Aprender a decir ‘no’ es complicado y no por dificultad fonética, sino porque implica priorizar nuestras necesidades y a veces supone tener que quedar regular con los demás.
Si te cuesta mucho decir que no o “se te ha pasado” hacerlo a tiempo, sabes mejor que nadie que esa dichosa afirmación puede convertirse en la peor de tus pesadillas. De hecho, esa falta de claridad y determinación para tomar decisiones lo que hace es crearte sentimientos de culpa, inferioridad y también muchísima frustración. Te comprometes a la mínima, sin reflexionar realmente sobre las consecuencias y sin pensar algo tan básico como: ¿me aporta?, ¿quiero invertir mi tiempo en esto?, ¿me sale rentable? Y ahora te ves “enmarronado” en algo que no querías hacer y obligado a terminarlo para satisfacer a otros y sobre todo, no quedar mal. Pues tranquilo, porque aunque aprender a dar negativas es un camino que requiere esfuerzo, se puede conseguir. ¡Te lo cuentan estos psicólogos!
¿Por qué tengo problemas para decir no?
Si siempre te han importado demasiado las opiniones de los demás, es muy probable que decir que no, no sea precisamente lo tuyo. De hecho, seguramente “quieras generar siempre una impresión positiva o que empatices demasiado con las necesidades de los otros hasta el punto de que las tuyas pierden importancia”, empieza diciendo el psicólogo Alberto Soler. Y es que esa dificultad realmente está relacionada con la baja autoestima, la inseguridad y el miedo al rechazo. En este sentido, la psicóloga Patricia Ramírez, explica a qué pueden deberse estos problemas:
- Te desvives por ayudar a los demás: “Cuando participas en el bienestar de una persona, también aumenta tu propia satisfacción”, explica la experta. Y esto nos puede pasar sobre todo con nuestros seres queridos. Pero es ahí donde tienes que ver hasta qué punto te compensa el esfuerzo.
- Tienes miedo a perder a la gente: “Somos animales sociales y nos gusta sentirnos queridos y pertenecer a un grupo”. Por eso, decir que no, lo interpretamos como fallar a alguien, simbolizando que podemos llegar a perder la confianza de esa persona.
- No sabes dónde están los límites de tus valores: “Ser agradable es un valor y si para nosotros vivir con honestidad significa vivir conforme a una escala de valores que es buena, hay momentos en los que no sabemos establecer esas barreras”.
- Tienes miedo a las consecuencias: “a veces estamos sujetos al chantaje emocional de otras personas que tienen poder sobre nosotros y en esos casos actuamos por miedo”, dice Ramírez.
- Tienes una falta de habilidades sociales: A veces nos ponemos nerviosos, dudamos y ante esta duda, acabamos diciendo que sí. “En ese momento esa respuesta te alivia y te quita la ansiedad” porque es una forma de salir de la situación. Pero después sufres las consecuencias de haberte comprometido.
¿Cómo acostumbrarse a decir no?
Aprender a decir que no es súper importante porque con ello le enseñamos a los demás cómo queremos que nos traten. “Y si nos cuesta decir que no a los demás, es porque nos cuesta decir que no a nosotros mismos”, dice el Doctor Bernardo Stamateas. Por eso, el experto propone entender primero qué podemos y qué no podemos hacer y por supuesto qué queremos y qué no queremos hacer. Será un primer paso para poder poner límites. Y a esto, Soler añade que es fundamental reconocer nuestro derecho a negarnos.
“Poner límites a los demás es un derecho, no un capricho”
Alberto Soler, psicólogo.
Y si quieres acostumbrarte a decir que no, tienes que transmitir esa negación del modo más asertivo posible. Porque cuanto más correcto sea ese mensaje, mejor va a aceptar la negativa la otra persona y así tú no te sentirás tan mal, sobre todo cuando empieces a practicarlo al principio.
El siguiente paso es ir más allá y entender que por muy correcto que pueda ser tu mensaje, “la otra persona muy probablemente no lo reciba bien. Pero es su responsabilidad gestionar la frustración, no la tuya”. Es decir, al final, decir que no va a tener ciertas consecuencias. Y tienes que analizar la situación y hacer un balance de coste-beneficio porque habrá veces en las que quizás te merezca más la pena decir que sí. Lo importante es que entiendas que “no puedes gustar a todo el mundo. Y si intentas agradar a todos, al final quien menos te va a gustar serás tú mismo”, dice Soler.
¿Cómo decir no de forma inteligente?
Euge Oller, emprendedor y creador de contenido sobre finanzas personales e inversión, tiene ciertos trucos para aprender a decir que no de una forma más estratégica. Y sobre todo que no te haga quedar mal ante los demás. Pero para empezar, es importante entender que cuando estamos diciendo que sí a cosas que no queremos hacer, también estamos dejando de hacer las cosas que son una prioridad para nosotros. Por eso, muchas veces tenemos que empezar por un trabajo previo a la petición en sí.
- Establece tu ‘no’ categórico: “Ten en cuenta las peticiones que te puedan hacer y crea una regla alrededor de ellas”, dice Oller. Por ejemplo, si un ‘no’ rotundo para ti es trabajar fuera de tu horario, márcalo así. Establece qué cosas sí quieres hacer y cuáles estarían sobrepasando tus límites para así la próxima vez que te propongan algo que está fuera de ellos, tener 100% claro qué aceptar y qué no.
- Haz referencia a un compromiso real: Si estás comprometido con determinado proyecto sea profesional o personal, simplemente di que, de momento, no puedes sacar tiempo para empezar otro.
- Utiliza una contraoferta: Para suavizar ese ‘no’ categórico, plantea una alternativa que sí pueda entrar en tus límites y tenga en cuenta tus propias necesidades.
¿Cómo decir no sin ofender?
“Desde nuestra perspectiva social, consideramos que una persona que dice ‘no’ puede verse como egoísta o poco empática”, cuenta el psicólogo Chris Núñez. Pero lo que no tenemos tan en cuenta es que si alguien nos hace una propuesta con la idea de que demos directamente el sí, se parece más a una orden que a una petición. Por lo tanto, primero “debemos cuestionarnos de base si es agresivo decir que no o es más agresivo asumir un sí”. Y como al final, aprender a decir que no puede resultar bastante complicado, lo que puedes hacer es invitar a que la otra persona se cuestione si se está aproximando a ti de forma adecuada. ¿Cómo hacerlo? El experto nos da algunos tips que utiliza en consulta.
Haz consciente a la otra persona de tu situación
“La idea es que la asertividad te ayude a resolver los problemas”. Por eso, para utilizarla de manera adecuada y a tu favor, lo que tienes que hacer es hablar de tus sentimientos y pensamientos. Y proponer una alternativa a la situación. Así, ya no solo estás diciendo que no, sino que hablas directamente de tu experiencia, de cómo esa petición, sea laboral o profesional, te hace sentir. Eso sí, aquí no hace falta que estés dando explicaciones de más o contándole tu vida a nadie. Lo mejor es ser transparente, honesto y conciso pero dejando clara tu postura.
Convierte la orden en una petición
Muchas veces hay personas que van en automático y dan por hecho que vas a decir que sí en determinadas situaciones. Y lo que puedes hacer realmente es, en vez de tomártelo como una obligación, aprender a poner ciertos límites para hacerlo bajo tus propios requisitos. Por ejemplo, quizás te piden un trabajo y tú, en vez de negarte a hacerlo, simplemente puedes establecer una fecha y horarios en los que sabes que podrás gestionarlo. Pero siempre y cuando esté en esos límites que te has establecido previamente.
“Lo que debe quedar muy claro es que no puedes alterar el ‘no’ para evitar que la otra persona se enfade. Ya que no se trata de modificar tu discurso para que el otro se lo tome mejor. Si haces eso, terminarás diciendo que sí”. Por eso, ante todo, lo que tienes que hacer es sentirte satisfecho de que estás respondiendo de la manera en la que tú te sientes cómodo.
No te precipites en dar una respuesta
Si te pillan desprevenido con esa pregunta medio trampa que te hace acabar decantándote por el sí, intenta pedirle a la otra persona que te dé un tiempo para pensar. Es fundamental aprender a tomar decisiones sin ser impulsivo y decir que no es parte de ese análisis y ese pensamiento más racional. Muchas veces estamos sesgados por la supuesta urgencia del asunto, de tal forma que damos una respuesta poco pensada, que no nos ha dado tiempo a reflexionar bien. Por eso, intenta fijarte en los pros y contras de la situación y a partir de ahí elegir qué quieres hacer.
Siempre ten en cuenta tus propias necesidades
Ya te puedes imaginar que todo se reduce a priorizarte a ti y a lo que tú necesitas en cada momento. De manera que estés contento con tus acciones. Aquí, el experto plantea varios interrogantes que es importante que te plantees cada vez que te pidan algo y no sepas qué contestar. “Para empezar, hazte preguntas del tipo: ¿Tengo tiempo de hacer eso que me piden? ¿Cómo me siento haciéndolo? ¿Voy a dejar de hacer algo mío por esta petición? Parecen cuestiones básicas pero muchas veces las pasamos por alto y la respuesta está literalmente delante de nosotros en todo momento. Por eso, para aprender a decir no, lo más importante es ir paso a paso y sobre todo detectar qué nos aporta y qué es mejor apartar.