Si tienes la sensación de no pertenecer a ningún lado, tanto si se trata de amistades, familia o trabajo, puede que la solución esté en cambiar de perspectiva. Te lo cuentan estos psicólogos.
A menudo te sientes como un extraño que no encaja en ningún lado? ¿Piensas que no eres de este planeta porque no te pareces en nada a la gente que te rodea? Si te cuesta hacer nuevos amigos y últimamente tienes muchos momentos de decir “qué hago yo aquí”, deja de enfadarte por todo y mira la situación con lupa. Sí, a veces no eres tú, son los demás. Pero otras, también es al revés. Y ahí es cuando la culpa no es de nadie y de todos a la vez. Por eso, los expertos proponen reflexionar sobre cómo el sentido de pertenencia es algo más complejo que simplemente tener muchos contactos y sentir que encajamos en el grupo de “los popus”. ¡Es hora de replantearse cositas!
¿Por qué siento que no pertenezco a ningún lugar?
Si llevas un tiempo sintiéndote así o incluso toda la vida, es probable que ciertas experiencias del pasado hayan podido servir de detonador. El psicólogo Fran Jódar explica que son situaciones que se suelen dar en personas que han sufrido acoso o han vivido etapas traumáticas en la infancia o adolescencia. O bien porque se han sentido discriminados o desplazados, o porque sienten que no encajan en los contextos en los que se han ido desarrollando durante los años.
Algo que además los caracteriza es que son personas altamente sensibles. “Suelen establecer vínculos afectivos a un nivel más profundo y no funcionan con relaciones superfluas”. Si es tu caso y no concibes que haya gente que un día sea cercana y al día siguiente totalmente fría, quizás es momento de cambiar el chip. “Lo primero que suelo remarcar es que no es por la persona en cuestión, sino por cómo son los grupos y cómo se conforman las relaciones sociales”. Jódar explica que se forman en torno a rasgos comunes que definen al grupo y lo consolidan. “Por eso se suele criticar al que es distinto, para pulir esas diferencias individuales y que la dinámica encaje”. Y si esto ocurre, simplemente ten en cuenta que ese grupo no es para ti.
¿Qué debes hacer? ¿Crear una nueva identidad? ¿Parecerte a los demás? ¿Copiar la personalidad de los otros? ¡Rotundamente no! “Eso va a minar tu autoestima, va a difuminar tu autoconcepto y va a dejarte vacío de autenticidad. Porque cuando te conviertes en una réplica más de algún miembro del grupo, dejas de tener valor”. Esto ocurre evidentemente porque no aportas nada nuevo, nada auténtico ni genuino. “Es algo contradictorio porque por un lado queremos formar parte y que todos seamos iguales. Pero por otro, si los miembros no se diferencian, los penalizamos”.
¿Por qué siento que no encajo?
Lo cierto es que, como suele ocurrir en psicología, hay muchas interpretaciones de por qué te sientes así y es que es algo que depende totalmente de las circunstancias individuales. Aquí, la psicóloga Gabriela Silva Alfaro explica que habitualmente recibe muchas consultas con personas que están en esta misma situación y por lo general se observa que tienen una sensibilidad diferente. “Cuando sienten que alguien los está traicionando o que no los entienden, en lugar de solucionar las cosas o poner límites, se alejan. Y es esto lo que genera que muchas veces les cueste encontrar su lugar en el mundo”. Cuando uno no termina de encajar, sea con los amigos, el trabajo o la familia, no siempre el problema es de los demás. “Conocernos cada vez más es entender en qué lugares nos sentimos más cómodos y en cuáles no”.
“Es muy común sentir que no encajamos en la sociedad ni en ningún lado porque somos especiales, únicos y diferentes. Y ahí nosotros mismos vamos cavando nuestra trinchera de soledad”, dice el psicólogo José Luis Zamarripa. Algo que deberíamos hacer es no fingir y no convertirnos en alguien que no somos. Pero sí aprender nuevas habilidades sociales que quizás no tuvimos en la infancia. En esta fase reinarán temas como la empatía, el interés que tenemos por los demás y qué aportamos a las conversaciones y relaciones. “Estamos en esta fantasía de que vamos a llegar a un grupo y vamos a caer bien porque somos maravillosos en nuestra cabeza. Y si los demás no lo ven, tenemos la idea de que los buenos nunca ganan”. Pensamos que todo se lo llevan los malotes, pero es mucho más complejo que eso y debemos poner de nuestra parte para cambiar las cosas.
¿Cómo desarrollar el sentido de pertenencia?
“Es un sentimiento que la mayoría de la gente conoce y definitivamente hay cosas que podemos hacer para fortalecer nuestro sentido de pertenencia”, dice la Doctora Maika Steinborn. Una de las propuestas es reestructurar nuestro pensamiento para sentirnos más conectados con los demás, incluso cuando estamos solos. “Si sentimos que somos unos bichos raros o que estamos fuera de lugar, eso aumentará nuestra sensación de desconexión. Pero podemos volver a conectar si pensamos que probablemente el 99% de las personas que nos rodean se han sentido así en algún momento de sus vidas”.
Algo que debemos entender es que no podemos pretender encajar todo el tiempo y con todo el mundo. Siempre habrá cosas que tengamos en común y cosas que no. “Y cuando podamos aceptarlo, tendremos paz mental porque dejaremos de luchar contra algo que no podemos cambiar”. A partir de ahí lo que haremos es entrar en situaciones sociales buscando puntos en común para vincularnos con los demás. “Otra verdad aliviadora es que no necesitamos sentir que encajamos en algún lado para pertenecer. Podemos ser diferentes y aún así conectar en el nivel más profundo, apreciando la singularidad de todos”. Y esto es algo en lo que la sociedad necesitaría trabajar muchísimo más, advierte Steinborn.
“Para sentir conexión, necesito quitarme mi armadura y ser consciente de a quién me abro”. Cuando confiamos en alguien, realmente necesitamos aceptarnos, permitirnos ser vulnerables y auténticos. Y una vez que lo hayamos hecho, podremos experimentar una verdadera pertenencia. Muchas veces nos acostumbramos tanto a ser unos incomprendidos que nos volvemos críticos con el resto. Y pertenecer requiere que les demos una oportunidad a las personas. “A veces funciona, a veces no. Pero no debemos esperar a que los otros se acerquen, sino hacerlo nosotros mismos”.
¿Qué ocasiona la falta de sentido de pertenencia?
Para empezar, partimos de que pertenecer es complejo. “Hay maneras en las que pertenecemos a nuestra familia, que no pertenecemos a nuestros amigos. Maneras en que pertenecemos a nuestros amigos, que no pertenecemos en el trabajo. Y está bien así. Permítete pertenecer de diferentes maneras”, dice Steinborn. Recuerda que la pertenencia es subjetiva. De hecho, puedes sentirte solo, incluso cuando estás rodeado de muchísima gente. O sentirte muy conectado con alguien estando solo. “Nuestro sentido de pertenencia y conexión no tiene nada que ver con la cantidad de amigos o confianza que tenemos. Depende únicamente de nuestra forma de pensar”.
Pero ¿qué pasa si no encajamos en ningún lado o no nos sentimos parte de nada? “Tenemos estudios muy interesantes que muestran cómo cuando una persona se siente rechazada, no se siente valorada, querida o apreciada, el cerebro lo interpreta como dolor físico y esto es importante que lo recordemos”, advierte el Dr. Mario Alonso Puig. “Nunca podemos asumir la magnitud del dolor emocional que una persona está experimentando. Somos buenísimos juzgando y etiquetando, pero no tan buenos escuchando, preguntando y observando. Sin embargo, cuando alguien se siente acogido, querido y valorado, segrega sustancias derivadas del opio generadas por el propio cerebro”. Y si nos sentimos parte de algo más grande que nosotros mismos, eso también nos puede aportar equilibrio mental.
¿Qué hacer cuando sientes que no estás en el lugar correcto?
Otro problemilla en este asunto viene cuando tenemos un grupo de amigos de hace años y nos cuesta renunciar a esa pertenencia. Estamos acostumbrados, nos entretienen y nos facilitan el ocio. Y renunciar a ello a veces puede ser doloroso. Pero también a raíz de pertenecer a esos grupos vemos que hay personas que no tienen relaciones verdaderas. “Simplemente tienen una función de acompañamiento, de suplir un vacío, de no sentirte en una soledad absoluta”. Ahí es cuando te das cuenta de que muchos están a tu lado más por el grupo que por su vínculo contigo.
También hay otros que lo que hacen es aportar una función de control social. “Hay personas que llevan la voz cantante, que dirigen al grupo con una finalidad de manipulación emocional, de alimentarse del ego de los demás”, explica Jódar. El experto lo tiene claro: “no te preocupes por encajar, preocúpate por saber qué te define y atrévete a fortalecer esos puntos fuertes de tu identidad”. Si consigues mostrar todo eso y aún así te rechazan, ya sabes de qué personas no debes rodearte.
“Mucha gente quieren desarrollar la empatía como si fuera afinar un violín: si soy empático, voy a tener lo que quiera en la vida”. Pero hay que entender que de la misma forma en que nosotros estamos en el día a día de los demás, ellos están en el nuestro. Por eso, vamos a pensar qué es lo que puedo aportar. “Si nos quedamos con la idea de que deben aceptarnos porque sí, eso no va a funcionar”. Cuando entendamos esto y lo vayamos trabajando, dejaremos de sentir que no encajamos en ningún lado y empezaremos a construir nuestros propios vínculos sociales.