Texto: Elisa H. Biffa
«Cuero, deportes y una tradición de elegancia refinada». Émile-Maurice sobre la filosofía de Hermès.
La historia de Hermès comenzó en un taller de bridas y arneses forjados. Seis generaciones después es una de las firmas de lujo artesanal más prestigiosas y actuales de todo el mundo.
[rrss_buttons twitter=’on’ facebook=’on’ pinterest=’off’ linkedin=’on’ whatsapp=’on’]
Que el nombre de una marca nos recuerde a un dios de la mitología griega es ya un extraordinario exordio sobre esta firma. En la ingeniosa y creativa imaginación de los griegos clásicos existió un Hermes, uno de los incontables hijos de Zeus. Hermes era la representación de la mensajería y trasladaba las almas de los muertos en el inframundo. Pero no solo eso, Hermes también era símbolo de la prosperidad y protector de los viajeros. Tal vez el lector no encuentre relación alguna entre este dios mitológico con la historia de la marca Hermès, pero si analizamos en detalle los anales de la firma de productos artesanos de lujo, sí que encontraremos más de una conexión que hacen de la firma terrestre algo verdaderamente divino.
Una de las coincidencias entre la realidad y el mito es el concepto de transporte. Si lo que hacía Hermes era llevar las ánimas de un mundo a otro, encontramos la primera similitud en el logo de la firma, en la que se muestra un carruaje con un caballo. Ambos tocallos se podrán pronunciar diferentes, pero sin pretenderlo y sin conocerse, aquí comparten la primera semejanza.
Precisamente, Hermès nació con el objetivo de fabricar bridas y arneses forjados para la industria del transporte y, aunque tardó varios años hasta crear un diseño que los identificara, los artículos manufacturados de la familia dieron paso al origen de la que sería una de las firmas de lujo artesano más exclusivas de todos los tiempos.
El Hermès que da nombre a la marca no viene del mito, pero sí de una familia de protestantes alemanes. Fue el prusiano Thierry Hermès el que, allá por el año 1837, abrió un taller de arneses y artículos de cuero para montar a caballo en el número 24 de Rue du Faubourg Saint-Honoré, ubicada en barrio parisino de Grands Boulevards de París. Les costó ser una opción ha tener en cuenta por los nobles europeos hasta que un día de 1855 Thierry Hermès recibió la medalla de Primera Clase en la Exposición Universal de 1867, además de conseguir el primer puesto en la Exposición de París del mismo año.
Los rumores del éxito hicieron al pequeño taller una empresa en potencia. Tanto fue así que en apenas unos años de vida, Charles-Emiles Hermès, el hijo de Thierry, heredó lo que ya se consideraba como una industria y se trasladaron su pequeñoa guarnicionería a un sector cercano al Palacio del Elíseo. Además, el concepto de transporte seguía presente en ellos, por lo que incorporaron sillas de montar y se vendieron productos al por menor.
La empresa pasó a ser una gran compañía gracias a la ayuda que recibieron de sus descendientes, Adolpe y Émile-Maurice Hermès. Con esta unión de sangre, Hermès ganó la fuerza, la presencia y la popularidad que los condujo a ser la marca proveedora de las élites europeas, norteafricanas, americanas, rusas y asiáticas.
En 1900 la marca amplió su manufactura y creó su primer bolso haut à courries, una alforja que se diseñó para que los jinetes pudieran llevar consigo las sillas de montar. El vínculo con el mundo equino seguía muy presente en la firma, pero esta vez, con un propósito más estético.
Sus sillas de montar cautivaron hasta al zar de Rusia. La alta demanda suponía comenzar a contratar más empleados. En 1914, casi 80 artesanos eran empleados por Hermès.
En un viaje por tierras canadienses, Émile-Maurice Hermès descubrió un mecanismo llamado “cierre relámpago”, se hizo con la patente y comenzó a utilizarlo en bolsos y prendas de vestir dando lugar a la popular cremallera que utilizaría en exclusiva para sus artículos de cuero y prendas de vestir. De hecho, se convirtió en el primero en usar esa tecnología en Francia. La primera chaqueta de golf con cremallera, hecha de cuero, fue creada por Hermès en 1918 para el príncipe de Gales.
[cm_ad_changer campaign_id=»12″]
Imágenes cortesía de Hermès
Arriba, Alfred de Dreux (1810-1860) Duc attelé, groom à l’attente Colección Emile Hermès
(Guy Lucas de Peslouan).
Abajo a la izquierda, Hermès en el 24 Faubourg Saint-Honoré en 1880.
A la derecha, Retrato de Thierry Hermès (1801-1878), fundador de Hermès (Santiago et Rottier)
Historia de Hermès: El origen de los bolsos
En 1922, la firma introdujo el primer bolso femenino de cuero y la fabricación de este accesorio nació de una necesidad, ya que la esposa de Émile-Maurice se quejó de no encontrar uno que fuera de su entero gusto, así que su marido se encargó de fabricarle uno. Gracias a ello, tiempo abrieron su mercado al diseño de los bolsos manteniendo, eso sí, la línea de color y texturas que habían empleado para el resto de los productos. Después se lanzaron bolsos de diferentes colores, tamaños y estilos. En 1924, Hermès se vistió del dios Hermes y se hizo presente en Estados Unidos. La empresa ya había alcanzado una elevada reputación lo que les permitió localizarlas en prominentes resorts franceses. De esta forma, la tienda se convirtió en un lugar visitado comúnmente por gente adinerada. Lograron posicionarse en los mejores años americanos, los Felices años 20. En el que mujeres y hombres disfrutaban de la vida y lo demostraban a través de sus compras, las marcas, los cafés y los paseos por las tiendas de marca y en ese momento, qué que obtener un producto que viene de Francia pero que han disfrutado tanto el zar de Rusia y el príncipe de Gales. Pese al fatídico año 1929 para la economía, el corazón de la tienda seguía palpitando y cada vez con más fuerza al presentar la primera colección de vestuario de alta costura en París.
Historia de Hermès: la pañoleta
Durante los años 1930, Hermès produjo artículos que identificarían a la marca. En 1935, fue introducido el bolso Sac à dépêches, y dos años más tarde los pañuelos Hermès carré. Los diseños y las impresiones se ampliaban. En una de las pañoletas se dibujaron mujeres con pelucas blancas, pero fueron por encargo y se bautizaron como Jeu des Omnibus et Dames Blanches. Al entrar en el mercado de lujo, sentían que debían potenciar aquel valor añadido que les hacía diferentes. Por este motivo, Hermès supervisaba la producción de sus pañuelos de comienzo a fin: compraban seda china en bruto, la hilaban y la tejían dos veces para hacerla más resistente y densa que la mayoría de los productos similares en la competencia.
Los diseñadores de Hermès pasaban años para crear nuevos motivos, y para que estos se estamparan por cada lado de la pañoleta individualmente con pigmentos vegetales. Cada color que se añadía a la tela tardaba hasta un mes en secar, tiempo que el siguiente tono debía esperar para ser aplicado. Pero bien que dicen “vísteme despacio que tengo prisa” y con ese tiempo entre diseño y producción, consiguieron variedad y versatilidad. Por ejemplo, apreciable en los colores. Los dibujantes podían elegir entre 200.000 tonalidades diferentes, llegando a usar hasta cuarenta de ellos en el diseño más complicado. En 1937, una planta dedicada exclusivamente a la fabricación de pañuelos fue abierta en Lyon, Francia. Tras la introducción de la pañoleta, era muy difícil imaginar a una francesa elegante sin esta prenda de Hermès lo que supuso la influencia suprema de la marca en el estilo francés favoreciendo la creación de una imagen icónica del país y con la que los extranjeros identificarían a los franceses. Ese mismo año de 1937, Hermès celebró su aniversario número 100.
Arriba, a la izquierda, Jeu des omnibus et dames blanches, el famoso carré de seda nació, el primer modelo de una extensa serie.
A la derecha, Carré Feux d’artifices de twill de seda, diseñado por Michel Duchêne para el 150 aniversario de Hermès.
Historia de Hermès: el brazalete y corbatas de seda
En 1938, el brazalete Chaîne d’ancre y el atuendo de equitación se unieron a la colección clásica. Seguían siendo fieles a su esencia a los objetivos por los que nacieron como empresa. Los diseñadores, no obstante, se veían atraídos e inspirados en pinturas, libros y objetos artísticos. Lo que inspiró a la firma a ofrecer nuevos accesorios con los que ingresaron mucho más al mercado americano y sus productos se vendieron en una de las tiendas Neiman Marcus de Nueva York. Sin embargo, más tarde se retiró. En 1946 salvaron el retiro con la introducción las corbatas de seda.
Anuncio de corbatas de Hermès, 1962 (Draeger)
Historia de Hermès: el perfume
Tres años después, la marca vuelve a presentar una similitud con el mito griego conecta con las propiedades de la naturaleza para crear la esencia de su primer perfume, Eau d’Hermès. Émile-Maurice resumía la filosofía de Hermès como «Cuero, deportes y una tradición de elegancia refinada».
Historia de Hermès: después de Émile-Maurice
Robert Dumas-Hermès (1898-1978) fue el sucesor de Émile-Maurice después de su muerte en 1951 y fue el primer hombre en liderar la compañía sin ser descendiente directo del Hermès original, aunque incorporó este apellido al suyo en la forma: Dumas-Hermès. Durante los años 1950 la empresa adquirió su logotipo del carruaje con el caballo y comenzó a entregar sus productos en las ahora representativas cajas anaranjadas. Pese a crear bolsos, joyas y accesorios originales, Dumas estaba particularmente interesado en el diseño de los pañuelos de seda y exprimió la firma justo en el momento en el que más lo necesitaba ya que; irónicamente, durante la mitad del siglo XX, la producción de estos productos disminuyó. En 1956, una fotografía de la actriz Grace Kelly usando el bolso Sac à dépêches se publicó en la revista Life, y se hizo tan popular que la empresa renombró el artículo como «bolso Kelly».
En los años 1960 Hermès volvió a Estados Unidos, ofreciendo sus corbatas de seda en las tiendas Neiman Marcus y Chrystler Fisher, un exejecutivo de Newman Marcus, supervisó las operaciones de Hermès en el país. Incorporaron más contacto con la clientela a través de números telefónicos gratuitos, un departamento de atención al cliente y un correo directo. El negocio de los perfumes se hizo subsidiario en 1961 y, al mismo tiempo, se introdujo la fragancia Calèche.
Historia de Hermès: chaquetas de motociclistas
Para completar la oferta de productos exclusivos, la firma contrató a los diseñadores Eric Bergére y Bernard Sanz para relanzar la colección de prendas de moda y añadir nuevos artículos. Entre las novedades de Hermès estuvieron las chaquetas para motociclistas hechas con cuero de pitón y los jeans fabricados con piel de avestruz que fueron apodados como «la versión más elegante de lo que Hermès ha sido jamás». Las ventas anuales se dispararon y en 1978 fueron de más de 50 millones de dólares.
Al año siguiente, Hermès lanzó una campaña publicitaria que mostraba a una joven ligeramente vestida de denim y un pañuelo Hermès. El propósito era llevar la marca a una nueva clase de consumidores más jóvenes e informales, lo que implicaba que la marca ampliara su visión y la redirigiese de las mujeres elegantes y distinguidas a la juventud rebelde e inconformista pero con estilo.
Durante la década de los 70 la subsidiaria de alta relojería «La Montre Hermès» se estableció, como no podía ser de otra manera, en Suiza.
Ya en 2014, el mismo año que Christophe Lemaire (Director Creativo de la firma desde el año 2010) deja la casa de lujo, Hermès firmó un acuerdo con Apple con el fin de proveer correas de cuero de diseño exclusivo para sus relojes electrónicos de alta tecnología conocidos como Apple Watch. Tradición e innovación de la mano en el camino de la historia de Hermès. El lanzamiento fue todo un éxito y concedió una mayor visibilidad a la firma francesa en un nuevo mercado como el de los dispositivos electrónicos de vestir pero sin alterar el ADN de la marca: lujo, artesanía y discreción.
TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR: