Diferencias entre hacer el amor y tener relaciones sexuales

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Cómo comprender las complejidades de las relaciones de pareja y la sexualidad en la era de la diversificación de mensajes y las diferencias biológicas

En la sociedad actual, cada vez es más evidente que a las personas, especialmente a las nuevas generaciones, les resulta más complicado comprender y desarrollar relaciones de pareja sanas e, incluso, entender su propia sexualidad. Esta dificultad puede atribuirse a la gran diversificación de mensajes en torno al amor y a los diferentes tipos de sexualidad que inundan nuestra cultura. Además, a pesar del discurso que promueve la igualdad de género, es esencial reconocer que existen claras diferencias biológicas y hormonales que nos hacen diferentes y, en última instancia, complementarios.

Nuestras diferencias biológicas pueden influir en las preferencias y comportamientos de hombres y mujeres en las relaciones de pareja y la sexualidad. En este artículo, vamos a explorar cómo estas complejidades afectan a la construcción de relaciones fructíferas en la edad adulta.

La diversificación de los mensajes y la confusión en las relaciones

En la era digital y la globalización, la diversificación de los mensajes en torno al amor y la sexualidad ha alcanzado niveles sin precedentes. Las redes sociales, las películas, la música y otros medios de comunicación presentan una amplia gama de perspectivas sobre cómo deben ser las relaciones de pareja y cómo se expresa la sexualidad. Esta sobreexposición puede abrumar a las personas jóvenes en su proceso de desarrollo, ya que se enfrentan a una variedad de modelos y estereotipos que pueden llegar a resultarles contradictorios.

Es comprensible que la falta de claridad en los mensajes y la presión social para adaptarse a ciertos ideales dificulten la capacidad de las nuevas generaciones para construir relaciones sanas y fructíferas. El proceso de aprendizaje se vuelve más complejo, ya que las personas jóvenes tienen que filtrar y discernir entre lo que es realista y lo que es simplemente una ilusión romántica. Además, la falta de una educación adecuada sobre relaciones y sexualidad contribuye a esta confusión, ya que muchos jóvenes carecen de los conocimientos y habilidades necesarios para forjar relaciones significativas.

Las diferencias biológicas y hormonales: complementariedad en la sexualidad

A pesar de la lucha por la igualdad de género, hombres y mujeres tienen diferencias biológicas y hormonales evidentes que influyen en su comportamiento y preferencias en las relaciones de pareja. La biología y la química cerebral desempeñan un papel fundamental en cómo experimentamos el amor y la sexualidad.

Durante el orgasmo masculino, se liberan altos niveles de dopamina, una hormona que está asociada con la sensación de recompensa y placer. Esta liberación de dopamina puede crear una tendencia hacia relaciones sexuales efímeras y fugaces, ya que los hombres pueden experimentar una búsqueda constante de nuevos estímulos para mantener la emoción y la gratificación.

Por otro lado, durante el orgasmo femenino la mujer experimenta picos de oxitocina, una hormona relacionada con el apego y la creación de vínculos emocionales y comúnmente conocida como la «hormona del amor«. Estos picos de oxitocina generan un deseo de establecer relaciones más duraderas y construir una conexión íntima con una pareja estable.

Por otro lado, la oxitocina juega un papel fundamental en el fortalecimiento de los lazos afectivos, y es especialmente vital en la relación madre-hijo, tanto en humanos como en muchos animales. Durante el parto y la lactancia, se produce un fuerte incremento en la liberación de oxitocina que no solo facilita estos procesos, sino que además promueve un intenso vínculo emocional entre la madre y su cría. Este vínculo asegura que la madre provea de cuidados, protección y alimentación a su descendencia, maximizando así las posibilidades de supervivencia de la cría. Este proceso es el resultado de millones de años de evolución y se encuentra profundamente arraigado en nuestra genética, lo cual se refleja en la tendencia instintiva de las madres a proteger y cuidar a sus hijos, un comportamiento que resulta esencial para la continuidad de nuestra especie.

Características similares, pero diferencias hormonales

Aunque el amor y el deseo sexual presentan características muy similares, además de tener relación el uno con el otro (es decir, que pueden darse tanto por separado como de manera conjunta) según el especialista Ángel Luis Guillén, del centro de Psicología, Sexología y Coaching Psicopartner, sí que existe diferencias en la regulación hormonal.

Tal y como nos específica Ángel Luis, “el estado de deseo sexual o lo que conocemos como “ganas de tener sexo” se ve afectado, principalmente, por los estrógenos y andrógenos.” Según nos explica, en el caso de los andrógenos, estos son los responsables de la libido sexual y del impulso de mantener relaciones sexuales; mientras que los estrógenos son responsables de la excitación en las relaciones sexuales y de esa sensación de bienestar y de placer que sentimos cuando mantenemos relaciones.

El papel de las hormonas en las fases del enamoramiento

En cuanto al amor, en grandes rasgos, se podría dividir en dos fases: la primera fase, de enamoramiento (también conocida como la fase de luna de miel o del amor romántico); la segunda, de un amor mucho más maduro y asentado. En la fase de enamoramiento, Ángel nos explica que aparece un aumento de dopamina y serotonina y, a su vez, una reducción de norepinefrina. “El aumento de dopamina activa el circuito de recompensa al ver a nuestra pareja; en otras palabras: es la hormona responsable de sentir felicidad, placer y bienestar cuando estamos con nuestra pareja” Es decir, que el aumento de la dopamina es el responsable de esa sensación de subidón o de mariposas en el estómago que sentimos cada vez que vemos a nuestra pareja.

“En el caso de la serotonina, es quien genera el estado de calma que sentimos cuando vemos a nuestra pareja, y es por eso por lo que cada vez necesitamos pasar más tiempo con ella para seguir sintiéndonos de esa manera.”

 Y, por último, en cuanto a esa reducción de la norepinefrina, “es lo que provoca que la conducta esté más alterada y agitada, haciendo que la toma de decisiones sea más irracional e impulsiva. Esta hormona la responsable de que resulte más difícil notar las características negativas de la pareja.”

En la segunda fase, que hemos denominado como ‘fase del amor maduro’, “se refiere a la sensación de estabilidad y tranquilidad.” Esta etapa es la que tiende a confundirse como ‘caer en la rutina’, y muchas veces puede causar ese sentimiento en el que pensamos que ya no es lo mismo.

“En esta fase aparece la oxitocina y la vasopresina. La vasopresina es la responsable de la formación de relaciones monógamas. Es decir, que es quién promueve la unión y preferencia por nuestra pareja, terminando por desarrollar un apego hacia esta.” La oxitocina, por su parte, “se encarga de las sensaciones de calma y bienestar ante la presencia de nuestra pareja, reforzando el vínculo y contacto con la pareja a partir de sentimientos de ternura y calidad.”

 El papel de la oxitocina y la dopamina durante el acto sexual

Ángel Luis hace hincapié en que, aunque ambas hormonas aparecen a lo largo de las diferentes etapas sexuales, no tienen por qué ser las que más predominan en cada fase o en cada momento.

Aun así, vamos a explicar su papel en las relaciones sexuales:

En cuanto al sexo «sin más», ya hemos explicado anteriormente que lo único que interviene es el deseo sexual y la atracción física. Por eso, la oxitocina “actúa como un despertador de libido”. Por su parte, la dopamina funciona como “un circuito de recompensa” al estar con la pareja sexual, ya que es la encargada de esa atracción que sentimos por alguien. Además, actúa de manera indirecta en el deseo, “ya que induce la testosterona, siendo esta hormona clave dentro del deseo sexual y las ganas de mantener relaciones sexuales.”

Cuando «hacemos el amor«, la oxitocina “es clave para la formación de apego con la pareja, intensificando los vínculos afectivos, es decir, que se encarga de establecer una profunda conexión con la pareja, como la intimidad, la complicidad o el entendimiento.” La dopamina, sin embargo, “se va reduciendo, desapareciendo esa etapa más pasional por una más de afianzamiento del vínculo de la pareja.” Con ello, se van equilibrando esos sentimientos de deseo, impulsividad, nervios o, incluso, obsesión.

Diferencias hormonales entre hombres y mujeres en el sexo

Según nos explica Ángel Luis, son las mujeres quienes tienen mayor predisposición generar oxitocina en el ámbito sexual. Esto es así porque las mujeres “tienen una mayor activación del área tegmental ventral, siendo este el área responsable de que exista un nivel más elevado de dopamina.” Esta hormona es clave en el deseo sexual, sobre todo, en el orgasmo.

En cuanto a la oxitocina se refiere, “también aparece una mayor cantidad en mujeres”. Esta hormona es la que genera ese sentimiento de afianzamiento, confianza y complicidad con la pareja.

Estas diferencias biológicas y hormonales no deben considerarse como una forma de estereotipar o generalizar a todos los individuos, ya que cada persona es única y puede experimentar estas respuestas de manera diferente. Sin embargo, proporcionan una base biológica que puede contribuir a comprender ciertos patrones observados en las relaciones de pareja.

Es importante tener en cuenta que estas diferencias biológicas no determinan completamente el comportamiento de hombres y mujeres en las relaciones de pareja y la sexualidad. La construcción de relaciones saludables y duraderas depende de diversos factores, como la comunicación efectiva, el respeto mutuo, la empatía y el compromiso. Estos aspectos no están exclusivamente ligados a las diferencias hormonales, sino que también se ven influenciados por la educación, las experiencias personales y las expectativas culturales.

En este sentido, es fundamental que la educación y la sociedad promuevan una comprensión equilibrada y respetuosa de las diferencias entre hombres y mujeres. Reconocer nuestras particularidades biológicas no implica establecer jerarquías o justificar roles de género rígidos, sino comprender que somos complementarios y que cada individuo tiene necesidades emocionales y sexuales únicas.

Para construir relaciones de pareja sólidas y satisfactorias, es necesario que hombres y mujeres se involucren activamente en un proceso de autoconocimiento y autodesarrollo. Esto implica explorar y comprender nuestras propias emociones, necesidades y deseos, así como comunicarlos abiertamente a nuestras parejas. Además, fomentar una educación integral y accesible sobre relaciones y sexualidad desde edades tempranas puede proporcionar a las nuevas generaciones las herramientas necesarias para tomar decisiones informadas y establecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la igualdad.

El desafío de entender las relaciones de pareja y la sexualidad en las nuevas generaciones radica en la diversificación de los mensajes y la falta de claridad en los modelos presentados. Sin embargo, también es esencial reconocer las diferencias biológicas y hormonales que existen entre hombres y mujeres, las cuales pueden influir en las preferencias y comportamientos en las relaciones. Comprender estas diferencias no debe ser utilizado para perpetuar estereotipos de género, sino para fomentar una comprensión equilibrada y respetuosa. Construir relaciones saludables requiere de un proceso de autoconocimiento, comunicación abierta y educación integral que empodere a las nuevas generaciones para forjar relaciones fructíferas y satisfactorias en su vida adulta.

Artículo publicado por Laura Martínez

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