10 cosas importantes que debes saber sobre el acné (y cómo curarlo)

que-es-lo-que-causa-acne

Seguir una dieta mediterránea y tomar suplementos de ácidos grasos omega-3 ayudan a reducir de forma significativa las lesiones cutáneas, tanto inflamatorias como no inflamatorias, asociadas al acné. Es más, mejora la calidad de vida de las personas víctimas de esta enfermedad dérmica.

Se calcula que aproximadamente un 9,5% de la población mundial presenta acné, especialmente en la adolescencia y la juventud. De hecho, el acné, cuyo nombre deriva de la palabra griega akme, que significa florescencia, es una de las enfermedades dermatológicas más comunes, hasta el extremo de que, al menos en la raza blanca, no hay nadie que no la no haya sufrido, en mayor o menor grado, antes de llegar a la edad adulta.

El acné es una afección de la piel que ocurre cuando los folículos pilosos —anexos cutáneos de la dermis de la piel cuya función es producir pelos y cabello, así como envolver el tallo del pelo— se tapona con grasa (sebo) y células muertas de la piel.

Esta obstrucción puede llevar a la formación de espinillas (poros abiertos tapados), puntos blancos (poros tapados cerrados), granos o pústulas, pápulas (irregularidades sensibles rojas y pequeñas), seborrea (exceso de secreción sebácea) y, en casos más graves, quistes (bultos dolorosos llenos de pus debajo de la piel) y nódulos (bultos grandes, sólidos y dolorosos debajo de la piel).

El acné es más común en adolescentes debido a los cambios hormonales que aumentan la producción de sebo, pero también puede afectar a las personas adultas. Entre los individuos de 12 a 17 años, el acné representa el 25% de las consultas a un dermatólogo.

Esta enfermedad crónica e inflamatoria de la piel suele manifestarse con mayor frecuencia en la cara, la frente, el pecho, la parte superior de la espalda y los hombros, porque estas áreas de la piel son las que tienen una mayor cantidad de glándulas sebáceas.

No hay que olvidar que su función no es otra que sintetizar el sebo, sustancia lipídica que lubrica y protege la superficie de la piel, y que las glándulas sebáceas están conectadas con los folículos pilosos.

Tapones de células muertes y sebo

Las causas del acné son múltiples: producción excesiva de sebo por parte de las glándulas sebáceas; obstrucción de los folículos pilosos por la acumulación de células muertas de la piel y sebo; proliferación de bacterias en la piel, especialmente de las especies Propionibacterium acnes, Staphylococcus epidermis y Pityrosporum ovale; y cambios hormonales, en concreto, durante la pubertad, en el ciclo menstrual, a lo largo del embarazo o mientras se toman anticonceptivos.

Los dermatólogos añaden a la lista de aliados del acné la ingesta de determinados medicamentos, como los que contienen corticosteroides, testosterona y litio; y factores hereditarios, pues se sabe que la tendencia al acné puede tener unas raíces genéticas.

También juega un papel nada desdeñable el estrés y la ansiedad. Aunque los factores psicológicos y emocionales no son la causa directa del acné, pueden empeorarlo si ya se padece.

Los prejuicios contra las personas con acné

Hay que recordar que el acné, especialmente cuando es grave, puede tener un impacto psicológico significativo en las personas que lo sufren. No pocos estudios psicológicos apuntan que esta enfermedad puede afectar negativamente a la autoestima y la percepción de la autoimagen. Las lesiones visibles en la piel pueden llevar a que nos sintamos menos atractivos o menos seguros.

Hay quien tiene aún prejuicios contra las personas con acné; resulta triste, pero cierto. El miedo al rechazo o a la burla pueden llevar al aislamiento social y a sentimientos de desesperanza. Los psicólogos advierten de que las personas con acné, especialmente los adolescentes y los adultos jóvenes, son más propensas a experimentar síntomas de ansiedad y depresión. Y esta situación retroalimenta los síntomas de la enfermedad.

Por otro lado, la relación entre la dieta y el acné ha sido un tema de debate durante muchos años, y, aunque no hay una respuesta definitiva, algunos estudios sugieren que ciertos alimentos pueden influir en la aparición y la gravedad del acné.

Evitar los lácteos, las grasas saturadas y trans… ¿y el chocolate?

Por ejemplo, se ha señalado como detonantes de este trastorno de la piel a los alimentos con alto índice glucémico, esto es, los que elevan rápidamente los niveles de azúcar en sangre. Es el caso del pan blanco, el arroz blanco, las patatas, la bollería industrial y las bebidas azucaradas. Estos alimentos pueden disparar la producción de insulina, lo que puede llevar a un aumento en la producción de sebo en las glándulas sebáceas y, en consecuencia, al acné.

Los lácteos también están en el punto de mira: la leche, el queso o el yogur pueden contener hormonas capaces de estimular las glándulas sebáceas y agravar las huellas del acné. Algo similar ocurre con las dietas altas en grasas saturadas y trans, presentes en alimentos fritos y rebozados, productos horneados, mantecas y margarinas. Estas grasas —las peores para la salud, según los nutrólogos— pueden contribuir a la inflamación del cuerpo y, por ende, empeorar el acné. ¿Y qué decir del chocolate?

El papel del chocolate en la aparición o el agravamiento del acné no está nada claro, y existe un debate incandescente entre sus defensores y detractores. Aunque la relación exacta no está completamente establecida, existen varias teorías y estudios que sugieren posibles mecanismos a través de los cuales el cacao podría influir en la salud de la piel, tanto para bien como para mal.

Espinillas, chocolate puro y chocolate con leche

En lo que se refiere a la relación del chocolate con el ácne, algunos trabajos señalan como culpables a su contenido en leche y azúcares, así como a la teobromina y cafeína, compuestos presentes en el cacao que se sabe que son capaces de tener efectos estimulantes sobre el sistema nervioso y las glándulas sebáceas.

En este sentido, un estudio de 2011 publicado en el Journal of Clinical and Aesthetic Dermatology encontró que los hombres jóvenes que consumieron chocolate con leche experimentaron un aumento de espinillas y otras lesiones del acné en comparación con aquellos que tomaron chocolate negro o no probaron este alimento.

Y otro estudio publicado en 2014 en el International Journal of Dermatology sugirió que el chocolate puro (100% de cacao) no tuvo un impacto significativo en el acné, pero el chocolate con aditivos —azúcar, leche— sí lo experimento.

Visto esto, aunque no hay una respuesta definitiva sobre el papel del chocolate en el acné, la evidencia sugiere que el consumo excesivo de este alimento, especialmente el chocolate con leche y los productos de chocolate procesados, podría exacerbar el acné en algunas personas.

Contra el acné, comer más frutas, verduras, legumbres y pescado azul

En palabras de algunos dermatólogos, optar por chocolate negro lo más puro posible y consumirlo con moderación puede ayudar a minimizar el impacto en la salud de la piel de un alimento que, por otro lado, nos produce sensaciones de tranquilidad, felicidad y satisfacción gracias a la producción de triptófano.

Por otro lado, hay un ramillete de estudios que apuntalan los efectos beneficios de determinados alimentos en la prevención y tratamiento del acné. Es el caso de los alimentos ricos en antioxidantes, como las frutas y verduras coloridas (bayas, zanahorias, espinacas) y el té verde; los alimentos con bajo índice glucémico, caso de los granos enteros, las verduras verdes, la mayoría de las frutas, las zanahorias crudas, las judías, los garbanzos y las lentejas; los probióticos, y los alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, que abundan en los pescados azules (salmón, caballa, atún, sardinas), nueces, semillas, como las de linaza, chía y lino, y aceites vegetales (linaza, soja o canola).

En un estudio publicado en la revista Journal of Cosmetic Dermatology, un equipo de investigadores de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich (Alemania) ha profundizado en las posibles bondades de los ácidos grasos omega-3 en la guerra contra el acné.

La eliminación de los síntomas del acné se traduce un aumento considerable en la calidad de vida

Los resultados del trabajo, en el que participaron sesenta personas voluntarias con acné de leve a moderado, mostraron que seguir una dieta mediterránea y tomar suplementos de ácidos grasos omega-3 reducen de forma significativa las lesiones cutáneas inflamatorias y no inflamatorias ligadas al acné común. En paralelo, los participantes que notaron mejorías en la piel experimentaron una mayor calidad de vida.

Cabe destacar que el 98,3% de los participantes presentaba déficit de ácidos grasos omega-3 al inicio del estudio. No hay que olvidar que los ácidos grasos omega-3 son un tipo de grasa poliinsaturada esencial para el cuerpo humano, lo que significa que el organismo es incapaz de producirlos por sí mismo y debe obtenerlos a través de la dieta.

Los ácidos grasos omega-3 resultan cruciales para varias funciones corporales, como son la formación de las membranas celulares, la producción de hormonas y la regulación de la inflamación; y juegan un papel destacado en la prevención de multitud de enfermedades.

¿Qué es bueno para el acné en la cara? Beneficios del Omega-3

Los ácidos grasos omega-3 ayudan a mantener la buena salud del corazón y reducen el riesgo de sufrir alzhéimer.

En efecto, se sabe que los ácidos grasos omega-3 ayudan a mantener la buena salud del corazón y lo protege de algunos problemas cardíacos: mejoran la salud del bebé durante el embarazo y la lactancia; previenen algunos cánceres, como el de mama y quizá el colorrectal; reducen el riesgo de sufrir alzhéimer y otras demencias; protegen contra la degeneración macular; y controlan la artritis reumatoide. También pueden ayudar a tratar afecciones como el acné y la psoriasis.

En palabras de los autores del nuevo estudio, la gravedad del acné disminuyó significativamente en los voluntarios que alcanzaron los niveles corporales deseados de ácidos grasos omega-3 durante la investigación. No hay una dosis diaria recomendada específica para toda la población, pero la Asociación Estadounidense del Corazón sugiere consumir al menos dos porciones de pescado graso por semana.

Ahora bien, en el caso de los suplementos, generalmente se recomienda una dosis de 250-500 mg de ácido eicosapentaenoico (EPA) y ácido docosahexaenoico DHA combinados al día para la mayoría de los adultos.

«Las intervenciones en el estilo de vida, incluidas las recomendaciones dietéticas, no deben considerarse en oposición a los medicamentos recetados, sino más bien como un valioso complemento de cualquier plan moderno de tratamiento del acné», afirma la doctora Anne Guertler, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich y coautora del estudio.

En palabras de Guertler, en los últimos años se han producido grandes avances en la terapia farmacológica, aparte de la opción quirúrgica, del acné. Básicamente, los fármacos actúan reduciendo la producción de sebo y destapando los poros; bajando la hinchazón, para paliar el dolor y eritema; y combatiendo la infección bacteriana.

¿Cómo se quita el acné?

Dependiendo de la severidad y el tipo de acné, el dermatólogo optará por un tratamiento tópico, aplicado sobre la piel en forma de geles, cremas, lociones y limpiadores; un tratamiento oral, tomados por vía oral; o una combinación de ambos.

Dentro de los productos tópicos cabe destacar por su eficacia el peróxido de benzoilo y antibióticos como la clindamicina y la eritromicina —un derivado sintético de la vitamina A—, que reducen las bacterias y la inflamación; la tretinoína, el adapaleno y otros retinoidedes, que desobstruyen los poros y reducen las lesiones inflamatorias; el ácido salicílico, capaz de exfoliar la piel y destapar los poros; y el ácico azelaico, un potente antibacteriano y antiinflamatorio.

Las bacterias aliadas del acné también pueden combatirse con antibióticos orales, caso de la tetraciclina, la doxiciclina, la minociclina y la isotretinoína, que es el tratamiento de elección ante el acné grave y cicatricial. Por vía oral también se administra la terapia hormonal contra el acné.

En efecto, los anticonceptivos de estrógeno y progestina permiten regular las hormonas que pueden contribuir al desarrollo de esta enfermedad dérmica. Por su parte, antiandrógenos como la espironolactona reducen los efectos de las hormonas masculinas, esto es, los andrógenos, a nivel de las glándulas sebáceas.