Curiosidades sobre la sexualidad masculina que te harán replantearte muchos mitos.
Las curiosidades sobre la sexualidad masculina siguen siendo, para muchos, un terreno lleno de mitos, dudas y clichés. Aunque cada hombre es único y su deseo sexual responde a muchos factores individuales, la ciencia ha detectado patrones comunes que nos ayudan a entender mucho mejor cómo funciona el deseo, el cuerpo y la excitación en el hombre.
Desde cómo se desarrolla el gusto por ciertas prácticas, hasta por qué algunos hombres parecen tener un deseo más constante o más elevado que otros, en este artículo desmontamos algunas de las ideas más extendidas. Todo con datos contrastados y estudios científicos para que entiendas realmente cómo es la sexualidad del hombre.
El cuerpo masculino ya «ensaya» el sexo desde la infancia
Aunque pueda parecer sorprendente, los hombres pueden tener una erección desde que son bebés. Es un reflejo natural que indica que el cuerpo ya está probando cómo funciona todo el mecanismo sexual.
Este fenómeno no tiene que ver con excitación, sino con la actividad fisiológica del sistema nervioso. Más adelante, durante la pubertad, entra en escena la testosterona, la hormona responsable del desarrollo sexual masculino.
La testosterona es la gran directora de orquesta
Durante la adolescencia, los niveles de testosterona aumentan y marcan el inicio de una nueva etapa. Aparece el vello facial, se agrava la voz, aumenta la masa muscular y se despierta el deseo sexual.
También empiezan a producirse las primeras poluciones nocturnas (eyaculaciones durante el sueño) y el interés por la masturbación.
Y aquí viene un dato clave: el hombre produce millones de espermatozoides al día durante toda su vida fértil. A diferencia de las mujeres, que nacen con un número limitado de óvulos, los testículos trabajan sin parar.
¿Hasta cuándo puede ser fértil un hombre?
En teoría, un hombre puede tener hijos incluso a los 70 años. Aunque la calidad espermática disminuye con la edad, la capacidad biológica se mantiene.
Lo que sí cambia con los años es el llamado período refractario: el tiempo que necesita un hombre después de eyacular para volver a excitarse. En los jóvenes puede durar minutos; en adultos mayores, puede extenderse a horas.
El curioso efecto del hermano mayor
De todas las curiosidades sobre la sexualidad masculina, esta es una de las que mayor interés despierta, y es que, uno de los datos más sorprendentes que ha revelado la ciencia sobre la orientación sexual masculina es lo que se conoce como el efecto del hermano mayor.
Diversos estudios, como los publicados por el psicólogo canadiense Anthony Bogaert en Proceedings of the National Academy of Sciences (2006), han observado un patrón muy concreto: cuantos más hermanos mayores biológicos tiene un hombre, mayor es la probabilidad de que sea homosexual.
Y cuando decimos “mayor probabilidad” no hablamos de algo anecdótico. Según estos estudios, por cada hermano mayor que tiene un varón, las probabilidades de que se identifique como homosexual aumentan aproximadamente un 33%.
Es decir, si un hombre tiene un hermano mayor, su probabilidad de ser gay es un 33% más alta que si fuera hijo único. Si tiene dos hermanos mayores, ese porcentaje vuelve a subir. No es una regla matemática exacta, pero sí una tendencia estadística repetida en distintos estudios y culturas.
Ahora bien, lo más interesante es el porqué. Y aquí es donde entra la ciencia prenatal. Todo apunta a que durante el embarazo, el cuerpo de la madre puede desarrollar una respuesta inmune a ciertas proteínas del feto masculino. Si la mujer ya ha tenido uno o más hijos varones, su cuerpo puede producir anticuerpos que interfieran mínimamente en el desarrollo cerebral del nuevo bebé varón, afectando áreas relacionadas con la atracción sexual.
Este efecto solo se da con hermanos mayores biológicos (no adoptados ni hermanastros) y, curiosamente, no ocurre si los hermanos mayores son mujeres.
Aunque aún se investiga más a fondo, los científicos consideran este uno de los hallazgos más consistentes y sólidos sobre los factores biológicos que pueden influir en la orientación sexual. No determina por completo si alguien será homosexual o no, pero sí es una de las piezas del complejo rompecabezas de la sexualidad humana.
El cerebro también moldea los gustos sexuales
Más allá de la orientación, los gustos sexuales específicos (fetiches, preferencias físicas, fantasías como el bud sex) se van formando a lo largo de la vida.
Un estímulo placentero vivido durante la adolescencia puede asociarse con la excitación y dejar huella. También influye la exposición a contenidos sexuales, como la pornografía, y la educación emocional.
El resultado: cada hombre crea su propio mapa del deseo, con sus reglas, estímulos y preferencias. No hay dos iguales.
¿Hombres y mujeres viven el sexo de forma diferente?
Sí, pero no tanto como se cree. Aunque los hombres tienden a mostrar mayor deseo sexual espontáneo, eso no significa que siempre estén dispuestos.
Las diferencias tienen más que ver con cómo se activa el deseo: los hombres responden con más facilidad a estímulos visuales, mientras que en muchas mujeres el contexto emocional pesa más.
La brecha del orgasmo en parejas heterosexuales
Un dato llamativo: en parejas heterosexuales, el 75% de los hombres siempre llega al orgasmo, frente al 29% de las mujeres, según el Journal of Sexual Medicine.
Esto se conoce como la brecha del orgasmo. Tiene que ver con la forma en la que se estimula a cada sexo: la penetración suele ser suficiente para el hombre, pero no siempre para la mujer.
¿Qué es el periodo refractario?
Después de eyacular, el hombre entra en un periodo llamado refractario, en el que no puede responder a más estímulos sexuales inmediatamente.
Este tiempo varía mucho según la edad, la salud y el momento. Las mujeres, en cambio, no tienen ese freno fisiológico y pueden experimentar varios orgasmos seguidos.
El mito de que los hombres siempre quieren sexo
Otro clásico: “los hombres siempre están dispuestos”. Error.
La ciencia ha demostrado que el deseo masculino fluctúa igual que el femenino. Factores como el estrés, la ansiedad, el cansancio o los problemas de pareja pueden reducir las ganas de tener sexo.
Y sí, algunos hombres también fingen orgasmos. Lo hacen, por ejemplo, cuando están cansados o quieren que la relación termine sin herir sentimientos.
¿Piensan los hombres en sexo cada siete segundos?
No. Este mito está totalmente desmontado. Estudios realizados en la Universidad Estatal de Ohio midieron los pensamientos sexuales reales de estudiantes varones.
El resultado: pensaban en sexo una media de 19 veces al día, algo más que las mujeres, pero muy lejos de las miles de veces que dice el mito.
Además, en el mismo estudio, también pensaban más en comida y en dormir. El deseo masculino no es una obsesión: simplemente está presente de forma más constante.
El tamaño del pene: ¿de verdad importa tanto?
Otra de las curiosidades sexualidad masculina que más temas de conversación genera tiene que ver precisamente con uno de los complejos más comunes en los hombres: el tamaño del pene. Pero, ¿qué dice la ciencia?
Según una revisión de 15.000 hombres publicada en BJUI International, el tamaño medio en erección es de 13,12 cm de largo y 11,66 cm de circunferencia.
Lo que las mujeres opinan sobre el tamaño
En un estudio de la Universidad de California, las participantes eligieron su tamaño ideal a partir de modelos 3D. Para relaciones estables, preferían unos 16 cm de largo y 12,2 cm de grosor. Apenas un poco más para encuentros esporádicos.
Además, el 71% de las mujeres considera que los hombres se preocupan demasiado por el tamaño, según datos de The Journal of Sexual Medicine.
Es decir, la mayoría de mujeres no busca tamaños extremos, sino relaciones donde haya conexión, atención y comunicación.
Lo que de verdad influye en la satisfacción sexual
Con respecto a todas estas curiosidades sobre la sexualidad masculina, la ciencia lo deja claro: el tamaño no lo es todo. Importan más la técnica, el deseo compartido, el respeto y la conexión emocional.
En el sexo masculino hay muchos más matices de lo que nos han contado. Y solo entendiendo esa complejidad podemos vivir una sexualidad más plena, sin mitos ni expectativas absurdas.
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