La idea nació mirando las ilustraciones de Antonio López: cuerpos alargados, trazos que parecen detener el tiempo, una sensualidad que se intuye más que se muestra. Paco Peregrín recogió esa esencia y la llevó a su terreno. En el estudio, cada foco estaba calculado para dibujar volúmenes y dejar espacios de sombra donde la imaginación pudiera entrar. Filip Hrivnak, con su presencia elegante y física de atleta, fue el centro absoluto de esta historia.
Mario Ville diseñó un vestuario que juega con la línea y la textura, igual que López hacía con su lápiz. Camisas abiertas que dejan ver el torso, pantalones de caída limpia, blazers con hombreras marcadas y tejidos satinados que capturan la luz como si fueran tinta. En algunos planos, el cuerpo de Filip se convierte en una silueta estilizada, pura geometría humana sobre un fondo neutro. En otros, el gesto y la mirada lo devuelven a un terreno íntimo, casi confesional.
Crisanto Blanco trabajó el grooming con precisión: el cabello, pulido pero con movimiento; la piel, impecable pero con textura. Cada detalle buscaba reforzar ese diálogo entre lo fotográfico y lo ilustrado, entre la realidad y la idea.
Paco jugó con encuadres que recuerdan a páginas arrancadas de un cuaderno de dibujo: planos cortos que enfatizan un pómulo, una clavícula, el pliegue de una manga. Los asistentes, Sheila Palacios y Marta Carvallo, cuidaron cada ángulo para mantener la nitidez y la limpieza de luz. Rafa Ríos, como ayudante de estilismo, afinó cada caída de tejido para que las prendas mantuvieran la misma elegancia que en un boceto.
El resultado es una serie que respira moda y arte a partes iguales. Filip no solo posa: interpreta el trazo, habita el dibujo y le da volumen. La editorial, publicada en Rísbel Magazine nº 8 (primavera/verano 2017), es una carta visual a Antonio López y a su forma única de entender la belleza.
Brilliant publication! ✈️