Tras el éxito de Extraña forma de vida, su primer proyecto junto a Pedro Almodóvar, George Steane se viste de Emporio Armani para presentarnos su nuevo papel en La sombra de la tierra, la nueva serie original de Atresplayer.
En un rincón poco explorado, la delicadeza de las obras de Shakespeare se entrelazó sorprendentemente con el vigor del rock de Bruce Springsteen. Una fusión de mundos opuestos en la mente brillante de un maestro del colegio San Cristóbal de Madrid, que le abrió un camino inesperado a George Steane (5 de mayo de 2001, Valladolid) hasta el mismísimo Pedro Almodóvar. “De pequeño, hacía mucho teatro en mi colegio, San Cristóbal. Ahí tuve la suerte de conocer a un gran jefe del departamento bilingüe, que estaba enamorado de Shakespeare y, a la vez, era un fanático de Bruce Springsteen. Todos los años nos hacía interpretar obras de Shakespeare en inglés y, como yo soy medio galés, siempre me daban buenos papeles… porque no tenía la barrera del lenguaje”, me explica George Steane en nuestro encuentro para hacer esta entrevista.
“Me tiré cuatro o cinco años haciendo obras de teatro en el colegio y ganamos un montón de premios. Fuimos a actuar al teatro de la RESAD (Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid). Así fue mi primer contacto con el escenario, con la actuación, con el arte…” recuerda Steane echando la vista atrás e intentando poner orden en el puzle de su memoria.
“Pero lo dejé aparcado. Tuve una adolescencia un poquito alterada…” en este momento, las piezas de ese puzle parecen bailar, no quieren encajar. Pero ¿qué persona no ha tenido una adolescencia alterada? le pregunto. ¿Acaso no trata de eso la adolescencia? Madrugadas de excesos, agujeros negros que se tragan los recuerdos y nos impiden vislumbrar con nitidez lo que hicimos y dijimos la noche anterior… “la adolescencia es el momento de equivocarte, de probar cosas. Yo lo veo, veo que hay gente que llega a los 25 sintiendo que no han vivido lo suficiente y se vuelven locos en un momento en el que tu vida tiene que dar un salto hacia arriba, madurar, conseguir un trabajo…”, reconoce ahora sintiéndose orgulloso de esa etapa efervescente de su vida que tan solo unos segundos antes le había dejado un tímido sentimiento de culpabilidad.
George Steane llegó al Festival de Cine de Cannes hace ahora un año. Vestido de punta en blanco y acompañado de Pedro Almodóvar, Ethan Hawke, Manu Ríos, Jason Fernández y José Condessa presentó el mediometraje Extraña forma de vida (2023), el segundo corto del director manchego con una temática western de esas que te deja la miel en los labios y con ganas de más.
“¿De verdad le cambia tanto a uno la vida trabajar con un director como Pedro Almodóvar?”, le pregunto con franca curiosidad. “Eh… bueno… sí y no. Pedro tiene una carrera encomiable, una reputación tanto nacional como internacional increíble. Hacer la promoción de la película te abre puertas; hacer la alfombra roja en Cannes también te abre unas puertas a las que de otra forma yo no podría haber accedido. Es una pena que no nos hayan cogido para los Oscar. Aunque…- rectifica rápidamente cuando se da cuenta que está pecando de impaciente- ¿me he trabajado yo estar en los Oscar? No- se responde a sí mismo tratando de ser honesto. Y George me lo explica.
Para él, un joven actor de 22 años, asistir a esa ceremonia es un sueño que le hubiera ayudado a desvanecer el temor y la barrera que le separa de su meta en Hollywood, ese sentimiento de lejanía con el que contempla desde España la majestuosidad de los premios Oscar –“Me doy cuenta de que, al final, no es más que una entrega de premios. Debo tener los pies en la tierra y no mitificar ni endiosar nada ni a nadie. Acudir a ese tipo de eventos te hace superar esa mitificación”.
George tiene a todos locos en el estudio durante la sesión fotográfica que acompaña a esta entrevista. Ya no queda nada de aquel chaval tímido e indistinguible de 19 años con cara de trasnochado que intentaba ganarse la vida trabajando como modelo y haciendo cameos en Élite (Netflix) por cuatro duros. Ahora no hay pudor, sino fuerza. Energía clavada en unos mocasines de Emporio Armani que desliza por el set de fotografía mientras que la ropa cobra todo su sentido y brilla con un fulgor inusitado en cuanto la viste. Su mirada es magnética, puro hipnotismo que espera que todos sigan mientras baila a un ritmo ahora más confiado.
“A Cannes llegamos todos juntos y estuvimos cenando. Luego llegó Ethan (Hawke) y jugamos a la petanca, ese juego que tanto le gusta a los franceses. Yo era completamente ajeno a todo lo que estaba viviendo. Igual no lo quería pensar, para no presionarme ni ponerme nervioso. Tomé distancia, así que la noche anterior a la presentación de la película dormí tranquilo y feliz. No fui capaz de imaginarme lo que iba a ocurrir”.
Trato de ponerme en la piel de un chaval que hace apenas un año era un completo desconocido para el gran público y que, de repente, se plantó en uno de los festivales de cine más importantes del mundo, acompañado por nuestro director más reconocido y mediático. “Pedro (Almodóvar) nos dijo «chicos, estáis muy guapos» pero yo creo que en realidad pensó «estáis bajo mis alas, nada va a salir mal».
Y así fue: nada salió mal y de un día para otro la vida de George cambió por completo. Porque esos cambios de vida radicales solo tienen cabida en este sector del cine y de red carpets, y que en ocasiones nos recuerda tanto al cuento de la Cenicienta. Estrellas que aparecen de la noche a la mañana cegándonos a todos con un brillo que nosotros mismos les hemos otorgado, a la espera de que nos regalen grandes películas, grandes reportajes y grandes entrevistas, esperando de ellos que enlacen un proyecto con otro para sacarnos de nuestra rutina diaria, ¿acaso no es ese el trabajo de un actor, y el cine una fábrica de sueños?
Inevitable acabar hablando del futuro: “No sé si se puede decir… la actriz Elvira Mínguez ha escrito una novela llamada La Sombra de la Tierra, un drama rural entre dos mujeres de familia, y yo interpreto a uno de los hijos- me explica Steane – en eso estoy ahora mismo, y deseando que lleguen muchas más cosas…”- anhela con una sonrisa este joven de origen mestizo, ajeno -parece- a un porvenir brillante que no ha hecho más que empezar. Larga vida, George Steane.