Trajes que sientan bien, marcas que funcionan y una comunidad global que lo sigue: así piensa y trabaja uno de los nombres clave del estilo masculino.
Hace más de una década, Tomás Laso-Argos decidió que la sastrería clásica no debía quedarse encerrada en un armario polvoriento. Con esa idea entre ceja y ceja fundó Absolute Bespoke, un proyecto que ha crecido con él, que ha viajado por medio mundo y que hoy lo coloca como uno de los nombres imprescindibles de la elegancia masculina en España. Pero si algo define a Tomás es su visión empresarial. La misma que lo ha llevado a inaugurar un showroom en una de las esquinas más emblemáticas de Madrid, a lanzar un nuevo concepto prêt-à-porter junto a Rafael Medina, y a convertirse en embajador de Range Rover. El traje bien hecho puede ser un lenguaje, pero él ha conseguido que sea también una herramienta para construir una marca personal y empresarial que no entiende de modas efímeras, sino de fondo.
El showroom donde se para el tiempo
En la segunda planta de un edificio frente a la Puerta de Alcalá, las puertas del ascensor se abren a un universo propio. Allí está Tomás, rodeado de arte contemporáneo, tejidos nobles y una calma que parece desafiar el ritmo frenético de la ciudad. Es un espacio con carácter, donde cada prueba de traje se convierte en un pequeño ritual. Desde este showroom, Absolute Bespoke despliega una forma de entender la moda masculina que no se rinde ante las tendencias pasajeras. Todo huele a cuidado, a saber hacer, a experiencia. Y a tiempo, ese recurso escaso que aquí se trata con respeto.
Pero Tomás no es sastre, o al menos no se define así. Él se considera empresario. Eso sí, uno con una claridad milimétrica sobre cómo debe asentarse un traje sobre el cuerpo del hombre. Porque si algo ha aprendido durante estos catorce años es que el traje bien construido no disfraza: revela.
El origen de Absolute Bespoke
Todo empezó en 2011, y como muchos proyectos que hoy parecen grandes, lo hizo de forma humilde: visitando casas particulares. Después llegó un primer espacio en Aravaca, y más tarde el salto definitivo con el showroom de la Plaza de la Independencia. Desde ahí, Tomás ha hecho del boca a boca y del trato personalizado su mejor campaña de comunicación. No necesitó una gran estrategia: bastó con que quienes se probaban sus trajes volvieran. Y lo hacían. Porque lo que ofrecía —y sigue ofreciendo— no es solo ropa, sino confianza. Seguridad. Estilo sin forzar.
Con el tiempo, esa apuesta por la sastrería actual atrajo a toreros, futbolistas, empresarios y aristócratas. Hombres con criterio que buscaban un armario que hablara bien de ellos sin decirlo todo. Hombres que querían trajes que acompañaran su estilo de vida, no que lo sustituyeran.
El influencer que (en realidad) no quiere serlo
Mientras crecía la firma, también lo hacía su presencia en redes sociales. Hoy, más de un millón de personas lo siguen para encontrar inspiración, consejos o simplemente un punto de vista distinto sobre cómo vestir con intención. Pero él no posa: comunica. Y eso se nota.
Su contenido, lejos de ser posado o vacío, combina estética y criterio. Una mezcla que lo ha convertido en una referencia digital sin necesidad de disfrazarse de influencer. Porque Tomás no se sube a la ola, la surfea. Desde Bangkok hasta Nueva York, sus viajes han servido no solo para expandir la marca, sino también para estudiar cómo se viste el hombre contemporáneo en diferentes culturas. Y traer todo eso de vuelta.
El nacimiento de Mr. AB
En 2020, Tomás quiso ampliar su visión y lo hizo de la mano de Rafael Medina. Juntos fundaron Mr. AB, una firma prêt-à-porter que nace con la ambición de simplificar la vida del hombre sin renunciar a la elegancia. ¿La clave? Crear un armario versátil, cuidado y coherente. Piezas que combinen entre sí, que sirvan para diferentes momentos del día, y que mantengan los estándares de calidad que han marcado el camino de ambos.
A diferencia de Absolute Bespoke, Mr. AB no requiere cita previa ni meses de espera. Aquí las prendas están listas para llevar. Pero no por eso pierden carácter. La idea es ofrecer una solución rápida al hombre exigente, sin renunciar a lo que importa: el corte, el tejido y la durabilidad.
Una marca con espíritu, no una franquicia
Además del showroom madrileño, Mr. AB ha aterrizado en Ibiza y Marbella, dos enclaves clave del mapa de la dolce vita española. Pero siempre bajo el mismo principio: ellos controlan cada punto de venta. No hay franquicias, no hay concesiones. Cada tienda tiene su propio carácter, pero comparte el mismo espíritu.
Y el concepto va más allá de la ropa. Mr. AB también quiere ofrecer objetos que acompañen al estilo de vida del cliente: libros de editoriales como Assouline o Rizzoli, arte contemporáneo, detalles que hacen hogar. La idea es construir un universo completo. Uno que hable del gusto por lo bien hecho en todas sus formas.
El nuevo embajador de Range Rover
Su manera de entender el lujo, silenciosa pero firme, ha llamado la atención más allá del mundo de la moda. Por eso, no resulta extraño que haya sido elegido embajador de Range Rover. La marca británica ha visto en Tomás un reflejo de sus valores: elegancia sin estridencias, potencia bajo control y una imagen que no necesita explicaciones.
Él, por su parte, encaja en esa filosofía como si fuera un traje hecho a medida. “Me gustan los utilitarios para cualquier situación”, afirma. Una frase que, en él, no suena contradictoria, sino perfectamente coherente con su forma de estar en el mundo. Puede moverse entre el campo y la ciudad, entre la camiseta blanca y el traje azul marino, con la misma naturalidad.
Vestir al hombre de ahora
Tomás no vende trajes: ayuda a los hombres a entender su estilo. Y esa es quizá su mayor aportación. Porque el traje, en su visión, no es un uniforme ni una armadura. Es una herramienta para mostrar quién eres. Y esa búsqueda de autenticidad es lo que ha hecho que tantos hombres confíen en él.
Antes de despedirnos, una idea sobrevuela el showroom de este empresario: Tomás «no viste cuerpos, los arma». Y ese verbo, tan poco habitual en este contexto, es el que mejor define lo que pasa en Absolute Bespoke y Mr. AB. Porque su trabajo no consiste solo en sentar bien un traje, sino en dotar de presencia, de intención, de claridad. Y esa claridad es, precisamente, lo que lo ha llevado hasta aquí.