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¿Te enfadas por todo, rápido y mucho? Estas son las mejores formas de manejarlo según los psicólogos

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Escena de la película "American Psycho" (2000) con Christian Bale

Un semáforo en rojo, un malentendido en el trabajo o un comentario de tu pareja te hacen estallar día sí y día también, así que si no sabes por qué te cabreas por todo, ha llegado el momento de averiguarlo.

Te has levantado con el pie izquierdo, la has tomado con el primero que se te ha cruzado por delante y cuando se te ha pasado el cabreo has pensado: ¿por qué demonios me enfado tanto? Y es que ¿quién no ha tenido berrinches alguna vez? ¡A todos nos ha pasado! Pero hay personas que se enfadan con más facilidad que otras. Y no siempre se trata de insultar o lanzar cosas. A veces simplemente es esa sensación que te carcome por dentro mientras te apartas socialmente, te amargas y te conviertes en un señor gruñón. Por eso, si últimamente te enfadas hasta en los sueños con tu ex, es momento de guardar esa furia y entender de dónde viene para poder gestionarla sin que acabe contigo.

¿Qué hay detrás de un enfado?

Para empezar, hay que partir de la base de que enfadarse es una emoción básica y sería imposible vivir sin ella. “La cuestión está en cuánto nos enfadamos y con qué intensidad”, empieza diciendo el Doctor Daniel López. “Es una emoción inevitable que viene de nacimiento y se cultiva desde que somos pequeños”. Básicamente sería como nuestro sistema de protección y enfadarse cuando corresponde, está bien. “El problema viene cuando vemos que la mayoría de personas se enfadan de más y esto les hace mucho mal”, dice López. 

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Algo que cuenta el experto es que el enfado es una emoción que va acompañada de cambios internos. “Incluso un enfado intenso aumenta la posibilidad de infarto en las próximas 2 horas del evento que provocó dicho enfado. Esto ocurre porque es una reacción mental y física que te prepara para dos cosas: la lucha o la huida”. El enfado siempre tiene una carga de energía violenta, de aumento de la frecuencia cardíaca, presión arterial y tensión muscular. “Te prepara mental y físicamente para salir corriendo de una circunstancia o para pelear en dicha circunstancia”, explica López. 

¿Cómo se puede expresar el enfado?

La APA (American Psychological Association), habla de que existen tres formas de expresar esta emoción: con firmeza pero sin agresividad, redirigiendo el enfado o reprimiéndolo. La primera te la sabes y de hecho es la forma más sana de hacerlo, porque te liberas de esa emoción pero no te frustras. Sin embargo, el segundo punto, aunque también es otra manera de abordar el asunto, puede dejarte con ganas de expresar lo que realmente sientes. 

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Mientras que el enfado reprimido “puede conducir a expresiones de ira patológica como la conducta pasivo-agresiva”. Si eres de los que se desquita con las personas indirectamente, sin decirles el motivo, o con una actitud cínica y hostil, ¡ojo! “Las personas que están constantemente menospreciando a los demás, criticando todo y haciendo comentarios cínicos, no han aprendido a expresar su enfado de manera constructiva” y por eso tampoco sorprende que no puedan establecer relaciones exitosas.

¿Por qué me enfado con tanta facilidad?

“Las personas que se enfadan con facilidad, por lo general, tienen baja tolerancia a la frustración. No pueden tomarse las cosas con calma y se enfurecen, sobre todo si la situación parece de alguna manera injusta, por ejemplo, cuando se las corrige por un error de poca importancia”, explica Jerry Deffenbacher, psicólogo especializado en el manejo de la ira. Sin embargo, “las personas con mayor seguridad en sí mismas, se enfadan menos. Cuando una persona tiene baja autoestima se toma las cosas más a lo personal y puede llegar a tener un ataque preventivo”. El clásico “ataco antes de que me ataquen”, explica el Doctor Armando Duarte.

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¿Pero qué hace que estas personas sean así? Aquí, como con todo, hay factores genéticos y fisiológicos. “Existen pruebas de que algunos niños nacen irritables, sensibles y que se enfadan con facilidad y estos signos están presentes desde una edad muy temprana”, dice el experto. Aunque otra causa puede ser la forma en la que se les enseña desde pequeños a lidiar con esta emoción. “A muchos nos enseñan que no está bien expresar el enfado” y de ahí que no sepamos canalizarlo de una manera más constructiva. Eso sí, suele haber un patrón en las personas que se enfadan con facilidad y son los antecedentes familiares. “Generalmente, vienen de familias problemáticas, caóticas y sin capacidad para la comunicación emocional”, dice Deffenbacher. 

¿Qué pasa si me enfado mucho?

Ten en cuenta que hay personas que se enfadan rápido, otras que se enfadan por cualquier cosa y otras que se enfadan muchísimo y durante un tiempo casi indefinido. Por supuesto, también hay enfados más explosivos que otros, pero lo importante aquí es salir del mito del interruptor. “Hay gente que dice ‘yo no me enfado nunca pero, cuando lo hago, reviento’. Esto es mentira”. Lo que pasa es que se enfadan muchas veces en dosis más pequeñas y no se dan cuenta porque pasan desapercibidas, explica el psicólogo Bernardo Stamateas. La realidad es que sí hay ciertos triggers, como se suele decir ahora, que nos hacen enfadar o nos frustran más que otros y por eso es fundamental conocerlos para poder evitarlos.

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“Hay que gastar el enfado. Haciendo ejercicio, hablando, ¡pero nunca te lo guardes! Porque se encapsula y puede ir a parar a algún otro órgano del cuerpo”. El experto recomienda que cuando estés enfadado, pienses qué te conviene hacer en esa situación. “Lo mejor es esperar entre 20 minutos y 2 horas a que el cortisol y la adrenalina disminuyan para poder pensar con claridad y tomar mejores decisiones”, asegura Stamateas. “El enfado es la fuerza interna que nos permite mover la piedra en el camino, sin hacer daño al que puso la piedra”. 

¿Qué hacer cuando te enfadas por todo?

Si constantemente notas que todo te irrita y como se suele decir, “tienes la mecha corta” y a la mínima explotas por el mínimo detalle, el Doctor López nos da algunos consejos. “Lo primero es entender que el enfado no es algo que te compense a nivel físico ni mental”. Y en este caso, la ira es un extremo de enfado. Séneca dijo “la ira es un ácido que hace más daño al recipiente que lo contiene que a cualquier cosa sobre la que se vierte”, y de ahí podemos entender que al final se trata de una emoción que rebota. Aunque estemos enfadados con una persona concreta o con una situación, somos nosotros quienes al final cargamos a cuestas con ese enfado. 

“Una cosa que usamos en medicina del estrés es la dicotomía del control. Se trata de diferenciar aquellas cosas que controlo de las que no puedo controlar”, recomienda López. No controlas el clima, ni el tráfico, ni las opiniones o reacciones de los demás. Pero sí controlas tus reacciones sobre esas opiniones. “Cuando sabes que hay cosas que se escapan a tu control, empiezas a enfadarte menos”. Porque al final, por mucho que nos pueda dar rabia, no hay una fórmula mágica, sino que el enfado se maneja con inteligencia emocional. 

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De hecho, si eres de los que se enfada por todo y sientes que esa emoción va escalando, ten en cuenta que “la ira nubla la razón y se describe como una locura transitoria. Por eso, quien tiene un ataque de ira no está siendo consciente de sí mismo”, cuenta el experto. En estos casos, un truco que puedes poner en práctica es la cronoterapia. Es decir, dejar que pase el tiempo y no actuar en caliente. Es difícil, sí, sobre todo cuando estás en modo olla a presión. Pero es mucho más efectivo para poder tomar decisiones más lógicas.

¿Cómo evitar cabrearse?

Cuando intentamos dar respuesta a este tipo de preguntas, algo que hacemos ya de entrada es pensar que el enfado es malo y controlarlo es bueno. Y esto, según explica el psicólogo David Corbera, es una verdad a medias. “Si partimos de que ningún estado emocional es bueno o malo y que realmente cualquier reacción puede ser provechosa para nosotros, no tendremos estos cambios de humor. Si una persona naturaliza los enfados, la rabia, la ira, la cólera y no las juzga en el momento en que la siente, también va a ser más capaz de gestionarlas en el momento en que el cuerpo necesite expresarlas”. 

Sin embargo, si las reprimes y dices “no, ahora no debería comportarme así”, entonces lejos de neutralizar esa emoción, la estás acumulando y luego quizás sale en el momento menos oportuno, de la peor forma y quizás incluso con una persona que no toca. “Tienes derecho a demostrar tu desacuerdo y a decir las cosas que no te gustan por pequeñas que sean y que los demás te escuchen, traten de entenderte y ayudarte”, asegura Corbera. 

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De hecho, algo que añade Rafael Santandreu, autor de El arte de no amargarse la vida (2011), es que casi todo el mundo pecamos de enfadarnos demasiado y esto es un impedimento para nuestras relaciones, salud mental y fortaleza emocional. “A veces tenemos la sensación de que cabrearse es necesario, porque si no, no te toman en serio. Pero es un error pensar así porque tiene un gran coste emocional”. Santandreu pone como ejemplo el sistema de Gandhi contra el sistema del orangután. “Cabrearse es muy fácil. Lo puede hacer cualquier animal y no tiene ningún mérito. En cambio, utilizar la perseverancia, la inteligencia y el amor va a conseguir muchas más cosas”.

Cómo gestionar la irritación

Además de los tips anteriores, el Doctor Duarte propone algunos consejos que nos pueden ayudar a lidiar con el enfado cuando estamos a punto de estallar con el mundo entero. “Conocer la realidad cambia tu pensamiento y experiencia”. El punto es que a veces nos enfadamos con nuestra pareja, familia o amigos porque creemos que lo hacen intencionadamente para fastidiarnos y nos lanzamos en automático a pelear. “También hay experiencias del pasado que quizás nos han dejado una herida. Y cuando se presenta una situación semejante, nos molesta mucho seguir con el mismo problema”. Es decir, esa vivencia del pasado alimenta el enfado y por eso le damos más importancia de la que debería tener.  

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Otro truco es identificar tus propios detonadores. “No hay una medicina que te quite mágicamente el enfado. Es una conquista interior, es realizar un ejercicio de autoconocimiento y autocontrol”. Cada uno de nosotros identificamos con claridad que no nos enfadamos por igual con todo el mundo. Hay ciertas personas o momentos concretos que agudizan este enfado. Por eso, conocer bien este tipo de situaciones, nos hará estar prevenidos para actuar de la forma más racional cuando ocurran. Al final, las personas asertivas expresan lo que sienten con firmeza pero serenidad. “Hazlo con educación, con elegancia. No actúes de forma agresiva ni verbal ni corporalmente hablando”, recomienda Duarte. La próxima vez que te preguntes por qué te enfadas tanto, recuerda que no es algo malo, pero son cosas distintas el cómo experimentas esta emoción y cómo la expresas. 

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