Ser vegetariano o no puede estar escrito en tu ADN

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Un gran estudio ha encontrado tres genes fuertemente relacionados con el gusto por las dietas verdes.

No comer carne o limitar su consumo está de moda. Pero rechazar un entrecot a la parrilla, un pollo asado o un besugo al horno no entra en los planes dietéticos de una gran parte de la población. Desde el punto de vista biológico y evolutivo, el ser humano es una especie genuinamente omnívora, y prueba de ello es que mostramos una serie de adaptaciones, tanto anatómicas como fisiológicas, que hacen que sintamos una atracción especial hacia la carne. Somos con diferencia los más carnívoros entre los grandes simios, como el chimpancé, el gorila y el orangután, nuestros parientes vivos más próximos.

Un nuevo estudio ahonda en esta pulsión cárnica de nuestra especie. Científicos de la Facultad de Medicina Feinberg, en la Universidad Northwestern (EE. UU.), acaban de descubrir que el perfil genético desempeña un papel nada desdeñable a la hora de determinar si una persona será capaz de seguir una dieta vegetariana estricta, esto es, libre de cualquier alimento procedente de un ser vivo con ojos.

El hallazgo abre la puerta a futuros estudios que podrían tener implicaciones importantes en lo que se refiere a las recomendaciones dietéticas para la población y a la producción de sustitutos de la carne en los regímenes vegetariano y vegano. También en las decisiones políticas y en las presiones desde ciertos sectores de la población que tratan de combatir y hasta penalizar el consumo de carne.

Científicos como Nabeel Yaseen, patólogo de la citada Facultad de Medicina Feinberg y autor principal del estudio, se preguntan si todos los seres humanos son capaces de subsistir a largo plazo con una estricta dieta verde. «Esta es una cuestión que no se ha estudiado hasta hora con seriedad», dice Yaseen.

Una gran proporción —entre el 48 % y el 64 %— de quienes se autoproclaman vegetarianos afirma comer de vez en cuando pescado, aves y carnes rojas, lo que, según Yaseen, sugiere que las limitaciones ambientales o biológicas anulan el deseo de seguir fielmente las dietas veggies. «Todo apunta a que hay más gente a la que le gustaría ser vegetariana de la que realmente lo es, y creemos que se debe a que hay algo muy arraigado que la gente puede estar pasando por alto», señala Yaseen.

Varios genes implicados en el metabolismo de los lípidos y la función cerebral

Para determinar el papel que podría jugar el ADN en la capacidad de los individuos para abonarse a un estilo de vida vegetariano, Yaseen y sus colegas compararon los datos genéticos de 5.324 vegetarianos estrictos –que no consumen ni pescado, ni aves ni carnes rojas— del Biobanco del Reino Unido con el de 329.455 personas que hicieron de control. Todos los participantes del estudio eran caucásicos blancos, para de este modo configurar una muestra homogénea y evitar posibles interferencias de origen étnico.

El estudio, publicado en la revista PLOS ONE, ha permitido la identificación de tres genes significativamente asociados con el vegetarianismo, así como otros treinta y uno que en potencia también podrían estarlo. Los investigadores se toparon con que varios de estos genes, incluidos dos de los tres principales, conocidos como NPC1 y RMC1, están involucrados en el metabolismo de los lípidos (grasas) y de la función cerebral.

«Uno de los aspectos en los que los productos vegetales difieren de la carne son los llamados lípidos complejos —afirma Yaseen, y añade—: Mi conjetura es que podría haber componentes lipídicos presentes en la carne que algunas personas necesitan. Y quizá los individuos cuya genética favorece el vegetarianismo sean capaces de sintetizar estos componentes de forma endógena. Sin embargo, en este momento, esto es una mera especulación, y hay que trabajar mucho más a fondo para comprender la fisiología del vegetarianismo».

Pero ¿por qué la mayoría de la gente come carne? Para los defensores de la alimentación basada en productos de origen vegetal, vegetarianismo y su forma más estricta, el veganismo representan una filosofía vital que, además, convive con otros planteamientos existenciales, como el animalismo, la preocupación por el cambio climático, la salud y la defensa de la agricultura sostenible.

En España, el 7 % de la población es flexitariana; el 4 %, vegetariana; y el 0,8 %, vegana

Para Yaseen, las consideraciones religiosas y morales son los principales impulsores de la adopción de una vida veggie; también lo son las investigaciones recientes que apuntan a que las dietas vegetales resultan beneficiosas para la salud, desde la prevención del cáncer hasta la osteoporosis y la hipertensión. Unas bondades que muchos expertos enfrentan a los peligros que encierra la eliminación de la carne de la dieta: falta de energía, anemia, pérdida de masa muscular, falta de minerales y vitaminas, problemas cognitivos y otras deficiencias.

Y aunque el vegetarianismo está ganando popularidad, los vegetarianos siguen siendo una pequeña minoría en todo el mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, los vegetarianos representan aproximadamente entre el 3 % y el 4 % de la población. En el Reino Unido, el 2,3 % de los adultos, y el 1,9 % de los niños son vegetarianos. En España, el 7 % de la ciudadanía es flexitariana, es decir, vegetariana con ingesta ocasional de carne o pescado; el 4 %, vegetariana; y el 0,8 %, vegana, según el informe Tendencia de exclusión alimentaria en la población española, elaborado en 2022 por la Fundación Mapfre y la Academia Española de Nutrición y Dietética.

Estos datos plantean la pregunta de por qué la mayoría de la población mundial todavía prefiere ingerir productos cárnicos. En palabras de Yaseen, el factor determinante de las preferencias alimentarias no es solo el sabor, sino también cómo lo metaboliza el organismo. Por ejemplo, al probar el alcohol o el café por primera vez, la mayoría de la gente no los encuentra placenteros, pero con el tiempo desarrollamos un gusto hacia ellos, debido a cómo nos hacen sentir el alcohol o la cafeína.

«Creo que con la carne ocurre algo similar. Tal vez uno posee un determinado componente, posiblemente lipídico, que hace que la necesite y la desee», especula Yaseen.

Ahora bien, si nuestros genes influyen en la decisión de desterrar la carne de nuestra vida, ¿qué significa eso para quienes no comen carne por razones religiosas o morales?

«Si bien las consideraciones religiosas y morales juegan ciertamente un papel importante en la motivación para adoptar una dieta vegetariana, nuestros datos sugieren que la capacidad de seguir dicha dieta está condicionada por la genética —señala Yaseen, que confía en que estudios futuros ayuden a comprender mejor las diferencias fisiológicas entre vegetarianos y no vegetarianos—. Esto nos permitirá ofrecer recomendaciones dietéticas personalizadas y producir mejores sustitutos de la carne», dice el experto.

Hombres carnívoros y mujeres veganas

Si los genes participan en la adopción de un menú verde, la cultura no se queda atrás. Sin ir más lejos, es un secreto a voces que el interés por las alternativas basadas en vegetales es mayor entre el sexo femenino que el masculino. Así es, las preferencias culturales son barreras importantes para reducir el consumo de carne, especialmente entre hombres, que están subrepresentados entre los veganos y vegetarianos. Los estudios han descubierto que comer carne está asociado con la masculinidad y que los estereotipos de género etiquetan las dietas basadas en vegetales como adecuadas para las mujeres, pero no para los hombres.

«Los hombres podrían estar menos inclinados a consumir alimentos veganos debido a la necesidad de actuar en función del género», comenta Alma Scholz, autora principal de un nuevo estudio publicado en Frontiers in Communication, donde analiza si el marketing masculino puede convencer a más hombres para que coman vegano. El consumo de carne, según Scholz, se asocia culturalmente con la fuerza y la masculinidad, mientras que las comidas sin carne a menudo se consideran menos adecuadas para los hombres. Las mujeres también suelen expresar más preocupación por el bienestar animal, una razón común para que se decanten por una dieta vegana.

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