Cómo montar tu propio mini bar en casa y triunfar con tus invitados

El resurgir del mueble bar devuelve a los hogares una oportunidad de encontrar un rincón al que acudir para explorar nuevas dimensiones

Cuando Mad Men se estrenó allá por el 2007, introdujo a una nueva generación de telespectadores a los cócteles de antaño, como los manhattans y los martinis, los gimlets y los sidecars, mostrándonos además, uno de los elementos más olvidados en la actualidad: el mueble bar, que ha ido desapareciendo de los hogares al mismo tiempo que el sombrero ha dejado de cubrirnos la cabeza. Construir nuestro propio mini bar personalizado es un asunto muy serio e individual. Devolver el mueble bar a un hogar significa mucho más que encontrar un simple rincón en el que almacenar nuestras botellas; será un punto de encuentro para los buenos momentos y nuevos rituales.

A la hora crear este lugar, además del mobiliario también hay que pensar en la iluminación y el resto de los detalles decorativos. Todo de acuerdo a tu estilo y a tus gustos, pero ¿por dónde empezamos? Desde una bandeja para servir en la repisa de la chimenea con tus tres botellas favoritas, a un hueco de la estantería de la sala de estar bien decorado, un carrito en una esquina del salón o hasta un bar completamente equipado con su barra y todo. Decorado con algunas reliquias y pequeños objetos de diseño como una coctelera, un vaso medidor de 2 cl, una gran vela aromática, posavasos y una cubitera de cristal el mini bar se puede convertir en un altar al que acudir para desconectar después de un duro día de trabajo o para relajarte cuando has pasado un día muy intenso.

Y es que, tras la hibernación que han sufrido nuestros bares y clubes favoritos durante casi un año y medio, el mini bar parece haberse instaurado en nuestro hogar, abriendo la posibilidad de una nueva ceremonia con la que vivir grandes momentos.

Como muchas tantas otras cosas en nuestra vida, el mini bar puede convertirse en un viaje experiencial: las botellas en la mesa cambian según evolucionan nuestros gustos personales, y de repente empezamos a estar atentos a los lanzamientos que las casas de destilados sacan al mercado para ofrecernos una nueva experiencia a través del vaso. Pero en algún momento, nos conformamos con unas pocas botellas cuidadosamente seleccionadas, a las que recurrimos para ofrecérselas a esos amigos a los que queremos hacer sentir especiales por haber venido a visitarnos a nuestra casa.

No importa el «nivel» en el que te encuentres, pocas cosas superan la sensación de disfrutar del cóctel perfecto en tu propia casa: aciertas con las medidas, las botellas tienen la temperatura justa y la bebida es la adecuada. No hay nada como recostarse y disfrutar de ese momento en el que las medidas del licor han cuadrado: lo has clavado; así que, citando a Mr. Draper, «Acabo de terminar una copa, así que es el momento perfecto para un trago».