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Alimentos ultraprocesados, aliados del cáncer

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El sobrepeso y la obesidad provocados por el consumo de alimentos ultraprocesados aumentan el riesgo de padecer ciertos tipos de tumores malignos, como son los cánceres de boca, garganta y esófago, según advierte un estudio internacional dirigido por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Pero la comida basura esconde algo más.

El sobrepeso y la obesidad provocados por el consumo de alimentos ultraprocesados aumentan el riesgo de padecer ciertos tipos de tumores malignos, como son los cánceres de boca, garganta y esófago, según advierte un estudio internacional dirigido por la Universidad de Bristol (Reino Unido) y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer. Pero la comida basura esconde algo más.

Cada vez comemos más comida basura, productos alimenticios que han sido sometidos a múltiples procesos industriales. Un estudio publicado hace cuatro años en la revista Nutrients, alertaba de que en Estados Unidos el 71 % de los alimentos que se exhibían en los estantes de los supermercados podían ser incluidos en el grupo 4 del sistema de clasificación de alimentos NOVA de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (ONUAA). En España, el 20,3 % de los alimentos que se consumen son ultraprocesados, según un estudio de la Universidad de Sao Paulo. Una cifra que nos sitúa como segundo país mediterráneo con mayor consumo de comida rápida después de Malta (con un 27,6 %).

Clasificación NOVA de los alimentos.

La clasificación NOVA nació en 2009 de la mano de un equipo de investigadores brasileños, dirigido por el médico epidemiólogo Carlos Augusto Monteiro. Estos científicos agruparon los alimentos en cuatro categorías según su nivel de procesamiento.

Grupo 1

En el grupo 1 se hallan los alimentos no procesados o naturales, como son las partes comestibles de las plantas (frutos, hojas, tallos, semillas, raíces…) y de los animales (músculos, vísceras, huevos, leche…), los hongos, las algas y el agua, una vez separados de la naturaleza. En esta categoría tienen cabida también los denominados alimentos mínimamente procesados, que son alimentos naturales que han sido transformados por métodos que incluyen la eliminación de partes no comestibles o no deseadas, así como procesos que incluyen el secado, el triturado, el filtrado, el tostado, la fermentación sin alcohol, la pasteurización o la refrigeración y congelación.

Grupo 2

El grupo 2 recoge los ingredientes culinarios procesados, caso de los aceites, la mantequilla, la manteca de cerdo, el azúcar y la sal. Se trata de sustancias derivadas de alimentos del grupo 1 o de la propia naturaleza mediante procesos como el prensado, el refinado, la trituración, la molienda y el secado.

Cuando añadimos ingredientes del grupo 2 a alimentos del grupo 1 nos encontramos con la cesta de los alimentos procesados, que forman parte del grupo 3 de la citada clasificación NOVA.

Grupo 3

En el grupo 3 nos encontramos, por ejemplo, con verduras o legumbres en conserva; la fruta entera conservada en almíbar; el pescado preservado en aceite; algunos tipos de alimentos procesados de origen animal, como el jamón, el tocino, el pastrami y el pescado ahumado; la mayoría de los panes recién horneados; y los quesos simples a los que se añade sal.

Productos creados industrialmente a partir de derivados de alimentos, con un coste de producción muy bajo y mejorados para que resulten atractivos a la vista y el paladar.

Grupo 4

Por último, el grupo 4 hace referencia a los alimentos ultraprocesados. Algunos nutriólogos no los consideran alimentos en sí mismos, y prefieren referirse a ellos como preparados alimenticios industriales. En cualquier caso, este tipo de productos son creados industrialmente a partir de derivados de alimentos, con un coste de producción muy bajo y mejorados para que resulten atractivos a la vista y el paladar. Incluyen todo tipo de conservantes y aditivos, y su preparación es cómoda y rápida para que puedan ser consumidos en cualquier momento y lugar. Y se formulan de manera minuciosa para que sean casi adictivos.

«Los alimentos ultraprocesados son fórmulas de ingredientes, en su mayoría de uso industrial exclusivo, que suelen crearse mediante una serie de técnicas y procesos industriales, de ahí lo de ultraprocesados», puede leerse en el informe Alimentos ultraprocesados, calidad de la dieta y salud según el sistema de clasificación NOVA elaborado por Monteiro y sus colegas.

Algunos pueden simular platos caseros, pero no tienen nada que ver con ellos.

Cómo identificar los alimentos ultraprocesados

Los supermercados, en especial los pasillos de congelados, están repletos de ellos, así como los menús de los restaurantes de comida rápida: refrescos carbonatados; aperitivos envasados dulces, grasos o salados; caramelos (confitería); panes y bollos envasados y producidos en masa, todo tipo de bollería industrial, margarinas y otros productos para untar; cereales azucarados para el desayuno, yogures de frutas, bebidas energéticas… Algunos pueden simular platos caseros, pero no tienen nada que ver con ellos, como es el caso de los precocinados de carne, las pastas y las pizzas, los nuggets de pollo y las barritas de pescado, o las salchichas, las hamburguesas, los perritos calientes y las sopas.

Todos los nutricionistas coinciden en aconsejarnos que nuestra dieta diaria debe estar basada principalmente en platos de los grupos 1 y 2, con un consumo reducido de alimentos del grupo 3. Y, como norma general, evitar la ingesta de productos del grupo 4. Pero ¿por qué huir de ellos?

Para empezar, los alimentos ultraprocesados, también llamados comida rápida o basura, suelen ser ricos en calorías y pobres desde el punto de vista nutricional: aportan poca cantidad de proteína o micronutrientes. Entre sus ingredientes más comunes que se encuentran en estos alimentos cabe citar los azúcares añadidos, como la sacarosa, el jarabe de maíz o los azúcares de coco y moreno; las grasas añadidas, que aportan textura y sabor (mantequilla, manteca, aceite de canola…); harinas refinadas; sal, a veces en cantidades poco recomendables; y aceites vegetales refinados, más baratos e insanos que los aceites crudos.

Incluyen multitud de aditivos, desde conservantes hasta estabilizantes.

Y no hay que olvidar la larga lista de aditivos que acompañan a la comida ultraprocesada: conservantes, aromatizantes, emulsionantes, colorantes, edulcorantes, estabilizantes, acidulantes o espesantes.

El variopinto cóctel de ingredientes que dan forma, sabor y textura a los alimentos ultraprocesados hace que su consumo pueda tener efectos negativos para la salud, tanto la física como la mental. En este sentido, numerosos estudios apuntan a que cuantos más alimentos ultraprocesados consume una persona, mayor es el riesgo de que se sienta ansiosa o deprimida, como ha puesto de manifiesto un estudio realizado en 2022 con más de 10.000 adultos en Estados Unidos. Es más, hay trabajos que sugieren la existencia de una relación entre esta comida basura y la función cognitiva.

Las personas que abusan de los ultraprocesados presentan un deterioro cognitivo más rápido con el paso del tiempo.

En efecto, una investigación publicada en 2022 en JAMA Neurology por investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (Brasil) señala que las personas que abusan de los ultraprocesados presentan un deterioro cognitivo más rápido con el paso del tiempo. En concreto, dichos individuos sufren una tasa de deterioro un 28 % más rápida si se los compara con aquellos que llevan una dieta saludable.

Los azúcares, las grasas y otros ingredientes comúnmente utilizados en la elaboración de comida envasada no solo afectan al buen funcionamiento del cerebro; también están relacionados con un mayor riesgo de sufrir diabetes de tipo 2, problemas cardiovasculares, sobrepeso y obesidad. Además, los adictos a este tipo de alimentación también son víctimas del fantasma del cáncer, como ya se ha mencionado al inicio de este reportaje.

Varios estudios han identificado una asociación entre el consumo de comida basura y el cáncer, incluida una investigación reciente que analizó la asociación entre los alimentos ultraprocesados y 34 cánceres diferentes. Como apuntan los expertos de la Universidad de Bristol y la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, abusar de este tipo de dieta puede favorecer el desarrollo de tumores del tracto aerodigestivo superior, incluidas la boca, la garganta y el esófago.

Algunos especialistas creen que los kilos de más pueden estar detrás de algunos tumores malignos.

Los autores de este estudio internacional, que analizó datos sobre la dieta y el estilo de vida de 450.111 adultos durante aproximadamente catorce años, afirman en el European Journal of Nutrition que la obesidad asociada al consumo de alimentos ultraprocesados podría no ser el único factor responsable de la aparición de procesos oncológicos. Algunos especialistas creen que los kilos de más pueden estar detrás de algunos tumores malignos.

Los resultados del nuevo trabajo señalan que las personas que consumieron un 10 % más de comida ultraprocesada tenían un riesgo un 23 % mayor de padecer cáncer de cabeza y cuello y un riesgo un 24 % mayor de sufrir adenocarcinoma de esófago. Ahora bien, el aumento de grasa corporal solo explica una pequeña proporción de la asociación estadística entre el consumo de comida chatarra y el riesgo de padecer estos cánceres del tracto aerodigestivo superior.

Fernanda Morales-Berstein, autora principal del trabajo, señala que «varios estudios observacionales han vinculado los alimentos ultraprocesados con el exceso de peso y un aumento de grasa corporal. Esto tiene sentido, ya que generalmente son sabrosos, baratos y cómodos, por lo que favorecen la ingesta de grandes porciones y, por consiguiente, de un número excesivo de calorías. Y añade—: Sin embargo, fue interesante el hecho de que en nuestro estudio el nexo entre el consumo de esta comida y el cáncer del tracto aerodigestivo superior no parecía explicarse, en gran medida, por el índice de masa corporal y la relación cintura-cadera». Estos parámetros solo influían en unos porcentajes bajos.

Los autores de este informe se muestran cautelosos, y sugieren que quizá otros mecanismos biológicos, aparte de la obesidad, podrían explicar esta terrible asociación con el cáncer del tracto aerodigestivo superior. Entre ellos, citan los emulsionantes y edulcorantes artificiales utilizados en la elaboración de los alimentos ultraprocesados, que se han asociado previamente con el riesgo de sufrir ciertas enfermedades; los contaminantes de los envases alimentarios; y los procesos de fabricación.

Son necesarias más investigaciones para poder aclarar cómo las dietas ricas en comida basura se alían con los cánceres. La doctora Helen Croker, subdirectora de Investigación y Políticas del Fondo Mundial para la Investigación del Cáncer, comenta: «Este estudio se suma a un creciente conjunto de evidencias que sugiere un vínculo entre los alimentos ultraprocesados y el riesgo de contraer cáncer. Esta asociación entre un mayor consumo de estas comidas y un mayor riesgo de desarrollar cáncer del tracto aerodigestivo superior respalda nuestras recomendaciones para la prevención del cáncer a través de una dieta saludable, rica en cereales integrales, verduras, frutas y legumbres».

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