A diferencia de los anteriores Príncipes de Gales, que a menudo podían influir en el estilo del país al salir con un nuevo conjunto, el nuevo rey nunca ha tratado de introducir cambios en la moda. Elige su propio atuendo a diario, aunque deja la adaptación y cualquier ajuste necesario a sus capaces y serviciales sastres.
El nuevo Rey es el mejor exponente de la elegancia británica en su máxima expresión. Hasta ahora, no parecía que Carlos III fuera todo un icono de estilo. Desde luego, él no se lo cree. Hace diez años, cuando el por entonces Príncipe de Gales tenía 63, en una recepción en Clarence House, Carlos Felipe Arturo Jorge (nombre de pila bautismal del monarca) recibió a unos cientos de diseñadores de ropa masculina y confesó que no sabía cómo iba a vivir consigo mismo en aquel momento en el que le habían otorgado ese nuevo título de “icono de moda”.
A lo largo de los años, las publicaciones han rebotado de un titular a otro, llamándole desde “el hombre mejor vestido” hasta “el peor vestido”. ¿Qué ha cambiado? Absolutamente nada. El Rey Carlos III es un hombre con clase innata y nunca se ha dejado llevar por las tendencias. Se aferra a los clásicos, o al «enfoque del reloj parado», como él lo considera y que no siempre son los más favorecidos entre los críticos de tendencias que adoran las novedades de las pasarelas internacionales. Afortunadamente, esto le otorga ese aspecto de hombre incuestionablemente elegante y bien vestido.
Año 1987, el Príncipe Carlos de Inglaterra acompaña a nuestro Rey Emérito Juan Carlos I en una visita a España por la ciudad de Toledo. En un segundo plano, Diana de Gales.
El Rey Carlos III de Inglaterra lleva más de 30 años siendo fiel a los patrones clásicos que le han aconsejado sus sastres de confianza Anderson & Sheppard, y Gieves & Hawkes y que siempre ha vestido al más absoluto estilo británico.
Su Alteza Real es un hombre de trajes, chaquetas de tweed y pantalones. Sólo se le ha visto con un polo cuando estaba realmente en medio de un partido de polo. Los vaqueros no parecen formar parte de su vocabulario. Se siente cómodo con prendas como las chaquetas de tweed y los trajes de doble botonadura. Los italianos suelen referirse a esto como la «tendencia de la herencia», pero en realidad lo único que significa es que el Rey sabe lo que le gusta y, mejor aún, sabe cómo vestirlo como hombre de su posición.
Carlos III también es un hombre que sabe seguir el protocolo, de hecho es muy estricto con él. El Rey sabe que asistir a servicios y actos en toda Gran Bretaña, y más allá, es una posición exigente que requiere algo más que una voz fuerte y una sonrisa brillante. Requiere un vestuario que deslumbre y asombre. Considera por un momento la cantidad de prendas que el hasta ayer Príncipe de Gales ha adornado a lo largo de sus viajes con el espíritu de vestirse adecuadamente para el lugar. Ha advertido un gorro rastafari en Jamaica, turbantes, cascos, túnicas y tocados de plumas. Cuando se trata de un atuendo apropiado, sabe exactamente lo que se espera de él y no teme vestirse como corresponde.
El corte de sus trajes no puede obedecer a patrones más clásicos. Cortes amplios que ayudan a que el traje descanse sobre el cuerpo sin insinuar demasiado la figura, solapas anchas y corte bajo, cenefas cuya longitud coincide exactamente con la de los nudillos de la mano y pantalones sin vueltas en las dos y tres piezas. Tal vez esto explique una diferencia más notable en el vestir del Rey Carlos y sus conocidos reales.
Aunque ha sido habitual verle con trajes sencillos o con chaleco, en los últimos años la imagen más frecuente del nuevo Rey de Inglaterra es el traje español).
Otra nota muy característica de su gusto por el estilo clásico es llevar siempre un pañuelo de bolsillo. Este complemento es un fiel compañero de todas sus chaquetas. No importa con quién se reúna o qué país visite, siempre llevará su pañuelo. Además de su forma de vestir, no hay ninguna duda de que su Alteza Real se siente especialmente orgulloso de su elección de vestuario.
El Rey Carlos siempre ha utilizado colores neutros en sus trajes. Sus trajes monocolor o diplomáticos son su elección más frecuente. Algo parecido ocurre con sus camisas. Estas suelen ser también monocromáticas o, en algunos casos, mezcladas con finas líneas. Será difícil verle con camisas de cuadros o rayas llamativas. Su color favorito para éstas es el azul claro aunque también es muy habitual verlo combinar el traje con camisa blanca. Y ahí es donde el rey se desenvuelve con soltura entre el blanco y el azul claro en las camisas de traje. Estos dos colores facilitan la correcta combinación de sus pañuelos y también le permiten elegir un estampado más alegre tanto para las corbatas como para los pañuelos.
Todas sus camisas tienen doble puño y nunca asoma demasiada tela después de los gemelos. A veces incluso puede dar la impresión de que son puños sencillos en los que se ha sustituido el botón por un ojal. Los gemelos se caracterizan por su sencillez y discreción con una parte de oro en ellos.
Esta discreción también se aprecia en sus corbatas. Utiliza colores clásicos con pequeños motivos. Sin embargo, sigue siendo aficionado a llevar corbatas de rayas con bandas de colores anchas que denotan su estilo y atractivo atemporales.
Es más probable que siempre lleve una flor en el ojal, de hecho, se le ha podido ver en varios eventos sin flor. Quizás su único (y tímido) guiño a los looks más actuales y modernos sean las pulseras que en alguna foto se adivinan bajo el doble puño. Todo obedeciendo una vez más a los patrones y colores clásicos ingleses.
En cuanto al calzado, sigue optando por el clásico Oxford con la típica anchura inglesa. Con los trajes oscuros y diplomáticos siempre lleva zapatos negros y en sus trajes grises prefiere los marrones o los tonos oscuros del vino.
Si prestamos atención al conjunto formado por el cuello de su camisa, el nudo de la corbata y las solapas de la chaqueta, podemos apreciar que todas estas partes no tienen ninguna relevancia y su rostro es el único protagonista del retrato final.
Pasará mucho tiempo antes de que se vea a un personaje público de la relevancia del nuevo Rey vistiendo tantos años según los estándares clásicos y dando el máximo sentido a la palabra «elegancia». Carlos de Inglaterra es una clara muestra de que no es necesario sucumbir a las tendencias más modernas ni convertirse en auténtica víctima de la moda para poder ser un exponente de la elegancia y el estilo.
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