Los antidepresivos a veces vienen acompañados de un efecto indeseable que afecta de manera negativa a la sexualidad. Ahora bien, la gravedad de los efectos sexuales secundarios depende del paciente, del tipo de fármaco prescrito y de la dosis establecida de antidepresivo, afirman los especialistas.
La pérdida de deseo sexual y las dificultades para mantener una relación erótica plena pueden ser uno de los síntomas que vienen de la mano de la depresión. En efecto, hasta el 75 % de las personas deprimidas reconocen tener problemas en la cama.
Pero la disfunción sexual también puede ser un efecto secundario ligado a muchos antidepresivos utilizados para tratar el llamado trastorno depresivo mayor (TDM), una enfermedad psiquiátrica grave cuyo tratamiento, dicho sea de paso, sigue siendo un reto para la neurociencia moderna.
El manejo de los estados depresivos suele fusionar terapias psicológicas con antidepresivos, que pueden tener efectos indeseables en la salud sexual. Los científicos saben, por ejemplo, que el 27,43 % de las personas que toman sertralina se queja de que afecta a su vida erótica. Lo mismo le sucede al 24,82 % de los pacientes con la venlafaxina; al 20,27 % con el citalopram; al 16,68 % con la paroxetina; al 15,59% con la fluoxetina, el famoso Prozac; al 7,24 % con la imipramina; al 6,24 % con las fenelcina; o al 4,36 % con la duloxetina.
La insatisfacción sexual constituye uno de los principales motivos que conducen al abandono de la medicación
Para algunas personas deprimidas, los efectos sexuales indeseables de la medicación o bien son llevaderos, o bien disminuyen de manera considerable a medida que sus organismos se adaptan a la terapia farmacológica. Para otras, sin embargo, interfieren de forma contundente en su calidad de vida, hasta el extremo de hacerles sentirse frustrados y descorazonados.
De hecho, la insatisfacción sexual constituye uno de los principales motivos que conducen al abandono de la medicación: un estudio del Buffalo Medical Group realizado en 2005 señalaba que más del 20 % de los pacientes con depresión encuestados confesó que la pérdida de la libido estaba entre los principales motivos de falta de adhesión al tratamiento farmacológico de su depresión.
Se trata de una decisión que puede conllevar un alto precio. Los psiquiatras advierten de que jamás hay que dejar de tomar el antidepresivo sin antes pasar por consulta, ya que el abandono repentino del tratamiento farmacológico puede hacer que regresen o se agraven los síntomas de la melancolía o provocar la aparición de señales de abstinencia.
No cabe duda de que la depresión, una enfermedad que afecta a 280 millones de personas en el mundo, casi el 4 % de la población, limita a la persona que la padece. Esta procesa la información del mundo que le rodea de forma distorsionada, y sus pensamientos se vuelven negativos, y su nivel de malestar existencial se dispara.
La vida se pone cuesta arriba, y el sexo, cuesta abajo.
Para las víctimas de la melancolía patológica, la vida se convierte en una travesía empinada, y las cosas que antes resultaban placenteras dejan de serlo y se vuelven insatisfactorias, como el sexo. Sin ir más lejos, la disfunción eréctil, esto es, la incapacidad para mantener o conseguir la suficiente rigidez del pene para realizar una relación sexual satisfactoria, hace acto de presencia en el 90 % de los varones con depresión grave y en un 25 % de los de leve.
No todos los deprimidos pierden el interés por la relación carnal, pero un porcentaje cae en la apatía erótica. La depresión y los medicamentos antidepresivos pueden causar síntomas como un desplome de la libido, sequedad vaginal y disfunción eréctil, según un estudio publicado por psiquiatras de las universidades de Salamanca y Barcelona en el Journal of Clinical Medicine, en 2019.
En el mismo trabajo puede leerse que las personas deprimidas también pueden encontrar más difícil disfrutar de un orgasmo, o que caigan directamente en la anorgasmia. Y que entre el 50 % y el 70 % de los pacientes que toman inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), caso del citalopram, la fluoxetina o la sertralina, experimentan algún tipo de disfunción sexual.
Los antidepresivos que causan la mayor cantidad de efectos secundarios sexuales
Los ISRS se cuentan entre los antidepresivos con mayor probabilidad de causar efectos secundarios en la salud sexual. También pueden incluirse en esta lista los llamados antidepresivos tricíclicos y tetracíclicos, como son la amitriptilina, la clomipramina y la nortriptilina; y los inhibidores de la monoaminoxidasa o IMAO, donde destacan fármacos como la isocarboxazida, la fenelzina y la tranilcipromina. En este sentido, hay que señalar que el IMAO selegilin, que se aplica mediante un parche en la piel, apenas afecta a la salud sexual del paciente.
Los más amables con la pulsión erótica
Según los psiquiatras, los antidepresivos que menos interfieren en la sexualidad son, entre otros, el bupropión, un derivado de la clorpropiofenona que inhibe la recaptación neuronal de dopamina y noradrenalina; la mirtazapina, que actúa aumentando la liberación de noradrenalina y de la serotonina mediante el bloqueo de ciertos receptores presinápticos; y la vilazodona, un inhibidor selectivo de la recaptación de serotonina, neurotransmisor clave para regular el estado de ánimo.
La vortioxetina es un antidepresivo de una nueva clase que tiene la virtud de modular varios neurotransmisores —serotonina, dopamina, noradrenalina, histamina, glutamato y GABA— y cuyo perfil de efectos adversos es también distinto al de otros antidepresivos convencionales. Algunos estudios clínicos apuntan a que su incidencia en la disfunción sexual es baja en comparación con otros antidepresivos.
En cualquier caso, la persona indicada para valorar los efectos secundarios de un antidepresivo es el médico. Si una persona deprimida experimenta síntomas de padecer una disfunción sexual, puede dar el primer paso para abordarla reconociendo que existe y hablándolo con su pareja, así como con su médico o terapeuta. Este decidirá si ha de cambiarse la dosis del medicamento, añadir un segundo antidepresivo, como el bupropión, u optar por otro diferente. También puede echar mano de fármacos diseñados específicamente para tratar la disfunción sexual.
En efecto, las investigaciones han demostrado que, además de los antidepresivos, las personas que padecen disfunción eréctil pueden beneficiarse de fármacos como el sildenafilo y el tadalafilo, dirigidos a tratar la impotencia.
Tener sexo antes de tomar la pastilla
Por último, el momento de ingerir el antidepresivo también puede influir en el deseo sexual. Esperar hasta después de haber mantenido relaciones sexuales para tomar medicamentos como la sertralina o los antidepresivos tricíclicos puede ayudar a reducir sus efectos perniciosos en la alcoba, ya que cuando los niveles de estos antidepresivos en el cuerpo están en sus cifras más bajas, el apetito sexual puede cosechar un mejor rendimiento.
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