El mundo de la moda es apasionante. Pero es una ruina. El universo del papel nos emociona, pero es otro desastre. El planeta que habitan ambos, cambia a una velocidad sorprendente. Hace no más de quince años el editor de esta revista Mateo Carrasco, me llamaba vía digital, en mi celular, para poder participar en una revista de papel legendaria que yo dirigía, GQ. Ahora es al revés, las personas envían un currículo en papel para poder entrar en el mundo digital.
En diez años las estrellas han dejado de ser los fotógrafos, las editoras de moda, la estilistas… Ahora influencers, blogueros y twiteros, han tomado el mando.
Pero con la misma velocidad que llegaron al poder, se manejan, de manera que no hay tiempo para revisar los textos, elaborarlos, corregirlos, para editar las fotos, para contar historias.
Hoy celebramos cinco años de Rísbel, un milagro. Y celebramos que todavía haya coraje para hacer revistas, para imprimir, para reposar la información, para apostar por esa compañera de nuestra civilización que es la revista.
El lujo si no se contara, no existiría. Tiene que haber una historia detrás, que me diga que distingue las huevas de caviar de las huevas de lombriz, el jamón ibérico del jamón de Pato, el Acqua di Parma, del Agua del Manzanares, Gucci de la tienda de la esquina.
Para contar todo eso no sirve Instagram, ni siquiera el malogrado Facebook, que ya vende nuestra vida al mejor postor. Benditas redes sociales, ahí está Net a Porter, el campeón de la venta de moda on-line, que al final, acaba de hacer su revista en papel, porque sabe, que el secreto está en la imprenta, al igual que Facebook, que para salir de su mayor crisis, su dueño, acusado de vender y dejar pasar datos en cascada, elige el papel para lavar su imagen, anunciándose en un periódico de papel, The Observer. No desprecien el pape, es rigor, es historia, es imagen, es prestigio.
Tampoco se rían de la moda, aunque vive en la ruina, es una lámpara que ilumina, como iluminó los 60, fue valiente en los 70, nos llevó a bailar en los 80…en el siglo XXI nos mostró como el género no importa, el valor de lo artesano y la necesidad de una industria sostenible. Hoy todo eso está en esta revista, que es un ejemplo de coraje, de crear un espacio para la creatividad, de proponer. Una tarea de locos, pero más loco es tirarse a las redes sin red. Si tenemos un papel, disfrutemos, sin wifi y sin batería.
Artículo publicado por Javier Fernández Angulo en el número 10 de Rísbel Magazine, Verano 2018
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: