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Aquí no solo el menú tiene estrella: por qué el restaurante Blossom es una parada obligada en Málaga

Platos del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga Platos del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga

El restaurante Blossom, con una estrella Michelin, propone un menú degustación de 16 pases donde el producto local se transforma en un viaje entre Málaga y Latinoamérica.

En pleno centro histórico de Málaga, entre callejones peatonales que huelen a jazmín y alboroto turístico, hay un restaurante que parece ir a su propio ritmo. Se llama Blossom y es uno de los pocos en la ciudad con una estrella Michelin. Detrás de este proyecto está el chef Emi Schobert, nacido en Buenos Aires, que ha representado a Argentina en dos ediciones del Bocuse d’Or. Su cocina combina técnica, memoria y una mirada atenta al producto local.

La propuesta del restaurante se divide en dos menús degustación: el Menú Blossom, por 120 € por persona, y el Gran Menú Blossom, de 165 € por persona, al que se puede añadir un maridaje por 95 €. Aquí, nos vamos a centrar en el segundo: una secuencia de 16 pases que invita a descubrir sabores inesperados, juegos de texturas, y mucho cuidado en cada detalle.

Un arranque que descoloca, pero bien

El menú empieza fuerte, sin rodeos. La Croustade con tartar de ciervo abre el juego con un bocado crudo, jugoso, ligeramente especiado, sobre una base crujiente que se deshace al morder. Le sigue una Tartaleta que, en vez de jugar al despiste, apuesta por una combinación clara y vegetal: zanahoria, kholrabi y cacahuete. Ligera, sabrosa, precisa.

Plato tartaleta del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga
Tartaleta

La Jábega de mar, con kimchi y limón fermentado, es una pequeña sacudida que despierta anticipa que este no será un menú previsible. Hay tensión, sí, pero también armonía.

Entre mar, huerta y memoria

Uno de los mejores momentos llega con la Sopa de setas con espuma de parmesano. Intensa, caliente, untuosa… deliciosa. Y justo después, el Ceviche con leche de tigre de ají amarillo: Schobert no hace una réplica literal del ceviche tradicional, sino una versión muy suya, más pulida, menos ácida, con un punto elegante de ají que se agradece.

Plato de Panna Cotta con caviar del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga
Panna Cotta con caviar

La Panna Cotta con caviar y gambas es delicada, pero no tímida. Y la Vieira con foie, boniato y almendras aparece como uno de esos platos que te obligan a parar y pensar: ¿esto cómo está tan bien equilibrado? Hay dulzor, cremosidad y un fondo marino que nunca desaparece.

La parte más contundente del menú

Cuando llegan los platos «pura carne», el ritmo ya está marcado y el cuerpo lo agradece. La Pesca ahumada con crema de mejillones es profunda, con un punto de sal y grasa muy bien medido. Luego viene uno de los bocados más interesantes del menú: el Alfajor de molleja con garbanzos y chalota. Un guiño argentino que funciona sin caer en clichés.

Plato de Pesca Ahumada del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga
Pesca Ahumada

El pase de Caza menor con patata y maíz es sabroso, rústico, pero elegante. El Rillette de gallina de Guinea con albahaca y pepino refresca el conjunto y prepara el terreno para el último golpe fuerte: Ciervo con mole y topinambur. Un plato denso, oscuro, ligeramente amargo.

El final: dulces sin empalagar

El queso, con chutney, sirve de puente hacia los postres. La Piña con tepache, coco y chocolate blanco entra con frescura y un punto ácido que limpia. La Pera con chocolate, crema inglesa y haba tonka es más golosa, pero sin esos excesos que te hacen pensar «esto me sobraba…»

Plato de queso del menú degustación del restaurante Blossom de Málaga
Queso

Para finalizar, los Petit Fours no buscan deslumbrar. Son pequeños, sabrosos y ponen el cierre con elegancia un menú largo pero bien medido.

El servicio, el entorno y el maridaje

El equipo de sala tiene un perfil internacional y se nota que sabe cómo moverse con soltura. Atienden en varios idiomas, explican los platos sin recitar discursos aprendidos, y resuelven con amabilidad cualquier necesidad.

El salón interior es reducido, íntimo, perfecto para quienes prefieren desconectar del bullicio. En cambio, la terraza ofrece una cara más viva del restaurante, con el sonido de las calles malagueñas como música de fondo.

Sobre el maridaje, merece la pena: una selección cuidada de vinos que acompañan bien cada fase del menú. Aunque el precio (95 € por persona) no es menor, suma valor a la propuesta sin robar protagonismo a los platos.

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