Al volante de su nuevo CUPRA Tavascan, Saúl Craviotto nos recibe para confesarnos el secreto de su éxito y cómo ha sido el camino que lo ha llevado a la cima.
La cita es en un jardín de cactus por el norte de Madrid, repleto de columnas y glóbulos verdes. Les llaman plantas suculentas por su interior esponjoso. Pero si miras al horizonte solo ves un ejército de púas enhiestas, amenazantes como bayonetas. El personaje ofrece un contraste extremo con el paisaje. Nadie conoce una sola arista de Craviotto. Su perfil es tan redondo como sus seis medallas olímpicas en cinco ediciones de los Juegos. Tengo la sensación de entrevistar a un ser pluscuamperfecto, a uno que ganó Master Chef, donde llegó sin saber freír un huevo. Es inevitable. Es el deportista español con más medallas olímpicas. Viene Saúl de probar el CUPRA Tavascan por las rutas del Jarama, tranquilo y estoico, y solo al final me dirá el secreto con el que ganó un concurso de cocineros para celebridades que nunca habían visto una olla.
¿A qué velocidad vas por la vida?
A una que me permita respetar las normas. Eso en el coche, porque en la piragua tienes que ser eficiente y debes ir lo más rápido posible para llegar el primero a la meta. En otro sentido, la vida tiene etapas, y es verdad que en algunas vas muy rápido. Ahora que tengo hijas lo noto más, y me gustaría echar un poco el freno. La definición de éxito que tengo ahora no es la que tenía hace unos años. Éxito ahora es tener tiempo de calidad con mis hijas.
Intuyo en la respuesta que ya piensas en la retirada. Leí que lo meditas dos o tres veces por semana. ¿Tienes ya tomada esa decisión?
Es verdad que dije que pienso en dejarlo a menudo, pero era en un contexto de broma. Pero lo cierto es que veo la luz al final del túnel, y cada vez está más cerca. Tengo 40 años, y no piensas lo mismo con esta edad que con veinte o veinticinco. Pero he aprendido algo importante en la vida y es a pensar no tanto en las expectativas de los demás como en las propias. No quiero que me pongan fecha de caducidad, o tomar decisiones en función de tu entorno. La retirada es más una cuestión de ilusión y de ganas. Yo me siento un privilegiado, me encuentro bien, hago lo que me gusta, pero habrá un día en el que tendré que colgar la pala. Y hay que saber retirarse.
El futuro tras la piragua: ¿retiro, gastronomía o conferencias?
Ese día, cuando cuelgues la pala, ¿qué harás? Tienes varios caminos: del deporte, la policía, la gastronomía.
Digamos que hay que pensarlo, y la verdad es que lo llevo pensando desde los 18 años. Sé lo importante que es tener un plan B. Los sueños están muy bien, pero hay que pensar en la baldosa, en tener un lugar al que ir después. Para los deportistas es muy importante porque de repente te encuentras en la vida real con muchos años por delante, y no sabes más que darle patadas a un balón. Por eso, con 18, empecé a preparar mi red de seguridad, y me puse a preparar oposiciones para la policía. Y mi vida ha sido ir haciendo esa red de seguridad cada vez más grande. He invertido en empresas tecnológicas, tengo una participación en un restaurante. Hay que tener sueños ambiciosos, pero a la vez hay que ser realista, y ser consciente de que el día después es importante.
Pero no me has contestado sobe el camino que vas a elegir. O quizá es que tienes sueños no cumplidos y les vas a dedicar tiempo después de colgar la pala.
Digamos que esa fase del después la he ido trabajando con mucho tiempo, hay mucha planificación. Ahora mismo veo una faceta me gusta mucho que es la de dar conferencias. He entrado en esa rueda, que es una actividad que nunca pensé que me gustaría porque soy una persona tímida a la que le cuesta hablar en público. Y por eso nunca pensé que podría estar dando una conferencia ante dos mil personas. Me motiva mucho. Sobre todo, cuando veo que lo que cuento ayuda a otras personas, me siento muy realizado. Lo que les cuento son herramientas y metodologías que a mí me han funcionado y que se pueden aplicar a muchas otras actividades en la vida.
Las conferencias se les dan bien a los tímidos, porque se lo toman muy en serio. Pero entonces, ¿quieres ser una especie de entrenador personal, un coach?
No me atrevo a considerarme como un coach. Yo cuento aquello que a mi me ha ayudado, lo que me ha funcionado. Y pongo ejemplos que se pueden extrapolar a otras situaciones. Demuestro la utilidad de tener un propósito, porque si no lo tienes vas a trabajar como un pollo sin cabeza. Les muestro la utilidad de la planificación, la de ser práctico, y sobre todo la preparación mental como paso previo a ponerse manos a la obra.
Fracasar también es parte del camino al éxito
Tengo la impresión de que eres perfecto, de que no hay nada que hagas mal.
¡Qué va! Soy malo en casi todo, salvo en la piragua. Lo que no sabe la gente es que antes de dar una conferencia he visto miles de videos de charlas, y que he planificado todo durante muchas horas, he ensayado frente al espejo, y he acumulado muchas horas de trabajo. Lo que hay detrás de una de esas charlas es mucho trabajo. No soy perfecto, pero soy perfeccionista. Si voy a Master Chef hado todo lo que haga falta para prepararlo. Detrás de lo que dices hay trabajo, y en el deporte lo mismo. Lo que hago lo intento hacer lo mejor posible. Pero para que veas: soy malo corriendo, soy malo en la bici, soy malo nadando, y soy un paquete jugando al fútbol.
Dicen que una persona empieza a ser interesante a partir de su primer fracaso. ¿En qué has fracasado, qué te ha salido mal en la vida?
Para llegar a ser bueno en algo tienes que fracasar alguna vez. En piragüismo he estado a punto de retirarme por haber fracasado, porque he tomado decisiones incorrectas, o porque me he obsesionado, por evitar algunas parcelas que son importantes, como relajarte y disfrutar con la familia. Pero no lo veo un fracaso. Para ser el mejor en algo tienes que tropezar y caerte, y fracasar alguna vez.
“MasterChef fue mi mayor salto al vacío”
Y para ganar Master Chef, ¿cuál es el secreto? ¿O se trata de la mentira espectacular de la televisión?
En mi caso no fue un teatro. Yo cuando fui a Master Chef no sabía hacer ni un plato de lentejas. Pero es lo que te digo, y lo que cuento en mis conferencias: tener un propósito, fijar bien el objetivo y rodearte de un buen equipo con la humildad suficiente. Si tienes carencias por falta de inteligencia, de tiempo, de lo que quieras, rodéate de personas que tienen esas capacidades mejor que tu. ¿Qué hice? Llamé a Casa Gerardo, que es un restaurante de Asturias que tiene estrella Michelín y le dije: no tengo ni idea de cocinar, enséñame. Y estuve dos meses aprendiendo. Salía de entrenar a las once de la mañana y me iba al restaurante. Me dejaron un rincón de la cocina y allí me pasaba las horas pelando cebollas, cortando verdura, limpiando pescado.
Así que viste lo dura que es la vida en la cocina de un restaurante estrellado, todo disciplina, orden, trabajo duro.
Si. Siempre he respetado mucho la gastronomía porque me he criado entre mesas, con mis abuelos y mis padres. Ni abuelo tenía un restaurante en Lleida, donde también trabajaba mi madre. He visto cómo en los festivos y domingos, mientras la gente disfruta, los míos estaban trabajando. Cuando estás ahí valoras mucho más el trabajo que hacen.
Un medallista olímpico con una actitud ejemplar
No he encontrado persona que te conozca un enfado, un mal gesto, una mala palabra
Yo tengo mi pronto, como todo el mundo, y de vez en cuando lo saco. Es cierto que soy prudente, y no comparto en redes más que temas deportivos. Mis contenidos en las redes sociales son muy de andar por casa. Pero en los atascos me pongo de muy mala leche. Pero en general, procuro tomarme la vida con relax.
En los Juegos olímpicos, ¿se sufre o vais a pasarlo bien?
Cuando fui a París lo pasé falta. Es la olimpiada en la que peor lo he pasado. No físicamente sino mentalmente. Todo el mundo esperaba mucho. Antes de los Juegos había un ambiente de mucha presión. Decían que estaba empatado con David Cal y los meses previos todo era decir que iba a superar a Cal. Cuando tienes a la prensa, a todo un país hablando y dan por hecho que vas a ganar la medalla, eso son piedras en tu mochila que pesan mucho. Y no disfruté en esos juegos.
¿Qué se hace en esos casos? Por una parte, quieres saber lo que se dice, pero cuando hay tanta atención sobre ti, una atención a la que no estás acostumbrado, ¿cómo lo administras?
Intento aislarme. Eliminé las redes sociales en la semana previa a los juegos, porque me ponía nervioso y no me compensaba porque al final estás solo, te juegas el trabajo de cuatro años, y tienes que hacerlo bien. Es complicado y difícil. Y tiene que ver con la determinación y con concentrarte en el presente. No debes preocuparte por lo que va a pasar dentro de cinco minutos o por lo que pasó en el pasado. Tienes que centrarte en el presente, meterte en una cúpula de cristal y hacerlo bien, lo demás no importa. Ten en cuenta que la diferencia entre una medalla de oro y una de plata son dos palmos, y entre la de plata y la de bronce otros dos. Ahí te juegas tus cuatro años de preparación y de sacrificios. Lo que cuenta es que tienes a la derecha a un alemán dispuesto a ganar y a la izquierda a un austríaco decidido a llevarse la medalla. Tienes que olvidarte de la grada, de los chillidos, del ruido externo, y cuando el árbitro dice “¡go!” tienes que hacerlo perfecto. Todo lo demás no importa.
Lo que le enseñó su etapa como policía
Vamos a tu faceta como policía. ¿Qué te ha aportado a tu forma de ser la educación en la academia y en la profesión policial?
Es complementario a la educación de mis padres y a la que te da el deporte. Cada experiencia que vives es un ladrillo en el muro de tus valores, en el compañerismo. Pero también son importantes los momentos negativos, que son en los que más aprendes conocimientos más sólidos. La policía tiene la parte gratificante de hacer el bien, del compañerismo, del objetivo común, de ayudar a las personas, a la vez que palpas el peligro. Como policía vas a lugares donde no quiere ir nadie. Y vas a lugares que son duros y que te forjan.
Y tu momento negativo más importante, ese en el que aprendiste una lección vital inolvidable…
Muchísimos. En cada ciclo olímpico aprendes cosas nuevas. A nivel deportivo mi peor momento fue en 2015 cuando estuve a punto de retirarme. Me obsesioné. Pesaba la comida todos los días, no tomaba ni una caña. Quería hacerlo todo tan perfecto que fui al Mundial en el que me tenía que clasificar para los Juegos de Río de Janeiro y no lo conseguí. Fue el peor varapalo. Tenía un nivel de obsesión brutal. Me metí un nivel de presión a mí mismo que no pude con él. En la vida hay que tener retos, tomarse las cosas en serio, pero hay que tener vías de escape y disfrutar del camino, porque la vida pasa rápido. Lo importante no reside tanto las medallas como en los amigos que he hecho. Ahor voy a cualquier lugar de España, voy a Huelva o voy a Mérida y voy a cualquier parte y tengo amigos, y eso es con lo que me quedo.
Saul y las redes sociales
¿Las redes son un peligro? ¿Cómo las manejas cuando tienes un nivel tan alto de exposición?
Nunca me han dado la percepción de ser un peligro. Son una herramienta, como lo es la Inteligencia Artificial y hay que aprender a manejarlas, como con cualquier otra herramienta. Yo me quité de Twitter (X) durante un tiempo porque me producía nervios y ansiedad, pero fue en un momento puntual.
Ahora puedes llegar a perder la carrera del Óscar antes de disputarla por un mensaje que colocaste hace unos años.
Sí, esa es la famosa hemeroteca. Si rascas en el pasado de cualquiera, todos hemos metido la pata. Yo tengo cuarenta años y habré metido la pata miles de veces. Siempre puedes encontrar algún fallo en la vida de las personas, y lo negativo siempre se hace más viral que lo positivo. Es la parte menos buena de las redes. En general yo soy prudente y el contenido que comparto tiene mucho que ver con el deporte.
El valor del trabajo: de electricista a campeón olímpico
Si te fallan el resto de caminos profesionales, siempre podrás volver a ser electricista
Si, cierto. Mi faceta como electricista fue cuando preparé mis oposiciones para la academia de policía. Con 18 años dejé el equipo nacional y regresé a Lleida. Me di de alta como autónomo y me puse a trabajar con m padre. Subía a las grúas con los mosquetones para reparar los motores allí arriba. Fue una etapa dura. Trabajaba durante el día y a las ocho me iba a la academia para estudiar. Y no paré. Gracias a esa oposición pude reengancharme al deporte, y el trabajo me ha dado una gran estabilidad laboral y profesional.
Sabes por tanto lo que es sentirse en los zapatos de un obrero
Yo vengo de ahí, de mis abuelos andaluces que se fueron a trabajar a Cataluña, como miles de personas, de mi padre electricista, de mi madre cocinera. Está muy bien saber de dónde vienes. Para mi ha sido un gran aprendizaje, porque te das cuenta bien pronto de que las cosas te las tienes que ganar trabajando. Mis padres son los que me han forjado. Yo he tenido mucha suerte con mi entorno. Son los que me dicen, cuando estás arriba, que saboree el momento, que disfrute de la ola, pero que no olvide de dónde vengo.
Vida real y la importancia del propósito
Están entre las personas que mas influencia han tenido sobre ti
Si, sin duda, no podría elegir una sola persona para decir quién es la que más ha influido en mi vida. Ahí está mi padre, mi madre y mi entrenador. He tenido el mismo entrenador desde que empecé y no hemos discutido ni un solo día. Y mi mujer, que es mi psicóloga y mi compañera de vida.
Creo que eres una persona con la que es muy difícil pelearse. ¿Recuerdas tu última discusión fuerte?
No. Si me rascas mucho igual me encuentras. Tendrías que probar, pero te puedo decir que yo no me he peleado nunca en la vida. No tengo la sensación de lo que es pelearse.
No sabe lo que es pegarse tortas, tampoco lo que se siente cuando te las dan. Añado ante su altura que es probable que nadie se haya atrevido a levantarle la voz, y menos la mano. La conversación sigue por los cerros de Master Chef. Y me apunta el secreto: simplificar todo en una hoja. Saúl Craviotto tenía un folio con tres ingredientes, tres presentaciones y tres salsas. Los ingredientes eran la ternera, el pescado, y el ave. Cuando abría el cajón con los ingredientes del concurso, le bastaba combinar el ingrediente básico con una forma de presentación y una de las tres salsas que había aprendido. Planificar es siempre una forma de evitar el fracaso. Lograr el éxito es más complejo.
Entrevista realizada por el periodista Alfredo Urdaci y publicada en la edición de primavera 2025 de Rísbel Magazine