Las personas que nos gustan y que nos generan atracción revelan información muy útil acerca de nosotros mismos y del momento en el que nos encontramos. Así nos definen las personas que nos atraen
Las relaciones de pareja son una de las experiencias más significativas y definitorias de nuestra vida. A lo largo de nuestra existencia, las personas que nos atraen, que despiertan nuestro deseo y que logran que nos enamoremos, pueden revelar mucho sobre quiénes somos, qué valoramos y dónde nos encontramos en nuestro camino de vida.
Durante la adolescencia, período marcado por el descubrimiento y la exploración, es común que nos sintamos atraídos principalmente por el aspecto físico. Esta etapa está cargada de cambios hormonales y emocionales que nos llevan a valorar la belleza física, la popularidad y otros aspectos similares. Esta atracción por la apariencia, aunque superficial a los ojos de muchos, no es menos válida, sino que refleja una fase de la vida donde todavía estamos aprendiendo sobre el amor y la atracción. Estamos descubriendo nuestros propios cuerpos y, por lo tanto, los cuerpos de los demás se convierten en un foco de interés.
A medida que entramos en la adultez temprana, nuestra perspectiva cambia. A menudo, comenzamos a buscar parejas que puedan proporcionarnos estabilidad. Aunque el atractivo físico sigue siendo importante, tendemos a valorar otros aspectos como la responsabilidad, la seguridad financiera y la capacidad de compromiso. Esto puede reflejar nuestros deseos de sentar bases sólidas para nuestra vida, de encontrar un compañero que pueda ayudarnos a navegar los desafíos que vienen con la edad adulta.
Cuando llegamos a los 40 años o más, a menudo buscamos seguridad. Quizás hemos experimentado ya las pruebas y tribulaciones de la vida y valoramos una pareja que pueda brindarnos un sentido de paz y tranquilidad. Este cambio puede reflejar una madurez emocional que viene con la experiencia de vida. Ahora valoramos la seguridad emocional, la compatibilidad a largo plazo y el apoyo mutuo.
La atracción por el aspecto físico y su significado biológico
En realidad, la atracción por el aspecto físico no es exclusiva de la adolescencia, y su relevancia trasciende más allá de esta etapa. Los seres humanos, como muchos otros animales, estamos biológicamente programados para buscar signos de «buena genética» en sus posibles parejas, como una manera de asegurar la supervivencia y el éxito de su descendencia. Estos signos suelen manifestarse en la apariencia física de una persona.
Por ejemplo, la simetría facial y corporal, una piel saludable, y una constitución física fuerte pueden ser indicadores de buena salud y robustez genética. Estas características se perciben subconscientemente como atractivas porque sugieren que la persona es capaz de producir descendencia fuerte y saludable. Además, la apariencia física también puede ser un indicador de la salud general de una persona, lo cual tiene implicaciones para la vida en pareja y la crianza de los hijos.
Incluso cuando la reproducción no es una consideración directa, estas señales biológicas pueden seguir influyendo en nuestras percepciones de atractivo. Una buena salud física puede ser atractiva en un sentido más amplio porque sugiere vitalidad, energía y capacidad para participar en diversas actividades de la vida. Además, una apariencia física atractiva también puede indicar autocuidado y autoestima, cualidades que son valoradas en una pareja a cualquier edad.
Por lo tanto, la atracción por el aspecto físico no es simplemente una cuestión de superficialidad o vanidad, sino que puede tener sus raíces en impulsos biológicos y sociales profundamente arraigados. Si bien estos factores pueden variar en importancia dependiendo de la etapa de la vida en la que nos encontramos, la apariencia física seguirá siendo un factor relevante en la atracción humana, más allá de la adolescencia.
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¿Por qué nos fijamos en alguien concreto?
Según los expertos en crecimiento personal y relaciones de pareja, elegir a nuestra pareja es un proceso inconsciente. En ese proceso tienen lugar una serie de elementos que no se perciben a simple vista y que nos impulsan de una determinada manera a elegir a una persona y no a otra.
El primer aspecto y el más principal es la atracción física. Según los expertos, se tiende a buscar los tipos físicos que se ven representados en nuestro entorno, generalmente, en el entorno familiar. También, solemos fijarnos en personas que nos recuerdan en algún aspecto a nuestros progenitores. Incluso puede tener que ver la influencia que tuvo en nosotros nuestro primer amor.
Por motivos lógicos, también tiene importancia que la persona pertenezca al mismo nivel económico y sociocultural. Por supuesto, existen excepciones, como en todas partes, pero los expertos dicen que no se dan en el conjunto de la población.
Inconscientemente, también buscamos cualidades que no tenemos y que valoramos o que nos gustaría tener. Eso fomenta el sentimiento de que alguien nos complementa, un aspecto importante en una relación. Por ejemplo: si la otra persona es sociable y yo no lo soy, sirve para complementarnos.
A la hora de decidir comenzar una relación, nos guiamos por la diferencia entre costes y beneficios. Si nos va a suponer mucho esfuerzo adaptarme a una persona y nos va a aportar poco, la vamos a rechazar.
¿Las personas de las que nos enamoramos, nos definen?
Quizá se pueda tratar más de una reflexión personal que de un hecho objetivo. Pero, como todo en la vida, requiere de un análisis crítico.
Como ya hemos visto, nuestra forma de ser, nuestros gustos, nuestra actitud ante la vida, nuestro estilo de vida y nuestras ambiciones tienen verdadera importancia en el momento en el que escogemos a la persona con la que queremos compartir nuestra vida.
Ahora bien, ¿qué significa esto para nosotros en términos de autocomprensión y crecimiento personal? Las personas que atraemos y las características que valoramos en ellas pueden decir mucho sobre lo que necesitamos o deseamos en nuestra propia vida. Si constantemente nos encontramos atraídos por personas que proporcionan estabilidad, tal vez estemos buscando esa estabilidad en nosotros mismos. Si nos encontramos buscando seguridad, puede ser que necesitemos trabajar en nuestra propia seguridad emocional.
En el proceso de enamorarse intervienen mecanismos psicológicos, culturales e incluso biológicos. Gracias al avance científico, hemos descubierto que encontrar a nuestra media naranja tiene que ver también con la razón: menos romántico de lo que se pensaba hasta ahora.
Enamorarse de alguien responde a una serie de creencias, deseos, experiencias, necesidades y anhelos inconscientes que hacen que nos fijemos en una persona o en otra.
De manera inconsciente buscamos aquello que consideramos que nos complementa, lo que necesitamos o lo que nos gustaría ser. Buscamos rostros que nos resulten familiares y personas que nos hagan sentir como en casa. A quien escogemos para compartir nuestro día a día es un reflejo de nosotros mismos. Pero, además, son un trozo de nosotros. Y no solo porque esa persona se convierta en parte de nuestra vida, sino porque en su forma de ser, de sentir y de actuar hay algo nuestro. Que hayamos clavado nuestra mirada en una persona que es especial para nosotros dice algo de los dos. Su forma de ser habla de sí mismo, pero también de nosotros: de lo que nos ha llamado la atención, de lo que hemos elegido para tener a nuestro lado. Por ese motivo, esa persona siempre será un trozo de nosotros.
Pero debemos de tener cuidado a quién le echamos el ojo. Las películas románticas han creado un imaginario colectivo sobre que el amor lo puede todo y todo es posible cuando se está enamorado. Pero la vida no es una película y, por desgracia, no siempre hay un final feliz. Por eso, debes estar seguro de cómo es la persona con la que quieres compartir tu vida, y saber dejar ir cuando, claramente, se tienen intereses distintos y las cosas no pueden funcionar. Y eso, en cierta medida por culpa de las películas, no es lo que nos venden al afirmar que «los polos opuestos se atraen».
Los polos opuestos… ¿se atraen?
O eso nos dicen en las películas románticas. Como hemos dicho, existen excepciones en todas partes. Ya hemos comentado que alguien que se diferencie de nosotros en ciertos aspectos nos puede atraer y gustar porque vamos a sentir que nos complementa. Si esa persona es muy organizada y nosotros no lo somos, podemos tomarlo como una oportunidad de mejorar en ese aspecto, por lo que esa persona nos va a complementar en ello.
Pero debemos de tener cuidado con esta afirmación. No todos los polos opuestos combinan. Ahora vivimos en la época de los crushes, y con ello, tendemos a idealizar a ciertas personas y las respectivas relaciones con ellos. muchas veces, se trata de un amor no correspondido. Debemos admitir la realidad y, si no congeniamos, se aleja mucho de aquello que buscamos o necesitamos, debemos continuar por nuestro camino y buscar a otra persona que sí que se adapte más a nuestros estándares y a nuestro estilo de vida.
En última instancia, entender por qué nos atraen ciertos tipos de personas puede ser una herramienta poderosa para el autodescubrimiento y el crecimiento personal. Esto nos permite reflejar sobre nuestros propios deseos, necesidades y áreas de crecimiento. Es un espejo que refleja nuestros miedos, nuestras esperanzas y nuestras pasiones más profundas. Así, mientras buscamos amor y conexiones significativas con los demás, también podemos aprender a amarnos y entendernos a nosotros mismos de una manera más profunda y auténtica.
Artículo publicado por Laura Martínez
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