Mañana llega a las todas las librerías del país las esperadísimas memorias de Britney Spears, ganadora de un premio Grammy, artista musical legendaria e icono global del pop. La mujer que soy (Plaza & Janés) es una historia valiente y asombrosamente conmovedora sobre la libertad, la fama, la maternidad, la supervivencia, la fe y la esperanza.
En junio de 2021, el mundo entero escuchó hablar a Britney Spears en una audiencia pública. El impacto que causó al compartir su voz, su verdad, fue innegable, y cambió el rumbo de su vida y el de la de infinidad de personas. La mujer que soy revela por primera vez la increíble peripecia vital y la fuerza interior de una de las mejores artistas de la historia de la música pop. Escritas con una franqueza y un humor extraordinarios, las impactantes memorias de Spears ilustran el poder imperecedero de la música y el amor, y la importancia de que una mujer, por fin, cuente su propia historia, en sus propios términos.
La mujer que soy no deja ningún tema sin tocar. Britney cuenta cómo vivió los momentos más icónicos de su carrera (el videoclip de …Baby One More Time, su actuación con la serpiente, su beso con Madonna), pero también cómo le afecto el escrutinio a su cuerpo, a su sexualidad y a su (tal y como ella misma revela, falsa) virginidad. También explica por fin todo lo que ocurrió con Justin Timberlake. Revela qué sintió al raparse la cabeza.
Y relata el día a día de la curatela que la mantuvo inhabilitada durante trece años: cómo se enteró del movimiento #FreeBritney mientras la tenían encerrada, qué opina de los documentales y por qué le gusta tanto pasarse el día en Instagram desde que es libre. Ninguna historia define mejor la evolución de la cultura popular que la de Britney Spears. Una historia que, durante 25 años, han contado los demás. Ahora le toca a ella.
Fueron tantas las ocasiones en las que tuve miedo de hablar porque me aterraba que alguien pensara que estaba loca. Pero ahora he aprendido la lección, por las malas. Tienes que decir lo que sientes incluso aunque te dé miedo. Tienes que contar tu historia. Tienes que alzar tu voz.
Britney Spears
La historia de Britney en sus propios términos
La casa de los Spears era «un manicomio», según ella misma recuerda en La mujer que soy. El padre siempre estaba en el bar, la madre siempre estaba chillando y Britney siempre estaba bailando encima de una mesa tratando de llamar la atención. Y cuando el padre volvía, casi siempre borracho, las discusiones se alargaban hasta la madrugada. Britney recuerda épocas de «pobreza extrema»,por culpa del despilfarro de su padre, y otras de riqueza, en las que los Spears celebraban fiestas llenas de cangrejos fritos y speed. Pero desde niña, Britney aprendió que lo más importante era guardar las apariencias. «Quería esconderme, aunque también quería ser vista. Si todo el mundo me miraba, me convertía en otra persona. Sentía que cualquier cosa era posible».
Britney explora sus antecedentes familiares más oscuros. Su abuelo June era un maltratador y, según una de sus hijas, un depredador sexual. June envió al psiquiátrico a sus dos mujeres. La primera, la abuela de Britney, se acabó suicidando de un disparo en el pecho sobre la tumba de su hijo, fallecido a los tres años. June fue extremadamente autoritario con Jamie, el padre de Britney, quien sufrió alcoholismo desde muy joven y machacaría la autoestima de sus hijos porque no conocía otra manera de educarlos.
A los diez años, Justin Timberlake le dio su primer beso. Los presentadores del Mickey Mouse Club (entre los que también estaban Ryan Gosling y Christina Aguilera) se pusieron a jugar a verdad, beso o atrevimiento y el destino quiso que a Britney le tocara Justin. El destino también quiso que de fondo sonase una canción de Janet Jackson.
Britney pronto entendió que su talento les permitiría a ella y a su madre salir de casa, mientras su padre y su hermano se quedaban en Kentwood. «Tomábamos daiquiris. Me encantaba beber
con mi madre. No tenía nada que ver con la forma en que lo hacía mi padre, que se volvía más depresivo y se encerraba en sí mismo. Nosotras estábamos más contentas, más vivas y con más
ganas de aventura».
Britney y Lynne eran madre e hija, eran un negocio y eran amigas. Britney probó el alcohol a los 13 años. A los 13 años también empezó a fumar, a conducir y a enrollarse con chicos. Durante una fiesta de pijamas, un chaval mayor que ella («Tendría 17 o 18», recuerda) se metió en su cama y empezó a besarla. A los 14, Britney perdió la virginidad con un amigo de su hermano mayor. Fue su primer amor y dejó de ir al instituto para escaparse con él hasta que la pillaron.
Britney era extremadamente perfeccionista. Cuando le llegó su gran oportunidad, la de grabar un disco con el productor de Backstreet Boys, se pasaba horas encerrada en la cabina. La noche
antes de grabar …Baby One More Time, escuchó Tainted Love de Soft Cell y se sintió inspirada. «Me quedé despierta toda la noche para que así cuando llegara al estudio cansada mi voz tuviera aquel matiz. Funcionó. Al cantar mi voz sonó rasgada, por lo que parecía más madura y sexy».
Ella recuerda la grabación de aquel primer videoclip como el momento más feliz de su carrera. Antes de la fama, antes de las críticas, antes de las miradas lascivas, no era más que una niña divirtiéndose. Pero también una profesional que sabía lo que quería. La idea inicial era que interpretase a una superheroína «en plan Power Rangers», pero ella propuso ambientar el vídeo en un instituto y hacerse un nudo en la camisa.
Una mirada con otros ojos
Britney Spears lleva años siendo la mujer más observada del planeta. La mujer que soy invita al lector a mirarla con otros ojos. Con compasión, con empatía, con cariño. Es un libro en el que hay tragedia, hay comedia y hay terror. Es una épica historia de superación. Una crítica al machismo y la misoginia que las mujeres, especialmente aquellas con una imagen pública, sufren cada día y de manera sistémica.
Es también una crónica de la industria del espectáculo. Y una reflexión psicológica en torno a la dualidad que sufren las personas famosas: al crear un personaje público, llega un momento en que dejan de saber quiénes son en realidad y se sienten incapaces de tener una vida normal, que es en realidad lo único que desean.
Ahora puede volver a comer chocolate. «Mi cuerpo se fortaleció y regresó mi fuego. Confiaba en mí misma y empezó a gustarme otra vez mi aspecto. Me encantaba probarme ropa y enseñarla en Instagram.
Sé que mucha gente no entiende por qué me encanta hacerme fotos desnuda o con vestidos nuevos, pero creo que si los hubieran fotografiado a ellos mil veces, si les hubieran obligado a posar
bajo la aprobación de los demás, entenderían que me hace muy feliz posar de la manera en que me siento sexy. Vine al mundo desnuda y con toda la vida por delante. Y así es como me siento ahora, como un lienzo en blanco».
Britney todavía está buscándose, todavía le queda camino por recorrer. Pero al menos ahora lo puede hacer en libertad. ¿Y qué es la libertad? Ella es la persona adecuada para explicarlo: «La libertad significa hacer payasadas, tonterías y divertirme en las redes sociales. La libertad significa darme un respiro de Instagram sin que la gente llame a Emergencias. La libertad significa poder cometer errores y aprender de ellos. La libertad significa no tener que actuar frente a nadie, ni sobre un escenario ni fuera de él. Hacía tiempo que no me sentía verdaderamente presente en mi propia vida, en mi propio poder, en mi condición de mujer. Pero ahora, aquí estoy».
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