Los murciélagos podrían guardar las claves para combatir el cáncer o la covid-19

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Estos animales, que tanta confusión causaron en Aristóteles, pues no acertó a decir si eran aves u otro tipo de animal, son excepcionales entre los mamíferos, no solo por su capacidad para volar, sino también por su larga vida, sus bajas tasas de cáncer y su robusto sistema inmunitario.

Los murciélagos han adquirido a lo largo de su evolución rasgos notables e incluso podríamos decir, sin miedo a equivocarnos, envidiables. Son los únicos mamíferos que pueden volar y viven muchos más años que otros animales de su mismo tamaño.

Pero quizás lo más impresionante para nosotros como especie sea su sistema inmunológico. Un poderoso aparato defensivo que protege a los murciélagos de virus que causan estragos en los seres humanos, como los de la rabia, del covid-19 o del Ébola. Desde hace tiempo, los científicos saben que estas criaturas aladas son un reservorio natural, esto es, un escondrijo biológico, para estos y otros virus que se transmiten de forma animal desde estos animales al ser humano. Su gran movilidad, así como su amplia distribución (están presentes en todos los continentes, salvo en la Antártida), su variedad (existen unas 1.400 especies) y su comportamiento social, convierten a los murciélagos en hospedadores y vectores de enfermedades.

Aún hay más: su peculiar aparato inmunológico mantiene a los quirópteros relativamente libres de contraer un cáncer. Pero ¿cómo lo logran?

Según científicos del Cold Spring Harbor Laboratory (CSHL), en Estados Unidos, el secreto está en sus genes. De ahí que los análisis genómicos comparativos de murciélagos y mamíferos susceptibles de padecer esta enfermedad, que se cobra cada año la vida de más de 10 millones de personas en el mundo, podrían aportar nueva información sobre las causas del cáncer y los vínculos entre este y nuestras defensas.

Utilizando muestras recolectadas en Belice con la ayuda de Nancy Simmons, del Museo Americano de Historia Natural, los profesores del CSHL W. Richard McCombie y Adam Siepel y el investigador posdoctoral Armin Scheben secuenciaron los genomas del murciélago frugívoro de Jamaica (Artibeus jamaicensis) y del murciélago bigotudo mesoamericano (Pteronotus mesoamericanus).

Hay que decir que estas dos especies pertenecen a la superfamilia de mamíferos con mayor diversidad ecológica del mundo. Hablamos de los quirópteros, orden que representa aproximadamente el 20 % de todas las especies de mamíferos y que incluye criaturas que se alimentan de fruta, insectos, peces, anfibios, roedores o sangre, caso de los vampiros.

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Poseen un ADN perfilado por una rápida evolución.

Al comparar el ADN de estos dos murciélagos con el de otros mamíferos, el equipo de investigación descubrió que la rápida evolución de los quiróperos permitió la optimización de los genomas de estos para defenderse contra las infecciones y el cáncer. «No sabíamos que los genes del sistema inmunológico estaban seleccionados de manera tan positiva en los genomas de los murciélagos. Estos tienen una serie de cosas muy inusuales. No responden a las infecciones como lo hacemos nosotros —explica McCombie. Y añade—: En retrospectiva, no sorprende que esta singularidad en el sistema inmunológico pueda estar implicada tanto en el envejecimiento como en la respuesta al cáncer».

McCombie, Siepel y Scheben leyeron de cabo a rabo los genomas completos del murciélago frugívoro de Jamaica y del bigotudo mediante una nueva tecnología de secuenciación del ADN, rápida y sencilla, conocida como Oxford Nanopore. Luego compararon ambos ADN con los de otras quince especies de murciélago y de otros mamíferos, incluidos los seres humanos.

Fue entonces cuando apareció la sorpresa: el cotejo genético reveló un cambio desconocido en los niveles de dos genes que dirigen la síntesis de dos proteínas inflamatorias, en concreto, los llamados interferones alfa y omega. Recordemos que los interferones son sustancias naturales de diferentes tipos que ayudan al sistema inmunitario del cuerpo a combatir infecciones y otras enfermedades, como es el caso del cáncer.

Pues bien, «los quirópteros han atenuado la alarma del sistema inmunológico eliminando genes que producen el interferón alfa —dice Scheben. Y continúa—: Este particular puede ser responsable de su alta tolerancia viral. Previene respuestas inmunes hiperactivas que dañan el tejido sano, una de las razones por las que las infecciones son tan dañinas para los seres humanos».

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Los murciélagos muestran adaptaciones en genes que reparan el ADN y suprimen el cáncer

También descubrieron, como apuntan en un artículo publicado en Genome Biology and Evolution, que, en comparación con otros mamíferos, los genomas de los murciélagos contienen más cambios específicos en genes relacionados con el cáncer, incluidos seis cuyo trabajo es reparar daños en el ADN y 46 que suprimen tumores.

«Nuestro trabajo destaca cómo la inmunidad y la respuesta al cáncer están profundamente interconectadas. Los mismos genes y proteínas inmunes desempeñan papeles importantes en la resistencia a esta enfermedad», explica Scheben en la nota de prensa emitida por el Cold Spring Harbor Laboratory.

«La lectura de estos dos nuevos genomas de murciélago y la posibilidad de compararlos con el ADN de otros mamíferos nos permite seguir descubriendo nuevas y extraordinarias adaptaciones de los genes antivirales y anticancerígenos —afirma Scheben, autor principal del trabajo—. Estas investigaciones son el primer paso para traducir la investigación sobre la biología única de los murciélagos en conocimientos relevantes para entender y tratar el envejecimiento y las enfermedades, como el cáncer, en los seres humanos».

Scheben, junto con McCombie y Siepel, han empezado a escudriñar cómo se regulan estos valiosos genes del sistema inmune de los murciélagos y cómo podrían expresarse, o sea, manifestarse, en diferentes partes del organismo. Esperan que su trabajo proporcione nuevos conocimientos, como ya se ha adelantado, sobre los nexos entre la inmunidad, el envejecimiento y el cáncer.

«Aún quedan muchas incógnitas por dilucidar —afirma Siepel. Y concluye—: En última instancia, llevaremos el trabajo tan lejos como podamos, y pasaremos el testigo a los expertos en enfermedades para que trabajen en el desarrollo de medicamentos u otras terapias».

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