Un aire fresco y onírico navega por esta colección masculina. Pienso en un reino submarino donde los tejidos cuentan historias: neopreno, seda estampada “Trésor de la Mer”, fibras orgánicas y recicladas que se deslizan como algas en corrientes suaves. Cada prenda habla de un mundo nuevo, lleno de color y alegría después del encierro.
El desfile se siente como un sueño post-pandemia: inspiraciones arqueológicas de Versacepolis emergen entre ruinas nacaradas, mientras estrellas del mar flotan sobre cuerpos construidos para brillar.
Surgen camisetas de corte ceñido con paneles deportivos en naranja, negro y blanco, que juegan entre lo deportivo y lo elegante; pantalones de pinstripe, serios, se mezclan con siluetas relajadas. Hay contraste, sin ruido, como un susurro de confianza
Llega el chándal blanco con estampas de mar y running shoes que pisan con suavidad y fuerza. La estética es una oda a la vitalidad. Todo lleva alma, de formas sensibles, de energía sincera .
Me llaman la atención las piezas estampadas, en shorts y camisetas de adhoc como obras que desafían la gravedad visual. Colores saltan, pero sin gritar, como si quisieran levantarte el ánimo desde muy adentro .
La costura clásica se reinventa: trenchs negros al tacto parecen contener brisa marina, las texturas brillan entre gotas de luz azul. Todo armoniza con un deseo evidente: volver a sentir, a tocar, a respirar moda que te da ganas de moverte.
