Nacen crías de ratones de dos padres varones

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Científicos aseguran que han logrado engendrar roedores a partir de dos machos, un avance que algún día podría replicarse en los seres humanos con fines médicos

Katsuhiko Hayashi, profesor de la Universidad de Osaka (Japón), dejó caer una auténtica bomba científica durante la Cumbre Internacional sobre Edición del Genoma Humano, que se celebró en el Instituto Francis Crick de Londres el pasado 8 de marzo: anunció el nacimiento de ratones aparentemente sanos y fértiles a partir de dos papás. Hayashi fue capaz de fabricar óvulos a partir de células de ratones macho, fertilizarlos e implantarlos en ratones hembra con éxito. Tres semanas después vieron la luz siete crías que en apariencia no tuvieron ningún problema para desarrollarse.

En la presentación del que es sin duda alguna un importante avance en la denominada edición de genes, el biólogo experto en reproducción explicó que el milagro se materializó después de que lograra cambiar el juego de cromosomas sexuales en una célula masculina, esto es, reemplazar la pareja cromosómica XY (macho) por la XX (hembra).

Los detalles del experimento aún no se han publicado en una revista científica y el procedimiento está todavía muy lejos de que pueda repetirse en humanos. No obstante, el trabajo de Hayashi constituye un avance nada desdeñable en la búsqueda de nuevas terapias para tratar algunas formas de infertilidad y abre la puerta a la síntesis de embriones monoparentales, lo que plantea la posibilidad de que las parejas masculinas algún día tengan sus propios hijos biológicos, con la ayuda de madres sustitutas o úteros artificiales.

Este es un avance significativo con importantes aplicaciones potenciales»

Keith Latham, biólogo del desarrollo de la Universidad Estatal de Míchigan en East Lansing (EE. UU.).

Hayashi no es la primera vez que salta a los medios de comunicación. En 2012, él y su colega Mitinori Saitou anunciaron en la revista Nature que habían conseguido reprogramar células de la piel para obtener óvulos y espermatozoides; y cuatro años después, en la misma publicación, Hayashi dio a conocer el nacimiento de una camada de roedores engendrados a partir de dos madres y fabricados con la misma técnica que ahora ha usado para obtener los ratoncitos nacidos de dos papás. Entretanto, otros científicos trabajaban en la misma dirección. Así, en 2018 investigadores de la Academia de Ciencias de China anunciaron que habían usado células madre embrionarias —células capaces de convertirse en cualquier célula especializada— hechas de espermatozoides y óvulos para generar crías con padres del mismo sexo. Los ratones concebidos por dos madres lograron sobrevivir hasta la edad adulta y fueron fértiles, pero los que nacieron de dos machos sobrevivieron solo unos pocos días.

En 2020, Hayashi volvió a la carga: describió los cambios genéticos necesarios para que las células maduren y se conviertan en óvulos en una placa de Petri, y un años después demostró que era viable recrear en los ovarios de un mamífero el entorno idóneo para producir óvulos capaces de llegar a buen término.

Con estos mimbres, el biólogo japonés se marcó un nuevo desafío: fabricar óvulos a partir de células de piel extraídas de un ratón macho adulto y portadoras, por tanto, del juego cromosómico XY. El primer paso consistió en reprogramar estas células masculinas en lo que los biólogos llaman células madre pluripotentes inducidas (IPS), que, dicho de una forma sencilla, son un tipo de células madre con propiedades pluripotenciales, o sea, capaces de generar la mayoría de los tejidos del organismo, derivadas de modo artificial de una célula que inicialmente no era pluripotencial. Luego, las cultivaron hasta que algunas de ellas perdieron de forma espontánea sus cromosomas Y, y las trataron con un compuesto conocido como reversina, que tiene la virtud de promover errores en la manera en que se distribuyen los cromosomas durante la división celular.

El objetivo no era otro que conseguir células que portaran la combinación XX, es decir, que fueran cromosómicamente femeninas, con dos copias del cromosoma X. «El truco de esto, el truco más grande, es la duplicación del cromosoma X —ha declarado Hayashi en The Guardian—. Realmente tratamos de establecer un sistema para duplicar el cromosoma X». A partir de ahí, el camino estaba casi recorrido, pues solo había que proporcionar a las IPS las señales genéticas precisas para formar óvulos inmaduros u ovocitos. Estos fueron sometidos a una fecundación in vitro con esperma de ratón; los embriones resultantes fueron transferidos al útero de un ratón hembra, que dio a luz a siete ratoncitos lustrosos y normales.

Como reconoció el propio Hayashi en la Cumbre Internacional sobre Edición del Genoma Humano, la técnica aún está lejos de ser estupenda, ya que la tasa de supervivencia de las crías es muy baja: de 630 embriones transferidos, solo siete llegaron a término. En román paladino: uno de cada cien.

Aun así, el biólogo japonés se muestra optimista, y vaticina que, si la tecnología lo permite, la creación de óvulos a partir de células masculinas en humanos será posible en una década. En declaraciones a la BBC, Hayashi, consciente de las grandes diferencias que existen entre los roedores y nosotros, manifestó que le encantaría ver cómo este enfoque vanguardista ofrece la posibilidad de que parejas del mismo sexo y hombres solteros puedan tener descendencia. También a personas con algunas formas de infertilidad causadas por condiciones cromosómicas sexuales, como el síndrome de Turner, en el que las mujeres afectadas carecen de parte o la totalidad de uno de sus cromosomas X.

Pero como ocurre en otros avances biomédicos, el hecho de que una técnica sea factible desde el punto de vista tecnológico no implica que pueda o deba aplicarse a humanos. Existen problemas éticos que los limitan o inutilizan. Es la sociedad la que tendrá que decidir si quiere permitir que echemos mano de la edición genética para engendrar niños. En este sentido, la edición de genes de la línea germinal en seres humanos, esto es, cuando el ADN se altera de una manera que la manipulación realizada por los científicos se transmitirá a la descendencia del bebé tratado, es una línea roja para los científicos. Cuando el científico He Jankui cruzó esa línea en 2019 y anunció que había editado los genes de dos bebés con fines reproductivos, recibió una dura amonestación internacional y fue condenado a tres años de cárcel por un tribunal de Shenzhen (China).

En cualquier caso, las ramificaciones del trabajo de Hayashi y otros biólogos reproductivos que trabajan en la misma línea podrían llevar la reproducción humana a un nuevo territorio.

Artículo publicado por Enrique Coperías

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