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Este restaurante madrileño hace el cachopo con la mejor ternera de Asturias

Cachopo del restaurante asturiano Enbable en Madrid Cachopo del restaurante asturiano Enbable en Madrid

Mariscos frescos, arroces melosos, fabada asturiana, solomillo de vaca madurada y un cachopo que se deshace en la boca. En este restaurante de Madrid todo gira en torno al producto asturiano y al sabor bien entendido.

Detrás de Enbable está Manuel Fernández, asturiano de nacimiento y madrileño por elección, que lleva años defendiendo una cocina asturiana que habla de tradición sin necesidad de disfrazarla de nada.

Aquí hay barra, comedor, terraza acondicionada todo el año, otra terraza exterior, cocina abierta desde las doce del mediodía hasta la una de la madrugada y, sobre todo, ganas de que el cliente repita.

Sardinas ahumadas del restaurante asturiano Enbable en Madrid

Una especie de casa de comidas de ahora, con mucho producto y una carta en la que manda el formato ración, pensada para compartir sin muchas vueltas. Se nota que detrás hay alguien que sabe lo que funciona.

Aquí se hablará en bable… pero se come de maravilla

El nombre ya lo deja caer, pero no es solo un juego de palabras. El acento asturiano de la carta está presente de principio a fin. Las recetas están bien ejecutadas, un local agradable y una variedad que invita a dejarse llevar.

El picoteo es la puerta de entrada. Y aquí se arranca fuerte. Las flores de alcachofa a la parrilla llegan doradas, abiertas como una flor y con ese punto justo que te alegra el paladar.

Alcachofas del restaurante asturiano Enbable en Madrid

Luego vienen los fritos de pixín con mahonesa de kimchi, que dan en la tecla del crujiente sin empapar el plato. Las croquetas de jamón ibérico son de las que sabes que se han hecho en cocina. Y si pillas buen tomate, la ensalada con ventresca de bonito y cebolleta aliñada no falla…este plato pide pan para recoger hasta el último aliño.

En la parte de la cuchara no se andan con medias tintas. Las verdinas con marisco saben a mar y a mimo, y la fabada es de las que sientan bien. No hay grasa de más ni fabes deshechas. También trabajan arroces melosos y caldosos que cambian según el día, pero todos se mueven en ese terreno entre lo reconfortante y lo sabroso.

Mar, huerta y campo, cada cosa en su sitio

Después del picoteo, la carta se abre como un mapa. En el lado del mar, el lomito de pixín asado con ratatouille asturiano es un plato redondo, tanto en cocción como en acompañamiento.

Chipirones del restaurante asturiano Enbable en Madrid

Los chipirones de potera, tiernos y servidos sobre cebolla caramelizada a la sidra, llegan en su punto perfecto. Y el atún rojo a la parrilla, que también entra por los ojos, se presenta acompañado por un salteado de verduras que no busca protagonismo, pero lo consigue.

En el apartado de carnes, el nivel vuelve a subir. El solomillo de vaca madurada tiene fácil corte y un sabor intenso en boca. Las chuletillas de cordero lechal se comen con las manos y sin remordimientos…¡que estamos en Asturias!

Pescado del restaurante asturiano Enbable de Madrid

Por último, el cachopo, que no puede faltar, se ofrece en formato individual y para compartir. Está bien empanado, jugoso por dentro y sin necesidad de hacer equilibrios para cortarlo. Lo han convertido en uno de sus platos estrella, y con razón.

Dulces sin rodeos

Aquí no se juega a hacer postres de pastelería parisina. Se apuesta por clásicos bien hechos y eso se agradece. El arroz con leche, con cristal de caramelo por encima, entra solo. La torrija de brioche caramelizada está como debe: crujiente por fuera, húmeda por dentro y servida caliente. Y la tartaleta con crema de limón y suflé de merengue es de las que te hacen dudar si compartirla o no.

Pocas veces la carta de postres da tantas ganas de olvidarse de la dieta y quedarse un rato más.

Sidra, vinos y una barra que tira bien la cervez

Otro de los puntos fuertes de Enbable es su carta de bebidas. Las sidras asturianas no están de relleno. Aquí se sirven con conocimiento. También hay una selección muy bien pensada de vinos nacionales, con más de cincuenta referencias entre blancos, tintos, cavas y rosados.

Y si vas más de cañas, aquí se tira la cerveza como se debe. Bien fría, con espuma densa y servida a buen ritmo.

Un sitio que se adapta a ti (y no al revés)

Una de las claves del éxito de Enbable es su flexibilidad. Hay barra para los de paso, comedor para los que vienen con calma, una terraza de 200 metros acondicionada todo el año y otra más pequeña para cuando el tiempo lo permite. Todo con la misma carta, sin complicaciones.

Comedor del restaurante de cocina asturiana Enbable en Madrid

El local tiene capacidad para unos 150 comensales, pero rara vez da sensación de agobio. La iluminación está cuidada y la madera en techos y paredes ayuda a que el ambiente resulte cálido sin caer en lo rústico.

Reservar mesa en el restaurante Enable de Madrid:

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