La decepcionante realidad de Depp vs Heard, la nueva docuserie de Netflix sobre el mediático juicio de Hollywood

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El documental «Depp v Heard» de Netflix es un espectáculo descafeinado que ha perdido una gran oportunidad para darle a Johnny Depp un apoyo contrastado más allá de la opinión pública

Hollywood ha sido testigo de muchos enfrentamientos judiciales, pero pocos han capturado la atención mundial como el caso entre Johnny Depp y Amber Heard. Con todas las expectativas puestas en Netflix y en su nuevo documental «Depp v. Heard», que podría haber brindado una perspectiva analítica y equilibrada sobre el asunto, nos ha resultado tremendamente decepcionante ver la forma en que se ha abordado el tema.

Ya ha pasado más de un año después de que el juicio por difamación más grande de Hollywood se convirtiera en espectáculo viral, consumido masivamente en plataformas como YouTube y posteriormente, memeificado en TikTok. Lo que comenzó como un enfrentamiento entre Johnny Depp y Amber Heard se convirtió rápidamente en una guerra cultural en Internet, revelando no solo el abismo de la opinión pública, sino también nuestra incapacidad para abordar adecuadamente casos públicos de abuso doméstico.

Netflix, en su habitual apetito por contenidos que captan la atención global, va a estrenar el próximo 16 de agosto su docuserie «Depp v. Heard». Dirigida por Emma Cooper, la serie-documental intenta reconstruir cronológicamente los eventos que llevaron y siguieron a este mediático juicio. Lo hace no mediante testimonios judiciales, sino a través de la lente de la cultura digital: comentarios de YouTube, podcasts, memes de TikTok y reportajes de noticias.

Sin embargo, la intención detrás de esta representación resulta ambigua. En lugar de proporcionar claridad o comprensión, la docuserie sumerge al espectador en un misterio que, por momentos, parece carecer de profundidad y rigor. Un claro ejemplo es la elección de incluir a Nick Viall, ex protagonista de Bachelor, entre las voces del documental, lo que resta gravedad y seriedad al tema.

Recordemos brevemente los hechos del juicio: en junio de 2022, un jurado de Virginia falló a favor de Depp, concluyendo que Heard lo había difamado al retratarse a sí misma como una víctima de abuso doméstico en un artículo de 2018. El fallo otorgó a Depp una suma considerable de 15 millones de dólares por daños, mientras que Heard también recibió 2 millones por una contrademanda.

Pero, ¿qué papel jugó Internet en todo esto? Antes de cualquier veredicto, la opinión pública ya había declarado a Heard culpable. Memes, comentarios y videos favorables a Depp inundaron las redes, y muchos creadores de contenido se sumaron al tren del mame, a menudo con un evidente sesgo hacia el actor. Fue… ¿alarmante? ver cómo plataformas de noticias como The Daily Wire se aprovecharon de la situación, promocionando información de dudosa veracidad para ganar clics y atención.

La docuserie tiene un comienzo prometedor, parece analizar cómo las redes sociales pueden influir no solo en la opinión pública, sino también en jurados y decisiones legales. El primer episodio, repleto de comentaristas sesgados y favorables a Depp, insinúa un cambio de perspectiva en los siguientes episodios, quizás sugiriendo un giro en la narrativa.

Con todo, «Depp v. Heard» nos invita a reflexionar sobre la relación entre el entretenimiento, la justicia y la opinión pública en la era digital post #MeToo. Aunque la serie podría haber aprovechado mejor la oportunidad para profundizar en la complejidad del caso, al menos sirve como un espejo de cómo nuestra sociedad aborda estos difíciles temas. Nos queda la tarea de aprender, evolucionar y buscar siempre la verdad más allá de los memes, de los titulares y, ahora también, de los documentales no documentados, rodados a contrarreloj, para rellenar la parrilla de contenidos de Netflix.

A medida que avanzamos en la serie, se le dedica un tiempo excesivo a opiniones desinformadas y sexistas en contra de Amber Heard. Por más que se hicieran esfuerzos ocasionales para darle credibilidad, como el debate en torno a la polvera de Milani Cosmetics, estos quedan eclipsados por momentos triviales, como la controversia sobre el «megapint» de vino. Y mientras estos episodios son presentados de forma jocosa, el documental omite o minimiza evidencia clave, como el veredicto del tribunal en el Reino Unido a favor del periódico The Sun o la ingente cantidad de documentos desvelados tras el juicio.

Una de las principales faltas del documental es su incapacidad de conectar el fenómeno del apoyo a Depp con tendencias culturales más amplias, como la reacción post #MeToo, la ferviente cultura de fans, o las nocivas percepciones sobre la violencia doméstica. Casos recientes como el de Megan Thee Stallion o Hailey Bieber muestran cómo Internet puede convertirse en un hervidero de misoginia y acoso, y era vital abordar este patrón en el contexto de Depp y Heard.

El documental carece lamentablemente de voces expertas que podrían haber aportado un análisis más profundo. Una perspectiva exclusivamente basada en segmentos de noticias y declaraciones emotivas de fans de Depp deja un vacío evidente. La falta de entrevistas con expertos en violencia doméstica, profesionales legales o periodistas es un déficit que no puede ser ignorado.

Finalmente, «Depp v. Heard» parece más una recreación del drama y el espectáculo del juicio que un análisis serio y detallado. El uso de música dramática y la obsesión con mantener la ambigüedad —tal vez por miedo a represalias legales— le quitan peso al mensaje y desvían la atención de los verdaderos problemas. En lugar de informar y educar, la serie parece respaldar indirectamente la campaña #JusticeForJohnny.

Lo que nos queda, como audiencia, es una oportunidad perdida. Una oportunidad de comprender realmente un caso complejo y las ramificaciones culturales que le rodean. En lugar de eso, Netflix nos entrega un espectáculo que es, en última instancia, insatisfactorio.

Artículo publicado por Mateo Carrasco

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