Las cualidades humanas son rasgos de personalidad, carácter e inteligencia que nos permiten forjar nuestra verdadera identidad, haciendo que se potencie el conocimiento de nuestras aptitudes positivas y la aceptación de las negativas
La mejor manera de conocernos es tener consciencia de que nos tenemos y que queremos conocernos. Para ello hemos de utilizar al cien por cien y de manera rigurosa nuestra inteligencia emocional, entidad muy poco desarrollada por su inmenso desconocimiento.
La inteligencia emocional es un conjunto de aptitudes que tiene una persona para reconocer e identificar sus emociones y tener la empatía para reconocer también las de los demás. De esta manera seremos capaces de identificar, etiquetar y poner nombre propio a los sentimientos que acarrean las emociones que tienen otras personas tras cada una de las vivencias por las que pasa. Un conocimiento sobre nuestras maneras de sentir conlleva una adecuada gestión de nuestros pensamientos y conductas, por lo que la adaptación a los sucesos que nos acontecen día a día será mayor cuanto más sepamos explicar lo que nos pasa, por qué nos pasa y qué hacer para que nos siga ocurriendo si es que queremos que ocurra, y qué no seguir haciendo para conseguir consecuencias más positivas y menos negativas.
Somos inteligentes emocionales cuando sabemos llamar tristeza a los ojos humedecidos, alegría a las carcajadas a solas o en compañía, frustración cuando tiramos con rabia media vajilla al suelo, arrepentimiento cuando retiramos los mil pedazos con escoba y recogedor y responsabilidad cuando pasamos la aspiradora para que no se corte con ningún cristal el responsable al que iba dirigido nuestro desajuste o enajenación emocional transitoria.
El concepto de cambio es por tanto una elección de la que está dotado el ser humano para dar mayor y mejor sentido a su vida, que no es otro que el de vivirla de la mejor manera posible eligiendo y reconociendo las mejores cualidades que tenemos en nuestro mercado personal. Sin prisa, pero sin pausa.
Al hablar de cualidades, hablamos de aquellos rasgos de personalidad, carácter e inteligencia que nos permiten forjar nuestra verdadera identidad, que hacen que se nos dispare el conocimiento de nuestras aptitudes positivas y la aceptación de las negativas y que de alguna forma nos permiten diferenciarnos de los que nos rodean. Una cualidad es un distintivo, una condecoración que nos deja sacar a pasear el ser distinguido que todos llevamos dentro. O casi todos.
Qué son las cualidades humanas
Las cualidades son miradas de apertura que nos lanzan a un mundo más fácil y liviano, son herramientas facilitadoras para una mejor conexión con este y para una mayor capacidad de disfrute del tan buscado carpe diem.
Las cualidades son conceptos como la honestidad, la sinceridad, la esperanza, la paciencia, la empatía, la bondad, la flexibilidad, la tolerancia, el respeto, la generosidad, la humildad, la fidelidad y lealtad y la solidaridad, de la misma manera que se consideran cualidades todo aquello relacionado con la estética de la belleza y con las capacidades intelectuales.
Los defectos (o áreas de mejora) son todos aquellos relacionados con la deshonestidad o corrupción, la mentira, la inflexibilidad, la hipocresía, el descontrol emocional, la falta de empatía y crueldad, la avaricia y pesimismo, la intolerancia y la imprudencia. De la misma manera, un descuido de la parte física de nuestro cuerpo y un poco o nulo desarrollo de las capacidades intelectuales denotan ausencia de cualidades que no suman, sino que restan.
Los psicólogos Joseph Luft y Harrington Ingham crearon, a través de su llamada Ventana de Johari un instrumento que abriría las puertas en el arte de dar y recibir feedback con el fin de reconocer el talento y cualidades de las personas, así como de sus áreas de mejora.
De esta manera, y a través de este ejercicio, dieron a conocer un medio mediante el cual podríamos mejorar nuestro autoconocimiento y observar cómo brillar tanto en el ámbito personal como en el profesional.
Detectaron que, en el intercambio de opiniones con los otros, y a través de sus observaciones, podríamos descubrir nuestras verdaderas fortalezas, las que conocemos y las que no conocemos y sin embargo de manera sorprendente sí son conocidas por los demás.
Parece ser que la percepción que tenemos de nosotros mismos no concuerda al cien por cien con cómo nos ven los demás. Por ello es importante que sepamos exponer nuestras cualidades, de la misma manera que sepamos escuchar cómo los otros nos retroalimentan con sus argumentos sobre nosotros. Y ver si coinciden.
Pero cuidado con a quién preguntamos.
La ventana de Johari contaría con cuatro cuadrantes conocidos también como áreas, y dos ejes o enfoques: el enfoque o el conocimiento de los otros, que sería la visión exterior, y el enfoque o conocimiento de la propia visión de cada individuo.
La mejor manera de brillar con nuestras cualidades es hacer este ejercicio de reflexión y de auto registro para conocer cuáles son, cuáles desconocemos, cuáles ocultamos y por qué y cuáles jamás podremos llegar a conocer y todas estas contrastarlas con la opinión de los demás.
El mayor potencial del ser humano es el manejo de este laberinto sin olvidar que la mejor cualidad es el reconocimiento humilde de aquella cualidad que no cumple calidad.
El área pública representa todas aquellas cualidades y áreas de mejora que tenemos, y que son de conocimiento nuestro y del resto de las personas que nos conocen. Todo aquello de nosotros que dejamos ver a los demás son nuestros talentos conocidos y que nos facilitan una idiosincrasia particular, nuestro sello de patentes y marcas. Es la parte de nosotros mismos que los otros también ven. Si nos consideramos honestos, y la imagen pública que tenemos para los demás es también de honestidad, la cualidad se hace fiable porque se ha verificado. Si sospechamos que somos celosos y al preguntar a nuestras y nuestros ex, todos coinciden con que solían evitar mirar al sexo opuesto por miedo a nuestras reacciones dudosas, sabremos que es un área de mejora nuestra susceptible de hacérnosla mirar.
El área oculta tiene que ver con todo aquello que conocemos sobre nosotros pero que los demás desconocen porque no lo hemos verbalizado nunca o demostrado tener. De esta manera, podemos llegar a poseer en barbecho una gran cantidad de altas capacidades interpretándolas como negativas o de poco valor, cuando en realidad no sabemos si realmente tienen valor porque jamás las sacamos a relucir. Es el espacio personal privado, donde guardamos nuestras cualidades y también las áreas de mejora. Nadie más lo sabe, nadie más lo ve. Nadie sabrá que somos grandes pintores si todos los lienzos los dejamos guardados en el sótano bajo llave y ésta, además, la tiramos al mar metida en una botella.
Área desconocida es aquella que nos indica todo aquello que no vemos ni sabemos de nosotros, de igual manera que los otros tampoco conocen. Se encontraría todo el conjunto de cualidades de las que apenas somos conscientes y que tampoco han hecho conscientes los que nos rodean porque las desconocen. Esta área desconocida podría revelarnos nuestro verdadero potencial por descubrir, y afrontar el vértigo que supone toparnos con la mejor versión de nosotros mismos.
El auto boicot puede jugarnos en esta área una mala pasada; hay muchas personas que de manera consciente o inconsciente disimulan sus talentos, e incapaces de mostrarlos, a veces por miedo y otras veces por exceso de modestia, pasan desapercibidos por la vida no llegando a desarrollarse de manera completa.
De igual manera que los defectos o que las carencias mal llamados cosas negativas inducen a tener una baja autoestima, el toparnos con un alto potencial nos lleva de la mano a tener que ser responsables con ello y no nos permite seguir siendo inocentes; nobleza obliga. Esto acarrea en algunos seres humanos un mareo, un desvanecimiento cognitivo por tener que hacerse cargo de sus éxitos, dejar de minimizarlos y no tener más remedio que salir de nuestra cajita de confort.
Es muy difícil conocer esta área si no se pasa por un trabajo de desarrollo personal, un espacio de psicoterapia o de coaching, donde podamos hacer un viaje de introspección para tener el privilegio de conocernos profundamente. La psicoterapia nos facilita la cualidad de reconocer las cualidades. ¿Reconoceríamos la cualidad de reconocer que realmente hemos aprendido tras una experiencia traumática si no fuese porque hemos pasado un tiempo tumbados en un diván psicoanalítico buscando al inconsciente hasta encontrarlo? Afirmo que no.
Y llegamos al as de oros, al jaque mate de nuestro ajedrez que es la gran llamada área ciega, responsable de definir esa parte de nuestro coche que no ven ni tan siquiera los retrovisores, y con la que no chocamos porque siempre hay un alma caritativa que nos avisa con un “toc toc” en la ventanilla de que tenemos un poste detrás. Es el ángulo muerto de nuestro aprendizaje, el que ven todos los que nos rodean, psicólogos o no, coaches o solo amigos, ya que cualquiera puede hacernos de espejo y devolvernos lo que nosotros no sabemos, ya sea una cualidad o un área de mejora que mejore nuestras cualidades. Una cualidad ciega es reconocer que nos falta sinceridad para reconocer que a veces no somos sinceros, por ejemplo.
Independientemente de la lista de cualidades humanas que puede ser infinita, necesitamos de una actitud o conjunto de actitudes determinadas para que los talentos estén a flor de piel y nos sirvan para abrirnos puertas y brillar para brillarnos.
Cualidades humanas para tener éxito en la vida
El concepto de aprendizaje ha de estar siempre presente
El individuo que cree que ya todo lo sabe se niega a sí mismo la gran aventura de seguir conociendo cosas y la de viajar por un mundo lleno de sorpresas; es un ser incompleto enemigo de sus propias cualidades entre las que destaca la falta de curiosidad por lo desconocido. Saber que un continuo aprendizaje es uno de los estados con más talento para el ser humano, es mantener una actitud de continua mejora. Es saber decir un simple “yo sé que no sé”, o repetirse el “solo sé que no sé nada” de Sócrates.
Hay que saber elegir bien
En un mundo de tantas razas y estilos de vida, lo de que “Dios los cría y ellos se juntan” bien puede ser el dicho que sirva de base para conocer que dependiendo de con quien decidamos estar, así de reforzados o castigados estarán nuestros talentos. Independientemente de la importancia que se da al individuo como un ser social, no dejamos de ser seres independientes en búsqueda de cerebros empáticos que vuelen en nuestras mismas órbitas. Seres con compromiso de desarrollo personal acompañados de otros seres movilizados por lo mismo, tendrán mayores posibilidades de potenciar sus capacidades. Un dime con quien vas y te diré quien eres bien merece que sepamos en que App de contactos nos metemos.
Equilibrio
La estructura de coherencia es mantener a raya la báscula que pesa a partes iguales los pensamientos, las emociones y las conductas de los seres humanos. Un individuo equilibrado, conocedor de cómo funciona su psiquis, estará más fortalecido para resaltar su capacidad de ingenio que aquel que decide no atender a su desarrollo personal, infravalorándolo, ninguneándolo o negándolo. La inteligencia emocional vale incluso más que un cociente intelectual pasado de la media. Reconocer nuestras vulnerabilidades emocionales es nuestra mayor competencia que hace relucir el oro que reluce nuestras aptitudes.
Ser organizado y saber planificarse
El poder de ser visionario lleva a la consecución de las metas y de los propósitos que necesitamos para la auto realización personal. El tesón, el ser implacables e inasequibles al desaliento favorecen la determinación de lo que queremos construir y conseguir. El proyectarse a medio, largo plazo es un antídoto para la frustración que acarrea el quererlo todo para ayer, ya que seguramente no lo consigamos. La paciencia, la autoconfianza y la serenidad son los tres pilares en los que se basa el buen desarrollo de nuestras capacidades. Son cualidades que refuerzan cualidades.
Saber lo que queremos
Tener claro lo que queremos, saber y conocer profundamente nuestras verdaderas motivaciones ordena el conjunto de nuestras cualidades, las resalta y las refuerza. Las habilidades sociales, la asertividad, la claridad en los objetivos de vida y la ausencia de niebla en el camino, favorecen que tomemos direcciones y sentidos correctos en nuestras decisiones.
Tener muy claro cuál es nuestra escala de valores sirve de base para ser fieles con nuestra esencia. Si queremos ser psicólogos, porque una de nuestras reconocidas cualidades es la empatía y la vocación de ayuda, no nos queda más remedio que sacar a relucir el valor de ser coherentes. Si queremos ser políticos no es negociable no mantener a rajatabla nuestro programa electoral y perdernos por otras sendas pelín más oscuras.
Dinamismo
El potenciar el dinamismo favorece el desarrollo de las capacidades. Rafael Echeverría, en su magnífico título “La ontología del lenguaje”, ofrece el paradigma de que “el hacer produce el ser”. Lejos de pensar que el ser humano tiene un ser fijo y difícil de cambiar, descubre que cuando hacemos cosas diferentes, somos seres diferentes. Ser proactivos, probar, hacer cosas nuevas, confundirnos, retomar, reparar, hacer ensayos con errores o éxitos…ejercita nuestras cualidades, nos convierte en entrenadores personales de nuestra musculatura emocional.
Libertad responsable
El manejo del concepto de libertad contribuye también a destacar en habilidades. Utilizar el que “libertad no es hacer lo que te da la gana, sino hacer lo que tienes que hacer porque te da la gana”, ayuda y promueve a que realmente nuestras cualidades son aquellas que tenemos cuando nadie nos ve. Un individuo con libertad es un ser autónomo, autosuficiente y auto responsable. No se mueve por imposiciones, sino por auto decisión. La opinión de los demás la respeta, pero bajo ningún concepto la hace necesaria ni depende de ella. Es lo que se ve de él. Así de simpe y así de complicado.
Orden
El orden, la disciplina, los hábitos… son cualidades que refuerzan las cualidades. Es elegir vivir en un mundo donde la estética favorece una buena colocación de las fortalezas y nos lleva a seguir una metodología, una coherencia que equilibra nuestros talentos y consolida la repetición de estos.
El poner foco, diferenciar lo urgente de lo importante, el comportarse de acuerdo a unas normas lógicas, conlleva a unas excelentes capacidades de razonamiento que, en definitiva, es la más alta distinción del ser humano para poder desarrollar la actitud y aptitud de comprometerse a sacar la mejor versión de sí mismo.
Siempre con creatividad, nunca sin ella, aquella varita mágica que hace que todos saquemos el potencial que llevamos dentro.
“El hombre nunca sabe de lo que es capaz hasta que lo intenta”, dijo Dickens. Creo que le faltó añadir que, aunque lo intente y lo consiga, nunca llegará a saber de todo lo que ha sido capaz mientras intentaba lo que finalmente llegó a conseguir.
Artículo publicado por Pilar Guerra
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