Dentro de 250 millones de años, cuando los continentes choquen para formar un supercontinente, solo una reducida superficie del planeta será habitable para los mamíferos, incluida nuestra especie, si es que existe para entonces.
Un equipo de investigadores predice que, en un futuro muy lejano, hasta el 92 % de la Tierra podría estar azotada por un calor extremo que aniquilaría a la mayor parte de los mamíferos. Las altas temperaturas llevarán a la vida terrestre a la próxima extinción masiva desde que se extinguieron los dinosaurios, hace 65 millones de años.
Aquel desastre fue desencadenado, según apuntan las investigaciones, por el impacto de un gigantesco asteroide en Chicxulub, en la costa de México. La roca cósmica desató un salvaje incremento de la temperatura, la acidificación y eutrofización de los océanos, un aumento del nivel del mar y unas condiciones climáticas extremas que se llevó por delante las tres cuartas partes de las especies de plantas y animales de la Tierra: el asteroide hizo que se esfumaran, además de los dinos, los enormes mosasaurios y plesiosaurios de los mares, los pterosaurios de los cielos, los amonites, muchas familias de braquiópodos y multitud de esponjas de mar, entre otras criaturas.
Las altas temperaturas globales harán inviable al supervivencia de la mayor parte de los mamíferos, incluido el ser humano.
Un encontronazo de dimensiones continentales
La próxima extinción masiva no se desatará por el impacto de una roca espacial, sino por el choque de los actuales continentes. Hoy nuestro planeta se halla inmerso en un ciclo geológico en el que todas las principales masas de tierra actuales se acumularán en una sola, tal como lo hicieron hace unos 300 millones de años, al final de la era Paleozoica y comienzos de la era Mesozoica, para formar Pangea.
Los geólogos predicen que el próximo supercontinente, denominado Pangea Ultima, se establecerá en el ecuador dentro de unos 250 millones de años, a medida que el océano Atlántico se vaya reduciendo y un continente afroeurasiático fusionado choque contra América. No hay que olvidar que la superficie de la Tierra recuerda a un rompecabezas de losas de roca sólida llamadas placas tectónicas, que flotan sobre las rocas pegajosas del manto superior del planeta. Los flujos de movimiento lento en el manto empujan y tiran de las placas superiores. De este modo, cada 400 o 600 millones de años las placas a la deriva reúnen a los continentes en un continente único que eventualmente se desintegra y da comienzo a un nuevo ciclo.
Los geólogos esperan que Pangea Ultima se forme en unos 250 millones de años, cuando una masa de tierra que comprende Europa, Asia y África se fusione con América. Crédito: Alex Farnsworth y Chirs Scotese
Esto es lo que le ocurrió a Pangea, pues comenzó a partirse en la primera mitad del Jurásico, cuando se creó en este supercontinente una grieta desde el océano Tetis al este hasta el Pacífico al oeste que separó Norteamérica de África y produjo múltiples fallas.
Pangea Ultima será el ataúd de los mamíferos. Los científicos saben que los supercontinentes provocan el caos climático por muchas razones. Para empezar, las grandes masas de tierra tienden a sufrir temperaturas más extremas y climas más áridos: para confirmarlo solo hay que echar un vistazo a los desiertos del Sáhara o del Gobi, a Siberia o a las Grandes Llanuras de Norteamérica. Además, en las regiones interiores continentales secas, las reacciones químicas entre las rocas y el agua que normalmente atrapan el dióxido de carbono (CO2) en los minerales se ralentizan, lo que permite una mayor concentración de este gas en la atmósfera para caldear el planeta. Y la soldadura de continentes tiende a activar volcanes que vomitan cantidades ingentes de CO2, lo que acentúa el denominado efecto invernadero.
Fusiones en el ecuador o el polo norte
Para determinar el impacto climático del próximo supercontinente, el paleoclimatólogo Alexander Farnsworth y sus colegas de la Universidad de Bristol, en el Reino Unido, han modelado en un ordenador cómo sería el clima de Pangea Ultima, una de las pocas posibles configuraciones de génesis de supercontinente en el futuro, que agrupa las masas continentales en una enorme tierra a la altura del ecuador. En efecto, el modelo de Farnsworth supone que los continentes se fusionarán a nivel de los cálidos trópicos, pero otro escenario sugiere que podría ocurrir en la cima del polo norte, lo que daría lugar a condiciones climáticas más frías donde la vida podría prosperar en un supercontinente llamado Amasia. Este podría formarse por la fusión de Asia y Norteamérica dentro de 200 millones de años.
El supercontinente de Farnsworth será cálido, seco y, en gran parte, inhabitable. «Parece ser que en el futuro la vida va a pasar por momentos un poco más difíciles. Es un poco deprimente», ha manifestado en la revista Nature Hannah Davies, geóloga del Centro Alemán de Investigación de Geociencias GF, en Potsdam (Alemania).
Para obtener estos datos tan desalentadores, Farnsworth y su equipo introdujeron un mapa del futuro supercontinente en dos programas de computadora que simularon las tendencias de temperatura, viento, lluvia y humedad de la Tierra futura, así como el ciclo del carbono bajo un rango de posibles concentraciones iniciales de CO2 atmosférico. Los modelos climáticos también tuvieron en cuenta la previsión de que el Sol será un 2,5 % más luminoso dentro de 250 millones de años; para entonces, nuestra estrella habrá quemado más combustible de hidrógeno y encogido su núcleo, lo que aumentará su tasa de fusión nuclear.
A esto hay que sumar el hecho de que los procesos tectónicos que se producen en la corteza terrestre y que dan lugar a la formación de supercontinentes también conducirían a erupciones volcánicas más frecuentes. Estas producirían enormes liberaciones de dióxido de carbono a la atmósfera, lo que reforzaría el efecto invernadero en tiempos de Pangea Ultima.
Los niveles atmosféricos de dióxido de carbono se dispararán de aquí a 250 millones de años
«En efecto, el supercontinente recién surgido desataría un triple golpe climático, que comprendería el efecto de continentalidad, un sol más caliente y una mayor cantidad de CO2 en la atmósfera. Todo ello se traduce en un aumento del calor en gran parte del planeta. El resultado es un entorno mayoritariamente hostil, desprovisto de fuentes de alimento y agua para los mamíferos», explica Farnsworth.
Los modelos informáticos apuntan a que los niveles atmosféricos de dióxido de carbono se dispararán de aquí a 250 millones de años. Podrían pasar de las actuales 400 ppm a más de 600 ppm, según el profesor Benjamin Mills, de la Universidad de Leeds, en el Reino Unido, que ha dirigido los cálculos de este gas para Pangea Ultima. En el peor de los escenarios, podría llegarse a las 1.120 ppm de CO2. «Son datos en los que se supone que para entonces los seres humanos habremos dejado de quemar combustibles fósiles; de lo contrario, veremos cómo alcanzamos estas cifras mucho, mucho antes», advierte Mills.
La temperatura global sobrepasará los 50 °C
Los termómetros también verán cómo se les dispara el mercurio. Las temperaturas globales subirán hasta los 40 °C o 50 °C; la temperatura promedio global, por ejemplo, en el año 2022 fue de 14,6 °C. Hablamos de unos calores lo suficientemente salvajes como para matar a los mamíferos, que mueren a temperaturas tan bajas como los 35 °C, si hay mucha humedad. Incluso en aire seco, las temperaturas sostenidas por encima de los 40 °C son letales. Según el nuevo estudio, solo entre el 8 % y el 25 % de Pangea Ultima sería apto para los mamíferos; en comparación, hoy es de aproximadamente el 66% de la masa terrestre.
Esta situación probablemente desencadenaría una lenta pero imparable extinción masiva de mamíferos, a lo largo de decenas de millones de años, afirma en la revista Science el geofísico Ross Mitchell, de la Academia China de Ciencias, que no ha participado en esta investigación. De hecho, algo así sucedió hace 250 millones de años: la extinción masiva del Pérmico-Triásico, llamada también de manera informal la Gran Mortandad, acabó con alrededor del 90 % de todas las especies de la Tierra, y no es casualidad que se produjera después de la formación de Pangea. Como sucedió entonces, a medida que se fusionen y luego se separen las piezas de Pangea Ultima, los continentes impulsarán una actividad volcánica que, como se ha mencionado, arrojará enormes cantidades de CO2 a la atmósfera, dice Farnsworth, y eso calentará aún más el planeta. Será la estocada para la mayor parte de los mamíferos.
Si la especie humana todavía existe para entonces, Farnsworth especula con que podría haber encontrado formas de adaptarse al nuevo escenario, y la Tierra se parecería a la novela de ciencia ficción Dune de 1965. «¿Los humanos se vuelven más especializados en ambientes desérticos, se tornan más nocturnos o buscan refugio en cuevas? —se pregunta Farnsworth en la revista Nature. Y añade—: Sospecho que sería más preferible salir de este planeta y encontrar un lugar más habitable».
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