matrimonio que, cuando Maxi tenía seis años, sufrió la muerte del progenitor víctima de un cáncer. Aquella mujer vio en su hijo una enorme fuerza para sobreponerse a esa situación tan adversa. Así pues, la madre de Maxi comprendió entonces que la protección excesiva no iba a ser una buena compañera de viaje para Maxi. “Sólo recuerdo la sensación de hacer cosas que no me tocaba hacer, de obligarme a sentirme fuerte. Tomé una postura de responsabilidad, cuidado y protección. Mi madre nunca ha sido una blanda, y estuvimos solos hasta que ella, años después, fue capaz de rehacer su vida. Esa persona no era mi padre, obviamente, pero ella necesitaba un apoyo, encontró una persona y yo lo respeté. Cuando él llegó a la vida de mi madre, yo ya me había hecho a la idea de no tener una figura paterna, sobre todo porque me había apoyado mucho en mi abuelo y los hermanos de mi padre, en los que todavía le sigo viendo a él a día de hoy”.

Batín azul de MIRTO

¿Qué ha significado para ti crecer en una familia sin padre ni hermanos?
Yo creo que era el único niño huérfano de padre en la clase. En este momento sí lo notas, pero cuando llegué a Física o química, nos pusimos a hablar entre los compañeros de rodaje y, de los ocho que éramos, seis de nosotros no teníamos padre, porque había fallecido, había desaparecido o directamente nunca había estado. Y flipamos. Las carencias provocan tener cosas que contar. Esto condiciona… ¡claro que condiciona! y lo hace de cara a lo que esperas de la vida. Sin embargo, el hecho de haber perdido a mi padre me ha ayudado a relativizar muchos otros golpes que me ha dado la vida. Hay experiencias que te hacen sobreponerte y dar importancia a lo que verdaderamente la tiene.

¿Cuáles de aquellas cosas vinculadas al éxito te hicieron sentirte más raro?
Nunca fui consciente de la audiencia millonaria que tuvo la Física o química hasta que empecé a estudiar Comercio. Mi barómetro era que las revistas de la época (Súper Pop, Bravo, Loca…) me pedían cada vez más y a mis compañeros, cada vez menos, sin embargo yo no consideraba que estuviese haciendo nada interpretativamente mejor a lo que hacían ellos. Me sentí muy mal, porque yo me había convertido en un reclamo comercial. Mi tarjeta de visita como actor era la comercialidad y eso hizo que la profesión y la industria no me tuviera ni el más mínimo respeto, porque no me había dado tiempo a ganármelo y a desarrollarme como actor. En aquel momento no entendí cómo podía llegar al Festival de Málaga a presentar la película Ocho citas y que los fans me gritaran a mí más que a actores de la talla de Belén Rueda o Miguel Ángel Solá, mis compañeros de rodaje que ya entonces eran gente muy conocida, respetada y valiosa. Ahí fue cuando me dije: “qué raro…esto no puede ser”.

¿Nunca se asustó tu familia por ti?
En mi familia no daban crédito a todo lo que estaba pasando. Ellos pensaron que aquel fenómeno mediático podría ser algo pasajero, porque son cosas que se escapan de toda lógica entre un grupo de personas normales y no era algo que yo alguna vez hubiera querido. El hecho de que yo pudiera a llegar vivir de la interpretación se veía como algo muy lejano, sobre todo por parte de mi familia paterna, que son todos trabajadores de callos en las manos. Por eso mi familia se lo tomó con mucha precaución.

¿Quién es más culpable de que actualmente tus oportunidades sean menores de lo que a ti te gustaría, aquel primer personaje o tu físico?
Las dos. Cada cual ejerce su parte. Cabano me ha marcado durante muchos años. Por un lado, hay mucha gente que se desvive por tener un personaje que cale y no lo consigue en toda su carrera. Pero a mí me llegó demasiado pronto, y hay que luchar constantemente contra ese hándicap de tener que demostrar que soy más que aquel adolescente guaperas que interpreté con 17 años. A día de hoy, con casi 30 años y sin haber parado de trabajar, hay quien piensa que no he hecho otra cosa, porque no ha habido un fenómeno parecido posterior. En cuanto al físico, cada vez le resto más importancia… ¡sólo tenemos que abrir Instagram para ver la cantidad de chicos guapos hay en el mundo!.

Maxi-Iglesias-Rísbel-Magazine

Sahariana verde de lino de EMIDIO TUCCI en El Corte Inglés
Camisa color vainilla cuello cubano de COS
Pantalón gris de SANDRO

¿Es tu referente de gran oportunidad el que tuvo Mario Casas con “Grupo 7”?
Ese fue un momento muy clave para mí. Yo venía con la idea de que si te quieres reubicar en la profesión hay que decir no a determinados trabajos, e incluso, no tener tanta exposición. Pero de momento no pienso renunciar a rodar. Para mí, la interpretación es lo que me da la perspectiva de la vida, el crecimiento personal y me permite no oxidarme. En cada trabajo que he realizado como actor he aprendido mucho, como en mi último personaje en la serie Valeria. Cada proyecto es un máster y nunca voy a renunciar a ese aprendizaje. Recuerdo que estaba en Nueva York estudiando inglés cuando Alberto Rodríguez, con el que había rodado en After, viajó con Mario para presentar la película en el Festival de Tribeca. Yo tenía 21 años y fui al pase. Recuerdo que tenía a Mario a mi lado y fue entonces cuando me di cuenta que todo consistía en encontrar ese proyecto que es capaz de posicionarte, como hizo él en ese largometraje. Creo que a mí, esa oportunidad, aún no me ha llegado, pero confío en que está por llegar. Por ahora tengo claro que no voy a agobiarme esperando a que llegue.

¿Qué crees que te falta como actor?
Precisamente eso, encontrar un camino de personajes a través del cual pueda demostrar mi madurez personal y profesional.

Puede que el primer paso hacia esa metamorfosis sea Desaparecidos…
Tengo muchas esperanzas puestas en Desaparecidos. En primer lugar porque es un proyecto al que le tenía ganas… ¡moría por hacer un género policíaco! creo que es un registro en el que tienes que demostrar madurez y responsabilidad… Es posible que este sea al primer hombre maduro al que interprete en mi carrera, y más en un proyecto tan grande y serio como lo será Desaparecidos. Trabajar con Juan Echanove y Elvira Mínguez ha sido una gran oportunidad y sí, tengo la sensación de que esto empieza a cambiar.

Hay algo en lo que sí que has sido muy constante: la protección de tu vida privada. No se te ha conocido una novia en casi 30 años.
Alguna me han sacado… Te voy a contar una anécdota: antes de ser famoso, cuando aún era un niño y estaba en el colegio, estuve saliendo con tres chicas ¡casi al mismo tiempo! y ninguna de las tres lo sabía, porque entendí que no podía llamar la atención si quería “seguir disfrutando” de ese tipo de relación. Dos de ellas, además, eran amigas. Creo que el hecho de que en el colegio viviera aquella experiencia me reveló la importancia que tiene la discreción en las relaciones sentimentales.

¿Nunca has estado con una chica conocida?
Claro, he estado con gente conocida, pero no un tiempo considerable. Me he enamorado dos veces en mi vida, de dos chicas anónimas. Con una estuve cinco años y con otra casi tres. Quizá en alguno de esos dos casos, si lo viviera en este momento, saldría bien porque tengo más herramientas para entender el amor. Ahora me siento muy fuerte en ese sentido. El hecho de que la prensa no te pille no es tan difícil. Si se quiere, se puede. Y siempre he estado soltero, como ahora, he sabido disfrutar y pasármelo muy bien.

¿Pero te apetece volver a tener una relación estable?
No sé, yo creo estas cosas no hay que buscarlas…

¿Pero te apetece?
Estoy bien.

Vamos, que no.
¡Que estoy bien!

Y es que Maxi es, en definitiva, de esos hombres en los que su belleza va por detrás del encanto que irradia su elegancia natural para hacer y decir lo que le piden las ganas. Por algo lleva el nombre de los grandes emperadores de nuestra historia. No tiene dobleces. Ni uno. Tal vez esa sea la razón por la que al actor madrileño no le haya faltado el trabajo y se encuentra ahora capitaneando el rumbo de una nueva etapa en su vida. Su riqueza vital le ha tocado la piel hasta en lo más profundo y por eso su frescura, su nobleza y su educación prevalecen sobre la figura a la que, tal vez, en un tiempo ya lejano, nos acostumbramos.

Entrevista publicada en el número impreso de Rísbel Magazine 14, Verano 2020 .

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