Si a veces sientes un “no sé qué” que te causa un “qué sé yo”, es hora de que empieces a entrenar la inteligencia emocional para ponerle nombre a tus emociones y aprender a gestionarlas.
Estamos tan ocupados que a veces vamos en automático (¿nos hemos convertido en robots?) y ni siquiera nos paramos a pensar en nuestros sentimientos y mucho menos en lo importante que es entrenar la inteligencia emocional para saber gestionarlos en el día a día. ¿Expresar emociones, saber manejarlas, entender las de los demás? ¿Eso se come? No sabemos ni qué es ni cómo se hace. ¡Y es que nadie nos ha enseñado! O al menos no a una gran parte de la población.
Algunos no saben etiquetar sus sentimientos. Celos, envidia, ¿qué diferencia hay? Otros no tienen la habilidad de entender a los demás. Quizás la empatía no es su fuerte. Y luego están aquellos que tienen ansiedad, estrés y depresión y ni siquiera saben definir por qué. Y eso, amigos míos, no nos hace ningún bien. Ni a nosotros ni a la sociedad, y mucho menos a las generaciones que están por venir. Por eso, ha llegado el momento de tomar cartas en el asunto. ¡Y los grandes científicos a nivel internacional nos explican cómo!
¿Qué es la inteligencia emocional?
Ramona Hacker, coach y experta divulgadora, empieza abordando en su TED Talk qué esconde realmente la misteriosa inteligencia emocional. Todos hemos oído hablar de ella, pero es un concepto muy amplio y abstracto que parece complejo bajar a tierra. “Cuando se habla de inteligencia emocional, mucha gente se detiene en la parte de las emociones. Pero realmente puede tener una connotación negativa describir a una persona por tener emociones fuertes o no”. Por eso, simplemente lo define como esa “habilidad de identificar y saber gestionar nuestros propios sentimientos y también los de los demás”.
Es un concepto que se mencionó por primera vez en 1990 por los profesores Peter Salovey y John D. Mayer, que la definieron como “la capacidad de controlar nuestras propias emociones, saber distinguirlas y utilizar esta información para guiarnos y tomar mejores decisiones”. Pero fue realmente en 1995 cuando el psicólogo Daniel Goleman desarrolló el significado en su libro La inteligencia emocional y además lo extendió al ámbito laboral (no estaría mal que tu jefe se lo leyese, ¿a que sí?).
¿Cómo ser emocionalmente inteligente?
Hacker cuenta desde su expertise y experiencia personal, que para empezar a entrenar tu inteligencia emocional, debes desarrollar 3 habilidades determinadas. “Para empezar, la conciencia emocional. Es decir, la empatía hacia ti y por supuesto hacia los demás. Por otro lado, debes tener la habilidad de aplicar esas emociones a tareas como el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Y por último, tener la capacidad de saber manejar esas emociones. De calmarte o animarte a ti mismo y a otras personas”. Y recuerda: que seas una persona emocional o incluso PAS, no significa que seas inteligente emocionalmente. Porque una cosa es tener dichas emociones y otra ser consciente del porqué o de cómo gestionarlas en determinadas situaciones.
Y es que tener una falta de inteligencia emocional a veces se traduce en canalizar la soledad o el miedo de manera violenta o agresiva. “No nos enseñan el valor de las emociones y por eso pasar por una ruptura o perder a un amigo puede ser mucho más duro si no entendemos cuál es la mejor manera de gestionar ese duelo o dolor”, explica la experta. Seguro que alguna vez te has preguntado “¿por qué me siento así?”. ¿Será el tiempo? ¿Me he levantado con el pie izquierdo? ¿Hoy simplemente estoy de bajón? “No nos enseñan a lidiar con ello y por eso, muchas veces, no sabemos ni qué sentimos ni por qué”.
La inteligencia emocional es una habilidad crucial en la sociedad. “Y actualmente no le damos a nuestros hijos o a las nuevas generaciones espacio para aprender esta skill. Pensamos que tienen que ser los mejores en el colegio, aprender idiomas, tocar instrumentos, ser buenos en el deporte. Pero realmente no tienen la oportunidad de conocer quiénes son, conectar con ellos mismos y con sus emociones”. Y una característica fundamental de ser emocionalmente inteligente es saber exactamente quién eres, cuenta la coach animando a los adultos a convertirse en un verdadero referente para los más pequeños.
Cómo empezar a desarrollar la inteligencia emocional
Según el propio Daniel Goleman, la inteligencia emocional es algo que se puede trabajar y también mejorar durante nuestro desarrollo. O sea ¡que no cunda el pánico! Estamos a tiempo de coger el toro por los cuernos y el psicólogo nos da tres consejos para empezar.
Mejora tu vocabulario emocional
Las personas emocionalmente inteligentes no solo pueden hablar de sus emociones sino que saben catalogarlas, etiquetarlas y definirlas a la perfección. Son conscientes de si sienten miedo, tristeza, envidia, pavor, nostalgia. Saben cuál es la delgada línea que distingue una emoción de otra y tienen las palabras y conceptos para detectarla. Quienes no gozan de esta habilidad o todavía están en proceso, puede que se encuentren más perdidos al principio, sobre todo para entender y clasificar dichas emociones. ¡Pero es todo cuestión de práctica! Lo importante es no desanimarse en el proceso.
Desarrolla la curiosidad y adáptate a las situaciones
Algo totalmente clave es aprender a “ser camaleónico”. Es decir, saber adaptarse al contexto, a tu interlocutor y a la situación. No te comportas de la misma forma en tu vida privada y en el trabajo, y una persona con inteligencia emocional sabe ajustarse a los cambios, es flexible y no tiene miedo de experimentar. Por eso, intenta hacer lo mismo.
Sé independiente
Seamos sinceros, en nuestro día a día, estamos constantemente comparándonos con los demás. Y eso no es muy inteligente a nivel emocional. De ahí que una de las características de alguien que tiene mucho más controlado el tema de los sentimientos es el tener su propio criterio y no depender de lo que piense el resto. Si eres consciente de lo que sientes, del porqué y cómo manejarlo, asume tu responsabilidad y analiza cuándo debes compartirlo con los demás y cuándo no.
6 pasos que puedes seguir a diario para entrenar tu inteligencia emocional y ser más feliz
Hacker cuenta que esto de “masterizar” tus emociones es como aprender a conducir. Primero, tienes que ser consciente de tu incompetencia en el asunto. ¡Esto es así! Después, empiezas a trabajar en desarrollar esa habilidad. Y por último, te darás cuenta que la aplicas sin pensar activamente en ello. “Puede ser un poco tricky pasar de ser consciente de tu incompetencia a ser consciente de tu competencia y eso lo aprendemos a base de practicar”, cuenta la experta.
Vale, vale y para empezar a meternos de lleno en entrenar la inteligencia emocional, ¿qué baby steps podemos ir dando?
Sé consciente de lo que sientes
Parece obvio pero Hacker explica que no se trata únicamente de pensar en nuestras emociones como tal, sino de verlas como algo realmente valioso. Cuenta que según un estudio del neurocientífico António Damásio, “las personas que han sufrido daños en las partes del cerebro responsables de las emociones, tienen dificultades tomando decisiones racionales”. Y uno de los pasos más pequeños que puedes dar es preguntarle a la gente de manera genuina, de corazón, cómo se sienten. Y si te lo preguntan a ti, contestar con la verdad. Tanto si estás bien como si estás mal. Nada de “bien, ahí vamos”. Ni tampoco nada de quejarse. Expón tus sentimientos, habla de ellos y ábrete. Solo así conseguirás ser mucho más feliz.
Analiza y diferencia tus emociones
“Muchas veces cuando expresamos un sentimiento, lo sustituimos por otro que creemos conocer mejor. O pensamos que sabemos gestionar mejor. Pero realmente hay muchísimas emociones y todas tienen su función, por eso necesitan ser manejadas de formas distintas”, comenta Hacker. En este sentido, debes ser consciente de cuáles son tus triggers. Qué te saca de tus casillas y qué te afecta. Pararse simplemente a reflexionar puede ser uno de los pasos más poderosos.
Acepta y aprecia todos tus sentimientos
Las emociones no son ni buenas ni malas. ¿Por qué tratamos de eliminar la tristeza de nuestra vida? “Realmente es una ilustración muy bella del aprecio que tenemos de algo o alguien”. No podemos estar siempre eufóricos y felices. Simplemente necesitamos aprender a apreciar cada sentimiento y entender cuál es la mejor forma de sacarle partido.
Piensa en por qué te estás sintiendo así
En la mayoría de ocasiones pensar en el origen de nuestras emociones, en por qué nos estamos sintiendo así en determinado momento o situación ya nos ayuda a saber gestionarlas. La clave es intentar profundizar en el asunto y no ir cuesta abajo y sin frenos. ¡Hay que darle vueltas! Y solo así podrás estar más cerca de entrenar tu inteligencia emocional y sentirte más completo en tu vida personal, laboral y social.
Gestiona tus propias emociones
Aquí no hay una fórmula mágica. “Hay más de una manera de manejar las emociones, como por ejemplo llevar un diario”. Hacker cuenta que, personalmente, esto le ayuda mucho porque crea distancia entre ella y las emociones y puede ver las cosas desde fuera. Con una perspectiva mucho más fresca. Menciona también los estudios de Pennebaker y Smyth en Opening up by writing it down, que demuestran los beneficios de la expresión escrita para mejorar nuestra inteligencia emocional. ¡Es algo totalmente terapéutico! Por supuesto, también recomienda hablar con tus amigos cercanos, preguntarles cómo manejan ellos cada situación. “Al final, se trata de jugar a prueba y error. Y tienes que encontrar el método que más se adapte a ti”.
Gestiona las emociones de los demás
Saber gestionar las emociones de los demás es el último paso. “Cuando hayas dominado tus propios sentimientos, encontrarás mucho más fácil hacer lo mismo con los del resto. A veces se trata simplemente de preguntarle a la otra persona cómo puedes apoyarle o ayudarle en cierto asunto. O incluso plantearles cómo pueden apoyarse a sí mismos. Esto también les ayuda a desarrollar y entrenar su propia inteligencia emocional”, concluye Hacker.
Por qué es importante entrenar la inteligencia emocional en la sociedad
Está claro que ser emocionalmente inteligentes tiene muchas ventajas a nivel personal, pero ¿acaso podemos conseguir mucho más como sociedad si empezamos a practicar todos esta habilidad tan valiosa?
Mark Brackett, Doctorado y Director del Yale Center for Emotional Intelligence, explica que, tras más de 20 años de estudios, efectivamente se ha llegado a la conclusión (más vale tarde que nunca) de que etiquetar, estudiar y expresar las emociones es (MUY) importante. Tanto que nos ayudaría a entender las nuestras y las de los demás. Sabríamos gestionarlas porque conocemos su origen, evitaríamos muchísimo sufrimiento y pasar por malos tragos y, en definitiva, nos ayudaría mucho a lidiar con las relaciones interpersonales.
Brackett cuenta que muchas veces cuando pensamos en inteligencia emocional, parece casi un oxímoron. ¿Inteligencia? ¿Emociones? ¿No son acaso cosas opuestas? Y ahí radica muchas veces el problema. Pero lo que no pensamos es que detrás de estas emociones realmente está la toma de decisiones. Y si somos más inteligentes emocionalmente como sociedad, también tomaremos mejores decisiones para nosotros y para los demás.
La inteligencia emocional en el ámbito educativo
Tras estudiar los patrones y las conductas, desde Yale cuentan que todos tenemos una personalidad distinta y es por ello que algunas personas tienden a ser más emocionalmente inteligentes que otras. Y es que también es algo que se va fomentando desde pequeños. Desde la familia, el entorno en el que nos movemos y la educación que recibimos. “Educar la mente sin educar el corazón no es educar en absoluto”, cita Brackett. De hecho, su estudio demostró que el 90% de los profesores no son conscientes de que su estado de ánimo y sus emociones, están detrás de su forma de evaluar exámenes. Es decir, cuando están de mal humor, ponen peores notas. Cuando están de buen humor, mejores. Realmente no están siendo objetivos y su falta de inteligencia emocional afecta a su toma de decisiones racional.
Por el contrario, según los resultados de otro estudio que realizó el mismo equipo en la Universidad de Yale, los estudiantes que tienen más inteligencia emocional, tienden a tener mucha menos ansiedad. Están menos deprimidos, no son tan proclives al consumo de drogas, alcohol o tabaco, son menos agresivos. Y además son percibidos como buenos líderes, ya que se trata de personas mucho más atentas y menos hiperactivas. Además de tener mejores resultados académicos. ¡Vamos, todo buenas noticias!
La inteligencia emocional en las empresas
Si tu fase académica ya te pilla un poco lejos y te preguntas más por el clima en las organizaciones empresariales y cómo debería ser un buen jefe, manager o encargado, Brackett lo tiene claro. “Los mejores líderes tienen más sensibilidad, empatía y son más expresivos. Su rendimiento es mejor y son más efectivos en menos tiempo”.
Además, algo que notaron en sus investigaciones es que estaban mucho más satisfechos con la comunicación con el equipo y eran ellos los que fomentan buenas prácticas para que así fuese. Por no hablar del apoyo social y también emocional que recibían del resto de miembros del team. Y es que, si lo piensas bien, apetece más tomarse un café con una persona que te da buen rollo que con una que está siempre de mal humor (a no ser que seas masoca). Y esa skill no te la da el dinero, el caché ni el trabajo más prestigioso. Como decía Blaise Pascal “el corazón tiene razones que la razón desconoce” y quizás, en este caso, entrenar la inteligencia emocional nos puede ayudar a que la razón conozca un poquito más.