Manual de estilo: lo que hemos heredado del príncipe de Gales

Texto por Ana Gayo

Las revoluciones cambiaron por completo la forma de vestir del hombre, pero la elegancia masculina se reinventó gracias a las aportaciones del rey Eduardo VIII de Inglaterra

A finales del siglo XVIII, la Revolución Francesa solapada con la Revolución Industrial -que se inició precisamente en Inglaterra en el sector textil- dio como resultado una transformación profunda en la estructura del mapa social, económico y político de toda Europa, que provocó uno de los cambios más importantes en la historia de la indumentaria: los hombres renunciaron a todas las formas de ornamentación y decoración en su atuendo, abandonando así cualquier pretensión de ser considerados hermososEl psicólogo John Carl Flugel lo denominaría “La gran renuncia masculina al embellecimiento en su vestuario”.

Para que esta transformación se produjera fue decisiva la alianza de los revolucionarios burgueses moderados (vestidos con sus culotes de seda)  y de los famosos sans-culottes (los “sin calzones”), – radicales pertenecientes a las clases medias y bajas, trabajadores típicamente urbanos, sastres, carpinteros, bordadores y pequeños comerciantes. Los votos de ambos fueron decisivos a la hora de condenar a la guillotina a Luis XVI.

París quedó relegado como laboratorio y centro de la moda masculina. Los elegantes de la época  encontraron en Londres, la metrópolis del entonces pujante Imperio Británico, el espejo donde mirarseAllí verá la luz  la nueva indumentaria de referencia: el traje masculino, tal y como ahora lo conocemos, compuesto de chaqueta, chaleco y pantalón. Será precisamente en la capital inglesa donde se consagre uno de los iconos de moda más importantes de todos los tiempos: George Bryan Brummell (“Beau” Brummel), consejero de estilo y amigo personal del rey Jorge IV, y precursor del movimiento dandy. Pero si Beau Brummell dictó los cánones del nuevo estilo masculino en el siglo XIX,  a Eduardo VIII ha de reconocérsele el mérito de consolidarlo y difundirlo en el siglo  XX, ayudado por las revistas gráficas y la imparable expansión del cine.

Eduardo VIII marcó para siempre la vestimenta occidental. Logró que los estilismos más innovadores y singulares se convirtiesen en clásicos intemporales. Nada sobresalía en él, todo ocupaba el lugar correcto y la forma adecuada: composiciones intuitivas y armoniosas que, vistas ahora, resultan deliciosamente inspiradoras. Como Príncipe de Gales, como rey y por último como duque de Windsor, este hombre impecable, carismático y visionario, nos dejó como herencia un manual de exquisito estilo. Éstas son algunas de sus principales aportaciones:

El estilo del Príncipe de Gales

TRAJE PRINCIPE DE GALES

Inspirado en su abuelo, Eduardo VII, retomó e hizo mundialmente célebre este traje, que provenía del Glen Urquhart plaid, tejido de lana con un diseño de tela cruzada en cuadros pequeños y grandes, usado por el clan escocés de los Urquart. Se hizo tan popular mundialmente que tomó su propio nombre: Traje Príncipe de Gales.

Eduardo VIII príncipe de Gales con traje

“THE DRESS SOFT”: ropa libre de movimiento

Eduardo VIII, creó este estilo basándose en la idea de estar impecable a la par que cómodo en cualquier ocasión imaginable. Sus trajes eran cuidadosamente diseñados a medida por su sastre, Scholte, en Savile Row.

Su chaqueta no estaba tan armada como entonces era habitual, ya que el monarca deseaba mover los brazos, hombros y espalda con libertad. Fueron los inicios de las chaquetas desestructuradas. Sus entalles eran altos, para alargar la figura. Eduardo sustituyó los botones de sus pantalones por la cremallera e integró en todos sus trajes un lugar para su pitillera en el bolsillo izquierdo del pantalón.

Eduardo, Príncipe de Gales (1894 - 1972) dando un paseo en carretilla.
4 de noviembre de 1921: Eduardo, Príncipe de Gales (1894 – 1972) dando un paseo en carretilla.

JERSEYS SHETLAND

Una de sus piezas fetiche para componer “The Dress Soft” eran jerséis confeccionados con lana gruesa fabricada en la isla Fair (Shetland) y teñidos naturales. Los motivos que solía escoger eran helechos y brezos.

Jersey Shetland

LA VUELTA Y LA RAYA DEL PANTALÓN

Cuenta la leyenda que siendo aún príncipe de Gales se manchó los pantalones en un viaje y se acercó a una tienda donde eligió ponerse unos pantalones que estaban aún en su embalaje, con la raya vertical marcada. La vuelta al bajo del pantalón lo adoptó de su abuelo Eduardo VII un día de campo y lluvia que se mojó el bajo de los pantalones y decidió seguir andando con ellos remangados.

Traje de chaqueta cruzada siglo XX

LOS ZAPATOS “BROGUE”

El “brogue”, derivado del gaélico bróg (irlandés) y bròg (escocés), ‘zapato’, es un estilo de zapato o bota de tacón bajo, tradicionalmente caracterizado por múltiples piezas, parte superior de cuero resistente con perforaciones decorativas (o broguing) y dentado a lo largo de los bordes visibles de las piezas. Sus raíces remontan a un calzado rudimentario originario de Escocia e Irlanda que fue construido usando piel sin curtir con perforaciones, para así permitir que el agua drenase al cruzar terrenos mojados, como un pantano. Eduardo VIII los catapultó para la historia de la moda cuando apareció con un par de brogues en un partido de golf.

Ilustración de hombre con zapatos estilo Brogue

EL CUELLO Y EL NUDO WINDSOR

Eduardo diseñó su cuello de camisa, llamado Windsor o full cutaway en Inglaterra, scappino en Italia y cuello italiano en España. Es un cuello muy abierto hacia cada lado, para el que también rescató el nudo más grueso: nudo de corbata Windsor. Eduardo no fue su inventor, pero el voluminoso nudo tomó su nombre.

Retrato del rey Enrique VIII

TRAJE CON CHAQUETA CRUZADA

Al otro lado del océano, el auge del jazz, la exaltación de la figura del gánster en el cine y la contracultura negra irán modificando el traje masculino. Las chaquetas se cruzan…..Eduardo fue el indiscutible representante de este look cineasta en Europa.

Enrique VIII con un traje de chaqueta cruzada

LA GRAN RENUNCIA DE EDUARDO

La resistencia general para aceptar a Wallis Simpson como consorte del rey y la negativa de Eduardo a abandonarla condujeron a su abdicación en diciembre de 1936. Es el único monarca británico que ha renunciado voluntariamente al trono desde el periodo anglosajón. Le sucedió su hermano Alberto, que tomó el nombre de Jorge VI. Tras su abdicación, Eduardo recibió el título de duque de Windsor con el tratamiento de su alteza real (S.A.R). Se casó con la señora Simpson al año siguiente.

Boda del rey Enrique VIII

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