¿Cómo evitar que los propósitos de año nuevo acaben con nuestra autoestima?

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El cambio de año suele traer consigo una evaluación del periodo que dejamos atrás y, fruto de ese análisis, una proposición de metas poco realistas para el nuevo año que podría deteriorar nuestra autoestima

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La llegada de Año Nuevo resulta, de forma general, un periodo lleno de multitud de emociones que cada persona vive de manera completamente diferente. Sin embargo, la mente de todas ellas suele realizar la misma asociación inconsciente entre el fin de año y el cierre de una etapa y el comienzo del año y la apertura de una nueva que provoca una rápida evaluación de lo ocurrido en los últimos 12 meses.

Fruto de ese análisis y en función de los resultados obtenidos, se detienen a saborear el éxito de lo logrado o a experimentar el pesar de lo no conseguido; lo que, a su vez, les llevará a establecer una serie de nuevas metas para el año próximo que les ayuden a empezar a aplicar esos cambios para los que nunca encuentran el momento idóneo.

Todo ello forma parte del bienestar emocional del ser humano, que necesita tener un sentido vital con un propósito que le guíe y le permita avanzar, así como completar unos logros que vayan en sintonía con sus gustos para fortalecer su autoestima.

En muchas ocasiones, sin embargo, son metas que suelen quedar en el olvido a los pocos días de plantearlas por no haber sido bien elegidas, no estar bien definidas o no haber establecido un plan de acción concreto para llevarlas a cabo.

Esto hace que una gran parte de la población acabe sintiendo rechazo a esta época del año por miedo a establecer unos propósitos que no logre conseguir y puedan generar frustración o derivar en un deterioro de la autoestima al hacerle sentir que carecen de las capacidades o virtudes para cumplir lo que se proponen.

Pero lo cierto es que, si somos capaces de encontrar el equilibrio entre lo que lo que deseamos y lo que nos proponemos planteándonos objetivos realistas, no solo conseguiremos mejorar nuestra autoestima si logramos cumplirlos cuando termine el año, sino que aprenderemos a hacer una lectura positiva aunque no lo consigamos para evitar que esta salga dañada.
Por eso, desde la plataforma TherapyChat, nos ayudan a gestionar nuestras emociones con algunos consejos que nos servirán para elaborar nuestras metas de Año Nuevo y, sobre todo, a evitar los sentimientos negativos.

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Antes de elaborar una lista de propósitos, haz reflexión de tus logros y frustraciones pasadas. Puedes echar la vista muy atrás o, por lo menos, examinar el año anterior. Puede ayudarte a hacer una revisión mes a mes.

No utilices la palabra fracaso, que tiene muchas connotaciones negativas. En su lugar, recuerda la siguiente frase de la película ‘Batman Begins’: “¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos”.

No conseguir nuestros logros duele; y como bien dice la palabra, hay que hacer un duelo de lo perdido, o lo no conseguido. Necesitamos darnos un margen para sanar las heridas, para entender que haya ido mal y poder, sólo entonces, buscar nuevos propósitos.

Una vez realizados los tres anteriores pasos, comienza tu lista recordando que ningún objetivo es bueno o malo per se, dentro de lo razonable; sino que los propósitos deben ser un traje a medida de cada persona. Un buen propósito debe aportar algo positivo en TU vida.

Analiza cuál es el estado de tus áreas vitales de la siguiente manera: haz una tabla de tres columnas; en la primera sitúa el área vital (familia, amigos, amor, ocio, trabajo, trabajo/estudios, salud), en la segunda puntúa del 1 al 5 cómo de importante es cada una para ti, y en la tercer puntúa del 1 al 5 cómo de satisfecho estás con cada una. Observa si hay alguna de las áreas que debas cuidar más y esto te ayudará a marcar propósitos de Año Nuevo.

Recuerda que la ansiedad es enemiga del éxito. Así que no intentes abarcar mucho ni muy rápido.

Céntrate en priorizar tus propósitos y sé realista a la hora de estimar cuánto tiempo y esfuerzo te tomarán.

Por último, no olvides que los propósitos caen en saco roto si no emprendemos acciones. Y para ello lo mejor es trazar un plan que contemple los objetivos o tareas intermedias hasta lograr tu propósito, los recursos que ya tienes y los que necesitas para ello, y unos tiempos límite para cada uno de ellos.

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