No hace falta ser crítico gastronómico para acudir a solas a un restaurante. Descubre qué piensan los reyes de la hostelería de esta tendencia y cómo es, de verdad, comer solo. Una advertencia: al terminar el texto, no te extrañes si pides mesa para uno en ese restaurante que te mueres por probar.
Quizás te suene esta escena: acudes a un restaurante, pides mesa para uno y observas que el camarero frunce el ceño. Cuando te sienta en la mesa, se apresura a quitar el plato y los cubiertos de enfrente, como si así estuviera borrando tu… ¿soledad? ¿la sombra de un plantón? Incluso si pides una copa de vino, te mira con desconfianza. Esta imagen era antes muy habitual para quienes “se atrevían” a acudir a un restaurante a solas, pero el comportamiento está cambiando.
Aunque en España comer es un acto social, tanto que las tapas están pensadas para ser compartidas, cada vez es más habitual pedir mesa para uno. “Definitivamente, hemos notado un aumento en el número de personas que comen solas en nuestro restaurante. En comparación con años anteriores, ahora es más frecuente ver a clientes disfrutando de una comida sin compañía. Observamos que este cambio puede deberse a diversos factores, como tener estilos de vida ocupados, la presencia de personas que trabajan en la zona o turistas que buscan una experiencia gastronómica personal”, dice Jimmy Lima, director de Café Comercial. ç
Esta tendencia no es exclusiva de nuestro país, como ha dictaminado el crítico gastronómico y autor Angelo Comsti. En Hong Kong es habitual el fenómeno conocido como “honbap”, que en lengua coreana significa “persona que come sola” y que empuja a muchos jóvenes a comer acompañados por otros a través de las pantallas de sus teléfonos móviles.
El arte de comer solo
Al pensar en personas acostumbradas a comer solas, nos viene a la mente la figura del crítico gourmet. Hablamos con el periodista especializado en gastronomía, Òscar Broc, para saber cómo es (de verdad) comer solo. “Creo que el hecho de comer solo todavía genera extrañeza en mucha gente. Es inevitable comentar, chismorrear, elucubrar sobre las causas que han llevado a esa persona a cenar sola. Nos cuesta entender que una persona come sola porque le apetece. Lo que sí es cierto es que cada vez hay más gente que come sola. El móvil ha ayudado muchísimo. Comer y ver tu serie favorita, apoyando el móvil en el servilletero, y con los auriculares en modo cancelación de sonido, es un placer que recomiendo encarecidamente”, asegura.
Aunque pensamos que los camareros van a mirar con cierta lástima a quien come sin compañía, Broc nos hace cambiar de parecer. “Diría que en realidad, ocurre más bien todo lo contrario. Tengo la sensación de que los camareros aprecian a los comensales solitarios, gente que ha superado la barrera de la vergüenza solo para saborear los platos de su restaurante favorito… ¿Hay mayor elogio que ese?”, se pregunta.
Jimmy Lima, director de Café Comercial, le da la razón. “En nuestro restaurante no está mal visto que alguien ocupe una mesa para una persona. Valoramos a todos nuestros clientes y apreciamos que vengan a disfrutar de nuestra comida, sin importar el tamaño de su grupo. Además, como contamos con un espacio amplio, siempre podemos adaptarnos a las necesidades de nuestros clientes, ya sean individuales o grupos más grandes. En realidad, hemos notado que los clientes que vienen solos tienden a consumir bien y contribuyen a aumentar el ticket medio, ya que suelen pedir más platos de comida. Todos los comensales son bienvenidos y bien atendidos en nuestro restaurante”, señala.
Cómo es el comensal solitario
“Estas mesas suelen ser muy agradables de atender, ya que generalmente nos permiten interactuar con ellos y hacer lo que mejor hacemos: crear una experiencia hecha a medida”, confiesa Dani Brasserie. Por su parte Òscar Broc asegura que hay comedores solitarios que son expansivos, que son quienes hablan con el camarero y le cuentan su vida. “Yo soy un comedor solitario silencioso. Aprovecho para poner al día mis cosas con el móvil, me pierdo en un océano de reels absurdos, escucho podcasts (ahora estoy metido en ‘Terrores Nocturnos’), veo series, y mi contacto con el resto de la humanidad se limita a dar las gracias cada vez que me ponen un plato delante”, dice.
¿Será un crítico?
No es extraño que haya quien piense que una persona que acude a solas a un restaurante pueda ser un crítico gourmet, aunque en realidad se trata de grandes profesionales que parecen clientes muy normales y que suelen ser complicados de reconocer.
“Normalmente, cuando aparece alguien solo, intentamos ser muy atentos y hacer que esa persona esté a gusto. A veces es gente a la que le apetece que le des conversación, o que simplemente prefiere estar sola o leyendo. Hay que superar el estigma social de salir a comer o cenar solo”, señala Juan Molina-Martell, cofundador de Grupo Nomo.
Iván Morales, cofundador de Grupo Arzábal (Restaurantes Arzábal Retiro y El Jardín de Arzábal), asegura que esto les ocurre cada vez menos, pues se están habituando a ver mesas individuales. “Sin embargo, es cierto que hace unos años, cuando venía una persona sola siempre era un crítico de Michelin. Ahora ese “miedo” ya lo hemos superado”, dice.
Patricia Rodriguez de Velasco, general manager de Palacio Solecio y Balausta, nos hace cambiar la imagen que tenemos de ese solitario crítico gourmet. “Cada vez es más común que los críticos vengan en todo tipo de formato: solos, acompañados, en familia, con amigos, perfiles tanto locales como extranjeros, etc”, dice.
¿Molesta quien come solo?
Aunque Juan Molina-Martell, cofundador de Grupo Nomo, asegura que nunca se tratará peor ni se evitará dar mesa a alguien que viene a comer solo, sino todo lo contrario, lo cierto es que como aclara Iván Morales, lo ideal para los restaurantes es maximizar tanto los espacios como el rendimiento de las mesas y de las sillas. “Sin embargo, no siempre puede ser así y los restaurantes tenemos que ser generosos y adaptarnos a las circunstancias de los clientes”, aclara.
Cuándo es más habitual la mesa para uno
Juan Molina-Martell asegura que existe una gran diferencia entre el mediodía y la noche. “A la hora de comer es habitual ver alguna mesa con un solo comensal. Suele ser alguien que quiere comer algo rápido porque tiene poco tiempo. Por la noche es más difícil encontrarte esta situación. Nuestro perfil de restaurantes es para gente disfrutona, una experiencia que la mayoría de gente prefiere hacerla de manera compartida. La excepción es Nomo Market, en el Corte Inglés de Goya, donde un gran número de personas vienen a comer solas y, además de las mesas, tienen la opción de comer en la barra”, explica.
Dani Brasserie, añade un matiz en el que no habíamos caído: en los hoteles es habitual recibir comensales sin acompañante. “Muchos huéspedes nos visitan por viaje de negocios, reuniones o simplemente están de paso por Madrid. Además, cada vez hay más huéspedes que se animan a emprender la aventura de viajar solos”, aclara.
Comer a solas ya no es un tema tabú, y de hecho, en la era del autocuidado, salir a comer fuera sin acompañantes se ha convertido en el último ‘treat yourself’. ¿Te animas a pedir mesa para uno? ¡Que aproveche!
Artículo publicado por Marita Alonso
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