¿Quieres saber en qué consiste realmente el biohacking y qué ejemplos prácticos existen? Echa un ojo a los preferidos de los expertos en la materia.
Si lo piensas bien, casi cualquier estratagema para mejorar nuestra actividad biológica puede considerarse un ejemplo de biohacking. A partir de ahí, los más frecuentes serían los cambios en la dieta, el seguimiento del sueño, el cuidado de los músculos y, en general, la modificación de los hábitos y el estilo de vida para vivir muchísimo más y mejor. Como ya te puedes imaginar, la longevidad y el antiaging están a la cabeza de estos objetivos y sus gurús están dispuestos a innovar muy-mucho (hasta límites a veces cuestionables) para conseguir ser parte de esta “fuente de la juventud”.
¿Por qué es importante el biohacking?
Como pasa con los exosomas, o cualquier nueva moda que busca convertirnos en “superhumanos”, el biohacking parece tener sus adeptos, aunque también sus detractores. Algunos se preguntan si es realmente pseudociencia, pero otros, como el Dr. Jan Lio, explican que simplemente es “emplear herramientas que estén a nuestra disposición para mejorar nuestra calidad de vida, utilizando ciertos dominios de la ciencia, como la medicina o la biología molecular, con un objetivo preciso”.
Este concepto, que sí, puede tener sus polémicas y sus enfoques más radicales, es sobre todo interesante porque se centra en optimizar el cuerpo a través de hábitos que podemos poner en marcha a diario. Y que incluso, algunos de ellos ya los practicamos sin saber siquiera que “hackean” nuestro organismo. “El biohacking permite potenciar nuestro rendimiento. Y la idea es que con pequeños cambios en tu estilo de vida, de nutrición y las herramientas tecnológicas adecuadas, puedas transformar tu bienestar físico, mental y emocional”, afirma Gladys Kali, experta en neurociencia aplicada al bienestar, liderazgo y rendimiento cognitivo.
¿Qué ejemplos de biohacking existen?
La Doctora en Fisiología Humana, Sanchari Sinha Dutta, explica que existen muchísimos tipos de hacks, como el molecular o el tecnológico. Este primero se basa en “usar suplementos para mejorar las actividades biológicas, sean vitaminas, minerales o péptidos”. Mientras que otro ejemplo de biohacking que existe podría ser “administrar componentes celulares para mejorar nuestra biología”. O todas aquellas “prácticas basadas en la tecnología que incluyen dispositivos portátiles y de diagnóstico, como el smartwatch o los monitores de presión arterial y glucosa”. Lo mejor es que estas máquinas “generan muchísimos datos que ayudan a los biohackers a manipular su salud y mejorar su rendimiento”. Y la gran mayoría de ellas están implementadas directamente en sus casas, como un paso más de la rutina diaria.
Y, si bien es cierto que parecen prácticas inofensivas, algo por lo que sí se puede considerar peligroso el biohacking es por ejemplos que existen de ciertos gurús que “se implantan dispositivos electrónicos, imanes o chips de radiofrecuencia en el cuerpo para mejorar aspectos de su salud o tener nuevas experiencias sensoriales”. O sea que ¡ojo con eso!
¿Qué ejemplos sencillos de biohacking puedes practicar a diario?
Dave Asprey, autor científico del New York Times y conocido en todo el mundo como el padre del biohacking, explica que esta práctica “es el arte y la ciencia de cambiar el entorno que te rodea y también tu interior para que tengas un control total sobre tu propia biología”. Y aquí la pregunta clásica que nos surge es ¿qué puedes hacer realmente con ese control? “Puedes perder peso, hacer que tu cerebro funcione mejor, optimizar tu calidad del sueño o tener mucha más energía al final del día”, asegura el experto. Asprey cuenta algunos de sus “biohacks” favoritos, que encima son facilísimos de poner en marcha día a día.
Duchas de contraste
Como asegura el propio Asprey, “podrías pasar cada minuto de tu vida haciendo biohacking y obteniendo resultados”, pero la clave está en conseguirlos en el menor tiempo posible y con el menor esfuerzo. Y para esto, un truco que viene genial son las duchas de contraste o el método Wim Hof. “Empieza por ducharte con agua tibia y al final pon el agua completamente fría y haz que el chorro caiga en tu frente. Lo más probable es que el primer día, después de unos 10 segundos, no puedas aguantar más. Pero repítelo al día siguiente y al otro, subiendo el tiempo de exposición”. Esto hará que generes energía mucho más rápido y de una forma de lo más sencilla, afirma el experto.
Protección frente a las pantallas
“La luz muy brillante de las pantallas y dispositivos puede hacer que te sientas más cansado al final del día”. Asprey recomienda unas gafas que bloquean parte de la luz azul y aconseja llevarlas siempre en interiores. De hecho, seguro que las habrás visto en los ojos de casi todos los biohackers, que parecen haberlas convertido en su seña de identidad a lo estrellas del rock. “Te dan el doble de energía y eliminan la luz que estresa tu cerebro”. Un hackeo simple, fácil y asequible con el que “de verdad el cambio se nota y mucho”.
Ayuno intermitente
Cuando duermes, básicamente estás pasando un rato sin comer. Y según Asprey, el ayuno intermitente no es más que eso, aplazar el desayuno. Es decir, recomienda cenar pronto y desayunar más tarde, aumentando esas horas sin ingestas. “Pero si en lugar de 8 horas, has pasado 12, 14 o 16 sin comer, durante ese tiempo todas las enzimas de tu cuerpo que habrían sido responsables de digerir los alimentos, entran y limpian tus células. Te sorprenderías de lo bien que te sientes y de lo vigorizado que estás”, asegura el biohacker. “Estás más ligero, puedes perder peso y tu cerebro funciona mejor”.
Eso sí, también hace una advertencia: te sentirás bien solo cuando te acostumbres a hacerlo. Pero no significa que debas practicarlo ni tampoco que a todo el mundo esto le funcione de la misma forma. Siempre conviene consultar estas cuestiones con un experto en la materia y por muy “life hack” que parezcan estos ejemplos de biohacking que existen, hay que ir con precaución cuando se trata de nuestra salud.
Dormir de una forma diferente
“Elevar la altura (unos 15 cm) de la parte de tu cama donde colocas la cabeza, puede mejorar la calidad de tu sueño. Lo sentirás extraño durante la primera noche o dos. Pero lo que sucede es que todas las células de tu cerebro se deshacen de las proteínas tóxicas que se acumulan durante el día y la noche”. Por otro lado, “no enciendas la luz si te levantas para ir al baño por la noche ni cuando te cepilles los dientes para irte a dormir.
Haz que tu habitación esté mayormente a oscuras y consigue una pequeña luz roja o pon tu móvil con la pantalla atenuada en rojo si lo necesitas”. Como dice Asprey, “en ningún momento de la historia de la humanidad tuvimos luces brillantes. Por lo que esto confunde tus sistemas de sincronización y, aunque te vuelvas a dormir, la calidad del sueño es mucho peor”.
Practicar la meditación y el agradecimiento
Un hack que Asprey practica cada noche esta vez tiene que ver más con la parte emocional. “La gratitud tiene un efecto profundo en tu sistema nervioso y en tu biología celular. No debes estar estresado repasando todos tus eventos, qué ha salido mal o qué podrías haber hecho mejor. Simplemente encuentra tres cosas pequeñas que puedas decir en voz alta, escribir o contarle a alguien por las que estés agradecido ese día. Puedes hacerlo tanto por la mañana, como por la noche o a la hora de la cena. No importa. Hazlo todos los días durante el resto de tu vida y tus células funcionarán mejor”, asegura el biohacker. Es una forma de poner en práctica la mentalidad positiva y de ser conscientes del aquí y el ahora.
El ejercicio suave, intenso y súper lento
Alanis Marina, biohacker y experta en desarrollo personal y nutricional, nos pone varios ejemplos que existen de biohacking relacionados con el ámbito del ejercicio. ¡Para mantenernos en forma y ayudarnos a convertirnos en una máquina de quemar grasas! “Realiza ejercicio suave, entre 10 y 20 minutos cada día, nada más levantarte o antes de desayunar. Puede ser salir a pasear, montar en bici, hacer yoga o incluso meternos en una sauna”. Por supuesto, si es al aire libre, mucho mejor. Es una forma de practicar el famoso “grounding”, que básicamente consiste en que nuestro nuestro esté en contacto físico con la naturaleza. “No hace falta que sean 90 minutos de deporte, lo importante es que nos movamos y hagamos que nuestra sangre circule”.
Otro tipo de ejercicio que nos ayudará a mantener masa muscular y a mejorar la movilidad es el de alto impacto, como Tabata o HIIT. “Sería conveniente realizarlo una vez al día durante todos los días y consiste en hacer 20 segundos de ejercicios y luego 10 segundos de descanso. Y así hasta llegar a los 4 minutos”. Y otro que recomienda la experta según recientes estudios es el conocido como entrenamiento súper lento. “Se trata de realizar una serie de un ejercicio concreto muy lentamente. Por ejemplo, hacer una flexión durante 5-10 segundos de bajada y otros 5-10 segundos de subida. Y lo mismo serviría para cualquier parte del cuerpo”. Antes de llegar al fallo, cuando el músculo está en tensión, empieza a segregar la hormona del crecimiento, encargada de que durmamos mejor o del rejuvenecimiento. “Puedes realizarlo un día a la semana y no haría falta más”.
Mejorar las digestiones
“Cuando comemos un plato rico en carbohidratos, tenemos un pico de glucosa en sangre”, explica Alanis. Por eso, “si vamos a hacer comidas de este tipo, se ha demostrado que practicar ejercicio durante 30 segundos antes de esa ingesta, consigue bajar su impacto”. ¿Cómo nos ayuda esto realmente? Pues si eres de los que tiene problemillas de digestión, así podrás pasar a tener una mucho más eficiente a nivel bioquímico.
¿Por qué es controvertido el biohacking?
Además de los tips fáciles, muchas personas quieren ir un paso más allá de los cambios en la dieta o la forma de descansar. Y por eso ponen en práctica los ejemplos que existen de biohacking tecnológico, colocándose dispositivos para experimentar con cualidades para las que ni siquiera fuimos creados genéticamente. Esto nace del transhumanismo, en el que estos biohackers más extremos buscan darle nuevas capacidades a su propio cuerpo, yendo incluso en contra de la naturaleza.
Entre los casos más famosos, el biohacker Liviu Babitz lleva incrustado en el pecho un chip electrónico con bluetooth que le permite saber a dónde se está dirigiendo, ya que manda ligeras vibraciones cada vez que su cuerpo gira hacia el norte. O el ingeniero de software John Costik, que desarrolló un sensor subdérmico enlazado a una app, para monitorear los niveles de glucosa en sangre de su hijo diabético.
Sea a modo de invento para mejorar la salud o como un paso más cercano para convertirnos prácticamente en cyborgs, la Dra. Sanchari Sinha Dutta explica dónde está la verdadera controversia. “Aunque es un tema potente, algunas formas de biohacking, como las manipulaciones genéticas o la autoadministración de medicamentos no regulados por las autoridades, pueden presentar graves riesgos para la salud pública”. O sea que antes de sumarte a la nueva moda y a estos ejemplos de biohacking, consulta siempre con un especialista y asegúrate de que los hábitos vayan contigo y tu situación particular.
