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Una cura contra el cáncer: convertir las células malignas en normales

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Científicos de todo el mundo trabajan en un nuevo enfoque para combatir el cáncer: curar las células cancerosas. Los esfuerzos en esta línea terapéutica empiezan a dar sus frutos.

El cáncer es una enfermedad en la que un puñado de células del cuerpo se subleva contra el orden establecido y comienza a multiplicarse sin control para formar un tumor maligno. Las células amotinadas invaden los tejidos cercanos, hacen que los vasos sanguíneos vecinos crezcan hacia ellas, para que les aporten oxígeno y nutrientes, convencen al sistema inmunitario para que sean consideradas como amigas e incluso las protejan, se resisten a ser mortales y, si les parece pertinente, se diseminan a otras partes del cuerpo de manera peligrosa.

En situaciones normales, las células que forman parte de nuestro organismo nacen y se multiplican por división para originar células nuevas y sanas a medida que el cuerpo las necesita. Así, cuando una célula envejece o sufre un daño irreparable, muere y es reemplazada por una recién nacida que toma el relevo. Sin embargo, las células cancerosas viven en otro mundo, con reglas diferentes: se forman y multiplican cuando no deberían hacerlo, y se pasan por el forro las señales biológicas que dictan cuándo una célula debe dejar de multiplicarse o incluso debe autodestruirse por el bien de la comunidad.

Esta insumisión de las células cancerosas ocurre en última instancia por cambios genéticos, esto es, alteraciones en los genes que de alguna forma están involucrados en cómo se forman y multiplican las células. Mutaciones que ocurren cuando las células se multiplican, cuando el ADN sufre taras por sustancias perjudiciales del medioambiente, como son los rayos ultravioletas del sol o el humo del tabaco, o que vienen de fábrica, esto es, pasan de padres a hijos.

Curar las células en lugar de quemarlas

Los científicos saben que las modificaciones genéticas que acaban dando un golpe de estado celular afectan básicamente a tres tipos de genes: los protooncogenes, que regulan la formación y multiplicación de las células normales; los supresores de tumores, que también trabajan en la misma dirección; y los reparadores de ADN, que arreglan los daños que afectan a esta molécula.

Un fallo en uno de ellos puede ser la chispa que enciende este fatal proceso: la aparición de células anormales que comienzan a multiplicarse sin control y, si no se les pone freno, pueden llegar a matar a su hospedador. En efecto, el cáncer es la principal causa de muerte en el mundo. En 2020 se atribuyeron a esta enfermedad casi 10 millones de defunciones, es decir, casi una de cada seis de las registradas. La buena noticia es que muchos cánceres se pueden curar si se detectan a tiempo y se tratan de manera adecuada.

En este sentido, la mayoría de las terapias, como la quimioterapia, la inmunoterapia, la radioterapia o la misma cirugía, buscan acabar con las células cancerosas, arrasarlas del organismo. Sin embargo, algunos investigadores trabajan en un enfoque tan original como revolucionario: curar a las células malignas. Si los médicos pudieran obrar el milagro, podrían ofrecer a los pacientes oncológicos una nueva terapia que podría ahorrarles a ellos y a sus familias una gran cantidad de dolor y sufrimiento. ¿Ciencia ficción?

Primeros resultados

Para el profesor Christopher Vakoc, la respuesta a esta pregunta es un rotundo no. Él y sus colegas del Cold Spring Harbor Laboratory, en Estados Unidos, han logrado transformar, después de seis años de investigación, las células malignas del rabdomiosarcoma —un tipo raro de cáncer que se forma en el tejido blando, específicamente en el tejido muscular del esqueleto o, a veces, en órganos huecos, como la vejiga o el útero— en células musculares completamente sanas y funcionales. Este cáncer, que comienza en las células que crecen para convertirse en células musculoesqueléticas, los llamados rabdomioblastos, es más común en niños menores de diez años y en jóvenes de entre quince y diecinueve años de edad.

«El rabdomiosarcoma es un cáncer pediátrico letal para el que hay que explorar nuevos tratamientos», dice Vakoc. Una vía que se está transitando es la llamada terapia de diferenciación. Esta se basa en que la mayor parte de los tumores están estructurados de manera jerárquica; en efecto, una población de células madre del cáncer es la que se encarga de iniciar y mantener vivo el tumor. Debido a sus similitudes con las células madre sanas, las células madre del cáncer tienen la capacidad de autorrenovarse y diferenciarse, incluso en otro tipo de célula. Lo curioso de este atributo es que la célula resultante puede no ser cancerosa; esto es, normal. Y aquí es donde entran en escena los científicos: hacer que estas células madre cancerosas maduren en sanas y de este modo extinguir el tumor.

La técnica del cribado genético

Para alcanzar este objetivo, Vakoc y su equipo crearon una nueva técnica de cribado genético. Utilizando tecnología de edición genética, buscaron genes que, al alterarse, obligaran a las células del rabdomiosarcoma a convertirse en células musculares. Fue entonces cuando apareció una proteína llamada NF-Y, importante para la biología de este tumor. Con una NF-Y alterada, los científicos fueron testigos de una transformación asombrosa. Así lo relata Vakoc: «Las células se convierten literalmente en músculo. El tumor pierde todos sus atributos cancerosos. Pasan de ser unas células que solo quieren fabricar más de sí mismas a ser células dedicadas a la contracción muscular. Como ahora toda su energía y recursos están dedicados a esta tarea, son incapaces de regresar a aquel estado de multiplicación».

Esta relación entre la NF-Y y rabdomiosarcoma puede desencadenar la reacción en cadena necesaria para llevar la terapia de diferenciación a los pacientes, según Vakoc, que está convencido que la tecnología que ha desarrollado podría aplicarse a otros tipos de cáncer. De ser así, algún día los científicos podrían superar el desafío de cómo convertir otros tumores en células sanas.

La biomedicina contra el cáncer

De hecho, ya se han cosechado algunos logros importantes. La terapia de diferenciación ha dado buenos resultados en el tratamiento de la leucemia promielocítica aguda, un agresivo cáncer de la sangre. En este caso, investigadores del Centro Médico Cedars-Sinaí, en Estados Unidos, han usado el ácido retinoico y el arsénico para bloquear con éxito una proteína que impide la maduración completa de las células mieloides, un tipo de células sanguíneas derivadas de la médula ósea. Al permitir que estas maduren por completo, se consigue que pierdan por el camino sus cualidades cancerosas.

Y en un artículo publicado en 2020 en la revista Leukemia por científicos del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, en Barcelona, se describe cómo unas células leucémicas con una capacidad de multiplicación asombrosa acaban convirtiéndose en unos inofensivos macrófagos, un tipo de células del sistema inmune. Los resultados de este trabajo experimental muestran que la conversión de célula loca a cuerda parece estar controlada, en este caso, por el gen METTL3, un fabricante de modificaciones químicas del ARN mensajero, la famosa molécula transportadora que ayuda a que se sinteticen las proteínas en las células.

Paso a paso, la biomedicina va ganando batallas al cáncer desde un abanico diverso de frentes. Y uno de las estrategias para conseguir ganarle la guerra es obligar a las células cancerosas a que vuelvan a la normalidad.

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