Comprender por qué nos cuesta tanto trabajo enfrentarnos a conversaciones incómodas, pero necesarias, requiere revisar varios aspectos psicológicos y emocionales
Las personas estamos «genéticamente diseñadas» para evitar el dolor y buscar el placer. Este mecanismo de supervivencia es útil para protegernos del peligro físico, pero también nos puede llevar a evitar situaciones emocionalmente dolorosas o incómodas. Aunque sabemos que ciertas conversaciones difíciles o situaciones incómodas son necesarias, nuestra aversión al malestar emocional puede hacernos aplazarlas o evitarlas por completo.
El miedo a lo desconocido también juega un papel importante. Cuando nos enfrentamos a una conversación incómoda, a menudo no sabemos cuál será el resultado. Esta incertidumbre puede causar ansiedad, lo que a su vez nos hace evitar la situación.
Además, las personas podemos temer el rechazo o el juicio de los demás. Nos preocupa cómo nos percibirán los demás si decimos algo desagradable. Nos importa nuestra imagen social y tememos que estas conversaciones puedan dañar nuestras relaciones.
Algunos de los principales miedos que tenemos a la hora de afrontar una conversación incómoda incluyen:
El miedo al rechazo: Tememos que si decimos o hacemos algo que la otra persona no le gusta, nos rechazarán. Este miedo está arraigado en nuestra necesidad de aceptación social.
El miedo al conflicto: Muchas personas tienen una aversión natural al conflicto y prefieren mantener la paz, incluso si eso significa evitar conversaciones difíciles.
El miedo al cambio: Las conversaciones difíciles a menudo resultan en cambios, ya sean en nuestras relaciones o en nuestras vidas en general. El cambio puede ser aterrador, especialmente si nos sentimos cómodos con el status quo.
El miedo a herir a los demás: Nos preocupa que nuestras palabras o acciones puedan causar dolor a la otra persona. Este miedo a menudo nos impide decir cosas que necesitan ser dichas.
Enfrentar estos miedos y manejar situaciones incómodas es un aspecto crucial del crecimiento personal. Es un proceso que requiere práctica y paciencia. Saber hacerle frente a conversaciones incómodas nos volvemos más valientes, más auténticos y, en última instancia, más capaces de manejar los desafíos de la vida.
La importancia de abordar conversaciones incómodas pero necesarias en nuestras relaciones personales y profesionales
Según la psicóloga Silvia Alonso, no llevar a cabo conversaciones incómodas nos pueden llevar a no poner límites o a no alcanzar aquello que deseamos. Limitándonos en muchos aspectos de nuestro día a día.
“Generalmente no abordamos conversaciones incómodas por miedo a cómo reaccione la otra persona. Mayoritariamente tememos ser rechazados y generar un conflicto. Estos son los dos motivos principales”, asegura la psicóloga Silvia Alonso.
Como seres sociales tenemos la necesidad de formar parte de un grupo, viviendo el rechazo o abandono con gran dolor.
Alonso explica que “no afrontar estas conversaciones nos pueden llevar a no poner un límite necesario que esté haciendo que toleremos situaciones que no son buenas para nosotros”. Según la gravedad de la situación, esto nos puede llevar a sentir ansiedad, angustia, malestar, preocupación, etc.
Estrategias eficaces para superar el miedo o la ansiedad al iniciar una conversación incómoda pero necesaria
Para iniciar conversaciones incómodas pero necesarias es fundamental que nos preparemos emocionalmente antes. Para ello debemos trabajar la raíz de nuestra inseguridad, el miedo al conflicto, el miedo a ser rechazado, a perder el trabajo, a que se rompa la relación, etc. Una vez que hemos hecho el trabajo previo de plantar cara a nuestros miedos, la inseguridad disminuye.
A la hora de afrontar una conversación incómoda ayuda mucho poder ver con objetividad cuáles son las razones que hacen necesario tener esa conversación. Según los expertos, estas son las mejores estrategias para superar el miedo o la ansiedad al iniciar una conversación incómoda pero necesaria:
- Detallar las situaciones injustas que estamos viviendo nos va a permitir dar más peso a la necesidad de afrontarlo
- Escribir los puntos fundamentales que queremos hablar. Tener claro todo lo que queremos abordar nos va a dar una mayor sensación de capacidad a la hora de afrontar la conversación
- Hacer role-playing o juego de roles. Las personas que participaron en esta práctica dejan de ser y actuar como ellos mismos y se ponen en la piel de otra persona, interpretando un papel en una situación imaginaria que se haya acordado previamente. Se puede hacer en grupo, solos ante el espejo o con una persona de confianza
- Entender que la otra persona es eso, otra persona, con sus miedos y dificultades, aunque nosotros no los veamos. Tendemos a colocarla en un pedestal frente a nosotros
Cómo comunicar nuestros puntos de vista de manera clara y respetuosa
En primer lugar, debemos dedicar un tiempo a poder detallar con claridad cuáles son los puntos fundamentales que necesitamos abordar en la conversación. Tener estructurado un esquema nos va a facilitar llevar a cabo la conversación de una forma más clara y concisa.
Sustentar la conversación en nuestras necesidades y en hechos objetivos va a permitir que sea llevada en una línea respetuosa, ya que no necesitaremos hablar del otro. Siempre que abordemos la conversación en primera persona facilitaremos una mayor escucha y apertura de la otra persona al no sentirse atacada. Algo que si ocurriría si nos dirigimos al otro en segunda persona, desde lo que hace o no hace.
La psicóloga Silvia Alonso expone que “es importante pedir ayuda profesional cuando a pesar de haberlo intentado en varias ocasiones no hemos sido capacees de afrontar la conversación y para nosotros es necesario hacerlo”. No hay que demorarnos en solicitar asesoramiento y acompañamiento para poder afrontarlo.
Tendemos que pedir ayuda con relativa facilidad cuando el ámbito es físico. En cambio, cuando la ayuda es para algo psicológico lo demoramos, socialmente aún no hay apertura. Esto nos lleva en muchas ocasiones a sufrir situaciones que podríamos solucionar con relativa facilidad.
Cómo manejar las reacciones emocionales intensas durante una conversación incómoda pero necesaria
Controlar las emociones intensas y manejar las reacciones impulsivas durante una conversación incómoda es un reto, pero hay estrategias que pueden ayudarnos a gestionar nuestras emociones más efectivamente:
Practicar la autoconsciencia
La base para controlar nuestras emociones es entenderlas. Observa cómo te sientes y reconoce tus emociones en lugar de ignorarlas o reprimirlas. Este es el primer paso para gestionar tus reacciones.
Respiración y relajación
Cuando te sientes abrumado por las emociones, una estrategia efectiva es detenerte y respirar profundamente. Esto puede ayudarte a calmarte y te da un momento para recoger tus pensamientos antes de reaccionar.
Ejercicios de mindfulness
La atención plena puede ayudarte a estar más en sintonía con tus emociones y a responder a ellas de manera más deliberada en lugar de reaccionar de manera impulsiva. Prueba técnicas como la meditación o los ejercicios de respiración consciente.
Reencuadrar la situación
Intenta ver la situación desde una perspectiva diferente. Pregúntate a ti mismo: ¿Estoy interpretando esta situación correctamente? ¿Podría estar saltando a conclusiones? ¿Hay otra forma de ver esto?
Practicar la asertividad
Expresa tus sentimientos y necesidades de manera directa y respetuosa. Esto puede ayudarte a evitar reacciones impulsivas y asegurarte de que tu voz se escuche.
Aprender de las experiencias pasadas
Observa las situaciones en las que has reaccionado impulsivamente en el pasado y considera cómo podrías manejar situaciones similares de manera diferente en el futuro.
Busca apoyo
Hablar con un amigo de confianza, un familiar o un terapeuta puede ayudarte a procesar tus emociones y a obtener una perspectiva diferente.
Recuerda, es normal sentirse emocionalmente intenso en situaciones incómodas. El objetivo no es suprimir tus emociones, sino entenderlas y manejarlas de manera que te permita actuar de la forma más beneficiosa para ti y para los demás.
Artículo publicado por Nuria Santos
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