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La inmortalidad humana y los líderes mundiales: ¿obsesión peligrosa o necesaria? Esta pequeña medusa puede tener la respuesta

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Desgranando el secreto de la inmortalidad de los grandes líderes empresariales multimillonarios, ¿qué tienen en común Bezos, Musk, Gates y una pequeña medusa llamada «Turritopsis Dohrnii»?

La clave para vivir más tiempo es mantenerse joven. Practicar una serie de hábitos que nos ayuden a rejuvenecer el cerebro, cuidar la piel con el uso de cremas específicas para rejuvenecer nuestra piel, hacer ejercicio y llevar una dieta saludable que nos ponga de buen humor son algunas de las cosas que nos ayudan a mantenernos jóvenes más tiempo. Evitar el estrés y dedicarse tiempo a uno mismo también ayuda a reducir el daño de nuestras células, que es el que provoca que envejezcamos. Lo cierto es que, aunque cada vez tengamos más información sobre el mantenimiento y cuidado de nuestro cuerpo, alcanzar la inmortalidad sigue en la lista de «sueños pendientes» de la evolución humana y el afán de conseguirlo sigue ocupando las ambiciones de las grandes empresas y líderes del mundo.

El ser humano ha buscado la fórmula para conseguir la inmortalidad desde que tomó consciencia de que era un ser diferente, y esto no ha cambiado con el paso de los años. El avance tecnológico ha abierto muchas puertas en el campo de la investigación sobre el envejecimiento, la regeneración celular y la longevidad. Así nos lo han demostrado los hombres más ricos del mundo, que han usado su fortuna para invertir en la biotecnología, tratando de buscar la fórmula definitiva para engañar a la muerte. Así lo hizo Jeff Bezos -al igual que muchos otros- que en total, ha llegado a invertir 3.000 millones de dólares para descubrir cómo podemos conseguir el rejuvenecimiento celular mediante su empresa de biotecnología Altos Labs.

Gracias al avance en la investigación científica cada vez estamos un poco más cerca de detener el envejecimiento en los humanos. Tanto es así que son muchas las fortunas reconocidas que invierten en investigación para conseguir acabar con el envejecimiento. Según Global Industry Analysts, al año se mueven unos 60.000 millones de euros en investigación y desarrollo de lo que podríamos llamar «industria antienvejecimiento».

Pero, ¿qué tiene que ver una pequeña medusa llamada «Turritopsis Dohrnii» en todo esto? Esta medusa es conocida como la «medusa inmortal» porque es capaz de revertir su proceso de envejecimiento y volver a su estado juvenil después de alcanzar la madurez sexual. Es decir, puede rejuvenecer su cuerpo y vivir indefinidamente.

Esta capacidad de regeneración ha despertado el interés de los científicos, que están estudiando a la Turritopsis Dohrnii en busca de pistas sobre cómo aplicar esta capacidad a los seres humanos. Si pudiéramos comprender cómo la medusa logra revertir su proceso de envejecimiento, podríamos aplicar esta tecnología para combatir enfermedades relacionadas con la edad y, potencialmente, incluso la muerte.

La búsqueda insaciante de la inmortalidad es comprensible, pero ¿es deseable para la humanidad? Una vida sin fin podría parecer atractiva, pero ¿qué consecuencias tendría para la sociedad, la economía y el medio ambiente?

En última instancia, vacilar a la muerte podría ser visto como una distracción peligrosa que desvía nuestra atención de problemas más urgentes, como el cambio climático y la desigualdad social. En lugar de buscar la vida eterna… ¿deberíamos enfocarnos en construir una sociedad más justa y sostenible, y aprender a aceptar nuestra mortalidad como parte de la condición humana?

¿Por qué envejecemos?

Envejecemos porque se acumulan daños celulares y moleculares con el paso del tiempo. Esto hace que se reduzcan las propiedades funcionales de las células, evitando que nuestro organismo funcione correctamente. Es uno de los problemas principales por los que se producen las enfermedades neurodegenerativas.

Con el paso de los años, se acumula un desgaste en nuestros tejidos corporales. Los productos de desecho se acumulan en el sistema de reservas, estas reservas fallan y provocan que los mecanismos celulares no funcionen correctamente.

Pero de eso trata la vida: nacer y, algún día, morir. Es el ciclo de la vida de todas las especies que habitan nuestro planeta: nacer, crecer, reproducirse y morir. ¿O no de todas?

Turritopsis Dohrnii: la medusa inmortal

El ciclo de vida de esta especie de medusa comienza como el de cualquier otra medusa: una larva que se adhiere al fondo del mar como un pólipo, y después empieza a brotar, clonándose para formar una colonia. Cuando la colonia madura, esta empieza a producir medusas maduras. Pero aquí llega el momento en el que la Turritopsis Dohrnii se diferencia del resto de especies: si su colonia empieza a tener problemas para sobrevivir, la Turritopsis Dohrnii puede transformarse en un quiste, parecido al pólipo inicial, y volver al fondo marino para reiniciar el ciclo vital.

En la Universidad de Oviedo, un grupo de investigadores españoles está estudiando el rejuvenecimiento celular del genoma de esta medusa, lo que puede permitir acercarnos aún más a las claves de la longevidad infinita.

La medusa inmortal Turritopsis Dohrnii, cuyo genoma fue descifrado en 2022 tiene la virtud de convertirse en nuevos pólipos al finalizar su edad madura.

Estos investigadores aseguran que a la inmortalidad no es posible, pero si es posible lo que denominan como amortalidad, es decir, vivir de manera indefinida.

Fue a finales de los años 80 cuando se descubrió la amortalidad de esta especie de medusa. En los laboratorios descubrieron que esta medusa no moría al cabo del tiempo, sino que volvía a su fase inicial de pólipo adherido al suelo del fondo marino en un ciclo regenerativo que parece no tener fin.

Este proyecto de investigación en la Universidad de Oviedo comenzó hace 5 años de la mano de los profesores Carlos López Otín y Guillermo Mariño. Los investigadores aseguran que decidieron iniciar la investigación sobre este animal porque sería una forma novedosa de estudiar el envejecimiento.

Los investigadores españoles han obtenido el genoma de esta especie y otra especie del mismo género para comparar los niveles genéticos de ambas y atender los valores que intervienen para que la medusa Turritopsis Dohrnii rejuvenezca y sea inmortal.

El equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo espera que los resultados de su investigación puedan sentar las bases de los estudios posteriores sobre el envejecimiento y las enfermedades que se relacionan con ello, como el alzhéimer o el cáncer.

Artículo publicado por Laura Martínez

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