Evitar y reducir este tipo de patologías ligadas al trabajo es invertir en la salud de los empleados y, también, en la de la propia empresa.
En el ámbito laboral existen diferentes síndromes que afectan a la actividad y al desempeño de los empleados que los sufren. Estos pueden darse en cualquier nivel del organigrama de la empresa y sus efectos pueden llegar a afectar a la motivación, pero también pueden convertirse en incapacitantes, por lo que sus efectos son negativos no solo para los trabajadores que los padecen, sino también para la salud de la propia compañía.
El estrés, la inseguridad o la falta de comunicación entre los equipos profesionales son algunas de las principales causas de los síndromes laborales. En el último año, debido a la pandemia y la inesperada situación provocada por la crisis sanitaria, el estado emocional y la fatiga laboral de los empleados se han visto resentidos ya que, según el Colegio Oficial de Psicología de Madrid, las consultas psicológicas han aumentado alrededor de un 20%. Sin embargo, las empresas no son ajenas a esta realidad, en base a los datos recogidos en el estudio Retos de las empresas españolas en la era COVID-19, elaborado por Sodexo, el 60% de las organizaciones considera la conciliación, el bienestar físico y emocional de los empleados como el reto más importante sobre el que empezar a trabajar, y el 32% de las compañías también destaca como desafío mitigar el estrés producido por la hiperconectividad, acentuada por el teletrabajo.
Conocer los principales síndromes laborales e identificar sus síntomas es fundamental para prevenirlos. Sodexo Beneficios e Incentivos identifica cuáles son los más comunes y establece una serie de pautas para eludir que aparezcan en las plantillas y pueda perjudicarlas:
Síndrome de burnout
También conocido como síndrome del trabajador quemado, fue reconocido en 2019 por la Organización Mundial de la Salud como enfermedad y lo define como el resultante de un estrés crónico del trabajo que no ha sido gestionado con éxito. Se trata de un estado de agotamiento físico, mental y emocional cuyo síntoma principal es la ansiedad, manifestándose de esta manera en un 80% de los casos, según datos del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales. Los empleados que han elegido su profesión por vocación y los que trabajan de cara al público suelen ser quienes más lo padecen.
Para evitar el síndrome de burnout y sus efectos negativos en la productividad, la empresa ha de instaurar mecanismos de escucha que permitan reconocer y evaluar las situaciones que provocan estrés entre sus profesionales. Una vez identificadas, se ha de establecer una estrategia para mejorar la organización interna y, también, proporcionar las herramientas adecuadas para que sus empleados desarrollen su trabajo sin sensación de sobrecarga. El reconocimiento de los logros por parte de cargos superiores es un gesto que potencia la motivación y el compromiso y reduce el riesgo de que se produzca este síndrome.
Síndrome del trabajador burbuja
Concepto muy reciente que hace referencia a los empleados que tienen un sentimiento permanente de no llegar a desconectar por completo de su trabajo. Según un estudio de Fiverr, el 40% de los trabajadores reconoce tener problemas para separar su vida profesional de la personal, una situación que se ha incrementado con la generalización del teletrabajo y la hiperconectividad, dificultando la conciliación e incrementado el estrés de las plantillas.
Para evitarlo, terminar con la sensación de estar todo el día ligado al trabajo ha de ser una prioridad para la empresa. Invertir en la creación de programas de actividades para fomentar hábitos saludables, tanto a nivel profesional como personal, así como en terapias de prevención son medidas a tener cuenta. Según el estudio de Sodexo, tras la irrupción de la pandemia, el 61% de las empresas reconocían estar trabajando en programas de desconexión fuera del horario laboral y durante las vacaciones.
Síndrome del impostor
Se trata de la incapacidad que tienen algunos empleados para asumir y atribuirse los éxitos y logros alcanzados en el ámbito profesional, considerando, además, que estos son producto de la suerte, la coincidencia o que se deben a la ayuda de otras personas. El síndrome del impostor genera a quien lo sufre un miedo constante a ser descubiertos como un engaño basado en el sentimiento de que no se merece el cargo que desempeña.
Las estimaciones de los profesionales calculan que el 70% de las personas se ha sentido de esta manera en algún momento de su vida. Fomentar la seguridad y la autoconfianza de los empleados es fundamental para hacer desaparecer esta sensación, implantar en la empresa un sistema de liderazgo positivo o poner a disposición de las plantillas asistencia psicológica son algunas medidas para llevarlo a cabo. En este sentido, el 32% de las compañías asegura haber implementado, o va a hacerlo, servicios de apoyo emocional y psicológico, en base a los datos recogidos por Sodexo.
“Evitar y reducir los síndromes laborales en el seno de la empresa es invertir en salud, tanto en la de los profesionales como en la de la propia organización”
Miriam Martín, directora de marketing de Sodexo.
Síndrome de Münchausen
Las personas que desarrollan este trastorno psicológico en el ámbito laboral provocan conflictos con la finalidad de resolverlos ellas mismas en busca de un reconocimiento para mejorar su reputación. Sin embargo, con el tiempo se descubre que, generalmente, esos problemas han sido generados por ellos e, incluso, que el propio “salvador” es parte del problema.
Se trata de uno de los síndromes menos comunes dentro de las compañías, pero contar con las herramientas necesarias para identificarlo es clave para tratar de evitar los grandes perjuicios que puede tener en la empresa como puede ser crear mal ambiente entre la plantilla e incidir de manera negativa en la productividad de la empresa.
Síndrome de Estocolmo laboral
Este tipo de comportamiento se da cuando un empleado sufre una ofensa por parte de un superior, pero no lo detecta y puede llegar a justificarlo. La aceptación de este trato responde a un sentimiento de empatía hacia el agresor que empequeñece y hace cada vez más vulnerable a la víctima, lo que acaba afectando a su desempeño y productividad.
Evitar sistemas de organización muy jerárquicos reduce el riesgo de que este tipo de comportamientos afloren en las organizaciones. Apostar por sistemas de liderazgo más horizontales, en los que fomente el diálogo, ayuda a evitar estas patologías tan perjudiciales, tanto para las personas como para las empresas. De hecho, garantizar el bienestar emocional empieza a tenerse en cuenta en los planes de beneficios de las empresas, el 28% de las organizaciones ya se plantea incluir servicios como la meditación o prácticas enfocadas al bienestar psicológico, según el informe de Sodexo.
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