Una sola sesión de ejercicio hace que el cerebro funcione más rápido y con mayor claridad. Nuevas investigaciones revelan cómo el ejercicio corto pero intenso (HIIT) mejora aspectos clave de la cognición, desde la memoria hasta la toma de decisiones.
El impacto de la actividad física sobre la función cognitiva, esencial para realizar tareas diarias y tomar decisiones, ha sido objeto de amplias investigaciones que han demostrado una y otra vez los beneficios que tiene el ejercicio sobre la salud del cerebro, eso sí, en intervenciones a largo plazo, o sea, a lo largo de la vida.
Sin embargo, el efecto neuroprotector de sesiones únicas y breves, también conocidas en general como ejercicio agudo, recaba resultados nada concluyentes —e incluso contradictorios— en la literatura científica.
Para clarificar estas discrepancias, un equipo de investigadores del Departamento de Ciencias Piscológicas y del Cerebro de la Universidad de California en Santa Bárbara, liderado por Jordan Garrett, ha llevado a cabo una revisión científica muy interesante sobre qué impacto real tiene el ejercicio agudo en el cerebro de personas sanas de entre 18 y 45 años de edad.
Los efectos del una sesión de entrenamiento en el cerebro
Los trabajos seleccionados debían analizar, en concreto, el rendimiento cognitivo comparando mediciones realizadas antes y después del ejercicio o entre sesiones de actividad física y condiciones de control. Por su parte, las áreas cognitivas evaluadas abarcaban desde funciones ejecutivas y de atención, hasta memoria y destrezas motoras.
Este nuevo metaanálisis, que se ha completado con datos de 113 estudios publicados entre 1995 y 2023 y la participación de 4.390 voluntarios, sugiere que incluso una sola sesión de entrenamiento, como correr durante veinte minutos o llevar a cabo una caminata vigorosa en ese mismo tiempo, influye positivamente en el rendimiento mental.
El estudio, que ha sido publicado en la revista Communications Psychology, encontró que los ejercicios breves y potentes tienen impactos pequeños pero medibles en diversas tareas cognitivas, especialmente en aquellas que requieren reacciones rápidas y una gran flexibilidad mental.
Aumento de la dopamina y glutamato
Ahora bien, estos efectos beneficiosos varían según el tipo, la intensidad y el momento del ejercicio, así como por la naturaleza de la tarea cognitiva realizada.
Los hallazgos más recientes en el campo de la neurociencia cognitiva revelan cómo una sola sesión de ejercicio induce un cambio neuromodulador en varios sistemas cerebrales. Entre ellos, los científicos citan el aumento en neurotransmisores, como la dopamina y el glutamato; y factores neurotróficos, esto es, proteínas que promueven la supervivencia, el crecimiento y la plasticidad cerebral (la capacidad del cerebro de adaptarse y reorganizarse).
Uno de estos factores es el conocido como BDNF (Brain-Derived Neurotrophic Factor, por sus siglas en inglés), que resulta esencial para la salud y el funcionamiento del cerebro. Actúa como un fertilizante para las neuronas, ya que juega un papel importante en procesos como el aprendizaje, la memoria y la neuroplasticidad.
Alejando el fantasma del alzhéimer
Algunos estudios han demostrado que el ejercicio físico, especialmente el aeróbico, aumenta de manera palpable los niveles de BDNF en el cerebro, lo que a la postre mejora la función cognitiva y alejar el fantasma del alzhéimer y otras enfermedades neurodegenerativas.
En palabras de Garrett, estas alteraciones específicas a nivel neurológico están relacionadas con mejoras en dominios cognitivos como la atención, la memoria de trabajo — la capacidad de mantener y manipular información temporalmente para realizar tareas mentales— y el control ejecutivo — el conjunto de habilidades que permite planificar, tomar decisiones, inhibir impulsos y adaptarse a nuevas situaciones—.
Beneficios mentales de la carrera y el ciclismo
A pesar de que algunas investigaciones no habían detectado efectos significativos en el rendimiento cognitivo tras el ejercicio agudo, el análisis general de los trabajos seleccionados permitió que los autores del trabajo identificaran un efecto beneficioso pequeño pero consistente después de llevar a cabo actividades como el ciclismo, la carrera, el entrenamiento en intervalos de alta intensidad (HIIT), el entrenamiento de resistencia y otras actividades deportivas en esta línea.
Sin duda alguna, este hallazgo es especialmente significativo en un terreno de la neurociencia donde los resultados anteriores alternaban entre mejoras, impacto nulo e incluso efectos negativos del ejercicio agudo, según el profesor Barry Giesbrecht, otro de los autores del estudio.
Garrett, Giesbrecht y los otros dos científicos implicados en la investigación, Carly Chak y Tom Bullock, utilizaron métodos estadísticos bayesianos para analizar los datos, lo que les permitió llevar a cabo una comprensión más detallada y precisa de los resultados de los 113 estudios seleccionados.
El tipo, la intensidad y la duración del ejercicio
Este enfoque, en contraste con los métodos tradicionales, se centra en calcular la probabilidad de determinados resultados basándose en los datos observados. Esta estrategia ofrece una mayor flexibilidad para evaluar efectos variables y complejos, como los del ejercicio sobre la cognición.
Además, el análisis integró moderadores clave, como el tipo, la intensidad y la duración del ejercicio, así como el momento en que se realizaron las pruebas cognitivas en relación con la actividad física, lo que permitió explorar en profundidad cómo estos factores influyen en los resultados obtenidos. ¿Y cuáles fueron estos?
Unos resultados para echarse a correr
Para empezar, el efecto general del ejercicio agudo mostró una influencia positiva, pequeña pero estadísticamente significativa, en el rendimiento cognitivo general. Dicho efecto fue más evidente en la reducción del tiempo de reacción en tareas cognitivas, mientras que la precisión permaneció invariable. Esto sugiere que el ejercicio acelera el procesamiento de la información sin comprometer su exactitud.
Los investigadores también observaron que diferentes tipos de ejercicio tuvieron efectos variados: actividades aeróbicas como el ciclismo y los entrenamientos de alta intensidad (HIIT) fueron particularmente efectivos en mejorar las funciones ejecutivas, mientras que los ejercicios de resistencia mostraron un impacto limitado o incluso negativo en dominios como la atención.
Por otro lado, las mejoras más consistentes de las sesiones únicas y breves de actividad física se cosecharon en tareas que evalúan funciones ejecutivas, caso de la memoria de trabajo y la inhibición, que permite controlar impulsos y suprimir respuestas automáticas o no deseadas para lograr un comportamiento adecuado y enfocado en los objetivos.
Impulso a las áreas cognitivas más rigurosas
Este hecho refuerza la idea de que las áreas cognitivas más exigentes se benefician del ejercicio de alta intensidad.
Garrett señala otra nada desdeñable novedad de su metaanálisis: los beneficios cognitivos se observaron predominantemente justo después de que concluyese el ejercicio, lo que apoya la hipótesis de que los cambios fisiológicos y neuroquímicos inducidos tienen un efecto temporal en el cerebro.
Por último, la intensidad del ejercicio emergió como un factor crítico, con ejercicios vigorosos generando mayores mejoras en comparación con actividades de baja intensidad, y una duración óptima identificada entre 20 y 45 minutos.
Bondades de las sesiones breves de ejercicio
En palabras de Garrett, este estudio sugiere que incluso breves sesiones de ejercicio es una estrategia efectiva para mejorar funciones cognitivas específicas, particularmente aquellas relacionadas con la rapidez en la respuesta y el control ejecutivo.
Estos hallazgos son relevantes para diseñar programas de intervención en contextos educativos y laborales, donde el ejercicio podría integrarse estratégicamente para potenciar el rendimiento mental, según Giesbrecht.
Además, los resultados apoyan la idea de que múltiples sesiones breves de actividad física acumuladas a lo largo del tiempo tienen un impacto significativo en la salud cognitiva general.