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Cómo gestionar correctamente que tu pareja siga hablado con su ex (y salir ganando)

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Cómo poner límites sanos sin entrar en paranoia, con claves basadas en estudios psicológicos y neurociencia.

Sentir un nudo en el estómago cuando tu pareja habla con su ex es humano. A veces es una señal de que hay límites difusos; otras, solo un hábito mal cerrado. La buena noticia: tenemos evidencia para entender qué pasa y cómo actuar con cabeza y calma. La neurociencia muestra que el rechazo romántico activa circuitos de recompensa y “craving” parecidos a la adicción. Por eso cuesta soltar y cualquier contacto reaviva el sistema, alarga el duelo o, como mínimo, lo hace más confuso. “El amor romántico activa sistemas de recompensa… incluidos el área tegmental ventral y el estriado ventral”, concluyó el equipo de Helen Fisher en un estudio de fMRI con personas recién rechazadas.

1) Antes de entrar en pánico: ¿qué puede significar ese contacto?

Puede significar cortesía, logística (cosas pendientes, amigos comunes), co-parentalidad o, sí, un apego no resuelto. Un trabajo en Personal Relationships identificó cuatro motivos típicos para “seguir siendo amigos”: seguridad, razones prácticas, cordialidad y deseo romántico no resuelto. Traducido: no todo contacto es una amenaza, pero conviene averiguar en cuál de estos cajones encaja vuestro caso.

Un apunte útil: cuando el motivo es “deseo no resuelto”, la probabilidad de conflictos y ambivalencia sube. Ese matiz importa para decidir límites claros.

2) Lo que dice la ciencia sobre seguir en contacto con un ex

Los datos son consistentes: el contacto frecuente con la expareja se asocia con más malestar y con un duelo que tarda más en remitir.

En divorciados recientes, más encuentros cara a cara con el ex predijeron mayor angustia dos meses después. El efecto fue claro sobre todo cuando no hay hijos en común.

Vigilar al ex en redes (seguir sus publicaciones, “stalking” suave) se asoció con más angustia, más deseo y menos crecimiento personal tras la ruptura, incluso controlando el contacto offline.

Cuando la aceptación de la ruptura es baja, el contacto (incluido el sexual) se relaciona con peor ajuste psicológico. Es decir, si alguien “no ha soltado”, cada mensaje echa leña al fuego.

Conclusión práctica: si tu pareja mantiene un contacto frecuente y poco justificado, no es neutro para el vínculo actual. Conviene afrontarlo.

3) El cerebro tras las rupturas: por qué el contacto reabre la herida

El estudio de Fisher y colegas lo explica bien: ver la foto de la persona que te rechazó activa los circuitos de recompensa (VTA, núcleo accumbens) y regiones relacionadas con craving, similares a las observadas en el consumo de cocaína. Esa activación ayuda a entender conductas obsesivas, celos, rumiación y “no puedo parar de mirar su perfil”.

Una frase para subrayar la idea: “La activación en áreas implicadas en el craving puede explicar las conductas obsesivas asociadas al rechazo amoroso.” (resumen del hallazgo).

Por eso estrategias tipo “contacto cero” funcionan: reducen estímulos que disparan el sistema y, con el tiempo, bajan la reactividad. No es magia; es neurobiología aplicada.

4) ¿Cuándo el contacto es comprensible? ¿Y cuándo es una bandera roja?

Comprensible: co-parentalidad, negocios comunes, deuda compartida, mascotas en custodia, trámites. Aquí la evidencia sugiere que el contacto previsible y rutinario duele menos que el intermitente e imprevisible. La clave es estructura: días, horas, canales, temas.

Bandera roja: mensajes nocturnos “porque sí”, confidencias emocionales, secretos (“no te lo conté para que no te molestaras”), bromas privadas que te dejan fuera, o un “seguimos amigos” con historia de idas y venidas. Estos patrones se relacionan con peor ajuste post-ruptura, sobre todo si hay poco “cierre” emocional.

5) Cómo hablarlo sin pelear: guion corto y honesto

  • Observación concreta: “He visto que habláis casi cada noche.”
  • Cómo te afecta: “Me activa inseguridad y me cuesta confiar.”
  • Necesidad: “Necesito límites claros con ex parejas.”
  • Propuesta: “¿Acordamos contacto solo para asuntos X, por Y canal y a estas horas? Si hay algo que deba saber, prefiero transparencia.”

Ese enfoque no acusa; se centra en tu experiencia y pide acuerdos verificables.

pareja discutiendo en la calle

6) Pacto de límites: contacto cero o contacto mínimo

Si no hay hijos, herencias o negocios, proponed 30 días sin contacto con la ex (mensajería, redes, llamadas, encuentros). Es una intervención sencilla para bajar reactividad y comprobar si el vínculo actual gana calma. La lógica está respaldada por los hallazgos: menos exposición = menos craving, menos rumiación y más espacio para el crecimiento.

Cuando el contacto es inevitable (coparentalidad), pasad a contacto mínimo estructurado:

  • Canal único (email o app de co-parentalidad).
  • Solo temas logísticos.
  • Horas pactadas.
  • Copiar en los mensajes cuando proceda (transparencia).
    La investigación sugiere que la previsibilidad reduce el impacto emocional.

7) Señales de que el límite funciona (o no)

Funciona si en dos a cuatro semanas bajan: discusiones por el tema, revisiones compulsivas de redes, necesidad de “explicaciones” constantes. Ese descenso es coherente con el alivio que se observa cuando se reduce la exposición a estímulos del ex.

No funciona si surgen mentiras, móviles en modo secreto, cambios de nombre en contactos o si la comunicación con la ex crece “a escondidas”. Ahí el problema ya no es el ex, sino la gestión de la confianza dentro de vuestra relación.

8) Qué hacer si eres tú quien sigue escribiendo a tu ex

Si notas que te cuesta cortar, no eres “débil”; estás lidiando con un sistema motivacional hiperactivado. Estrategia concreta:

Bloqueo temporal en redes y mensajería durante 30 días.

Sustitución de hábito: cada impulso → actividad corta y física (paseo intenso, ducha fría, 20 sentadillas).

Diario de desencadenantes: anota hora, emoción y qué lo disparó; verás patrones.
Estas pautas encajan con la idea de que el craving disminuye con la abstinencia de señales asociadas.

Si además haces “higiene de redes” (dejar de mirar perfiles, fotos, historias), el estudio de Marshall sugiere una recuperación emocional más clara y mayor crecimiento personal.

9) ¿Y si tu pareja dice que “solo son amigos”?

Pregunta con calma: qué hablan, cada cuánto, quién inicia, si hay temas que no te cuenta. Compara con los cuatro motivos clásicos para mantener la amistad post-ruptura. Si la razón principal es logística o cordialidad y todo es transparente, el riesgo baja. Si aparece “deseo no resuelto”, toca revisar límites o pedir distancia real.

Una cita breve para reflexionar: “La exposición al ex en redes puede obstruir el proceso de sanar y avanzar.” (Marshall, 2012).

10) Cuándo pedir ayuda profesional

Si el tema se vuelve circular, si hay ansiedad alta, o si se reabren heridas de confianza de relaciones pasadas, una terapia breve de pareja o individual puede acelerar el proceso. No es “hacer drama”; es cuidar el vínculo.

Que tu pareja hable con su ex no significa automáticamente infidelidad, pero sí pide claridad. La evidencia apunta a que minimizar el contacto innecesario protege a la pareja actual y facilita cerrar etapas. Tu tarea ahora es doble: pedir límites con amabilidad y sostenerlos con hechos. El resto —la calma que llega— es la consecuencia.


Fuentes:

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