Si cada vez oye más a menudo a alguien identificarse como género no binario, pero no tienes claro cuál es su significado con respecto a su sexualidad, tranquilo: no eres el único.
El género no binario está causando muchos quebraderos de cabeza a más de uno. Hace ya tiempo que los roles tradicionales de género con los que estábamos acostumbrados a definirnos sexualmente quedaron atrás. La sociedad occidental ha dejado de ver mal que un hombre vista con falda o lleve las uñas pintadas, o que las mujeres jueguen al fútbol y ganen campeonatos. Sin embargo, no hace tanto, frente a los diferentes tipos de sexualidad, ha comenzado a cobrar fuerza un curioso fenómeno social relacionado con la identidad y expresión de género: el género no binario.
Qué significa género no binario
El concepto de género no binario es un término paraguas que recoge una amplia variedad de identidades y expresiones de género más allá de hombre y mujer. Las personas que se autodefinen de esta manera afirman no sentirse representados por su sexo biológico, pero tampoco por el contrario. Pueden conectar con ambas identidades a la vez, con ninguna en concreto o con otras alejadas de esta dualidad, de ahí la expresión “no binario”.
Con el fin de expresar estas nuevas identidades, las personas de género no binario pueden recurrir a un gran número de formas de expresarse. El peinado, el maquillaje, el uso de ropa del sexo opuesto o las mezclas de prendas suelen ser los elementos más empleados para manifestar estas expresiones de género.
Otro elemento recurrente es el empleo de pronombres alejados del dualismo hombre-mujer. En lugar de hacerse llamar “él” o “ella”, estas personas han creado nuevas palabras para definir su identidad de género, como “elle” es español. No obstante, existen idiomas en los que ya se podía hacer uso de pronombres neutros, como es el caso inglés, que cuenta con el término “they” (ellos/ellas).
Una vez explicado a grandes rasgos este fenómeno, conviene centrarse en su origen y en algunas manifestaciones del mismo.
Origen y manifestaciones culturales
A lo largo de la historia, ha habido una serie de naciones y culturas de todo el mundo que han establecido un tercer rol de género para algunas personas. Un ejemplo son los denominados “fa’afafine” de Samoa, hombres biológicos que muestran un comportamiento y un rol social más similar al típicamente femenino. Por otra parte, numerosas tribus nativas americanas hablan de personas con “dos espíritus”, que no encajan en la categoría de hombre ni de mujer.
En algunos casos, estas denominaciones han sido reconocidas legalmente, tales como la identidad “hijra”, considerada como válida por la India en 2014. En los últimos años, se han extendido también al mundo occidental, pudiendo encontrarse su génesis en 1995, cuando se acuñó el término “genderqueer”.
Desde entonces, una amplia gama de identidades ajenas a la masculina y femenina han pasado a formar parte de la cultura colectiva. Existen numerosas asociaciones y portales digitales dedicados a divulgar información sobre las mismas, así como un movimiento activista por su reconocimiento. Por otra parte, cada vez más celebridades como actores, cantantes e incluso políticos se han definido a sí mismos como no binarios.
Ejemplos de géneros no binarios
No hay una lista definida de géneros no binarios, pudiendo encontrarse distintas clasificaciones según la fuente consultada. Distintas publicaciones médicas como MedicineNet establecen un total de 72, mientras que otros organismos elevan la cifra a más de 80, e incluso 100.
No obstante, algunos de los más extendidos son los siguientes:
– Agénero: la persona no se identifica con ningún género en concreto.
– Aliagénero: si bien la persona no se siente hombre ni mujer, sí experimenta algún tipo de identidad de género.
– Bigénero: la persona se identifica con dos géneros simultáneos.
– Demigénero: la persona conecta parcialmente con un género concreto.
– Genderqueer: la persona expresa una identidad de género difusa, o que combina distintos tipos de expresiones.
– Género fluido: la persona va cambiando su identidad de género según las circunstancias.
– Omnigénero: la persona se identifica con todos los géneros, pero no siempre con la misma intensidad.
– Pangénero: identificación simultánea con todos los géneros existentes.
– Trigénero: la persona se identifica con tres géneros simultáneos.
Algunas identidades llegan a vincularse con condiciones médicas, tales como la ansiedad o la depresión. Es el caso de géneros como anxiagénero o cavusgénero, en el que la persona experimenta una identidad diferente dependiendo de si se siente bajo los efectos de su enfermedad.
Confusiones típicas con el género no binario
Aunque se trata de términos que suelen ir vinculados, es importante recordar que los géneros no binarios no tienen por qué estar vinculados a la transexualidad. Dentro del colectivo LGTB, hay quienes abogan por recoger todas estas identidades bajo una misma categoría, al margen de que exista una transición médica o no. La justificación consiste en que todas estas personas tienen una identificación distinta a su sexo biológico, al margen de cuál sea esta identificación.
Por el contrario, otras voces prefieren separar las identidades no binarias de la transexualidad, entendida como un proceso que requiere hormonación y operaciones. El género no binario suele limitarse a la expresión de género mediante la ropa, el comportamiento y otros rasgos externos, sin procedimientos médicos.
Asimismo, el género no binario debe diferenciarse de la intersexualidad, un conjunto de diversas condiciones biológicas. Las personas intersexuales, debido a un desorden hormonal, entre otras causas médicas, manifiestan una anatomía que no resulta completamente femenina ni masculina. Un ejemplo es el SICA (síndrome de insensibilidad completa a los andrógenos), en el que la persona afectada posee cromosomas XY, pero un aspecto completamente femenino.
Críticas al género no binario
Aunque se trata de una idea cada vez más arraigada en la sociedad, sigue despertando una gran controversia entre numerosas personas. Entre las polémicas, destaca la confrontación antes mencionada entre la transexualidad y lo que podría denominarse transgenerismo.
Si bien muchos transexuales aceptan las identidades de género no binario, otros lo consideran una suerte de banalización o incluso burla de su condición. Ven cómo un procedimiento médico muy largo y complicado es reducido a una sensación subjetiva o una expresión superficial, lo que puede resultar incluso ofensivo. También consideran que numerosas personas no binarias se apropian de una experiencia que, en realidad, no han vivido, o la reducen a una mera moda.
Asimismo, y pese a su rechazo de los roles de género tradicionales, también existe la interpretación de que estos comportamientos los perpetúan en vez de luchar contra ellos. La idea de crear una nueva identidad de género para una persona que no manifiesta comportamientos típicos de su sexo puede antojarse retrógrado. Además, limita la libre expresión y la experimentación, al considerar que solo existe una forma de ser hombre o mujer.
Al margen de la opinión que cada uno tenga del tema, es evidente que este concepto seguirá teniendo un impacto bastante notable en nuestra sociedad. El tiempo dirá si se trata de una buena noticia o de un perjuicio para todos.
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