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Por qué la educación sexual es ahora más importante que nunca

Escena de la serie Sex Education, donde los adolescentes exploran su identidad, el deseo y los vínculos afectivos en un entorno escolar que, como en la vida real, a menudo llega tarde a la educación sexual Escena de la serie Sex Education, donde los adolescentes exploran su identidad, el deseo y los vínculos afectivos en un entorno escolar que, como en la vida real, a menudo llega tarde a la educación sexual
Escena de la serie Sex Education, donde los adolescentes exploran su identidad, el deseo y los vínculos afectivos en un entorno escolar que, como en la vida real, a menudo llega tarde a la educación sexual

Aún hoy, cuatro de cada diez jóvenes españoles inician su vida sexual sin orientación ni acompañamiento.

La sexualidad forma parte de quienes somos, pero ¿cuántos de nosotros hemos aprendido a entenderla de verdad? No desde el tabú, ni desde el miedo, ni desde las ideas heredadas, sino desde un lugar sano, libre e informado. Aunque las cosas han cambiado en los últimos años, lo cierto es que seguimos arrastrando una asignatura pendiente: la educación sexual.

La psicóloga Sara Monllor, especializada en psicología afirmativa, lo resume de forma clara: “Durante demasiado tiempo, nuestra cultura sexual se ha formado en la calle. Y no me refiero solo a lo que se habla entre amigos. Me refiero al cine, la música, la publicidad, el porno, los silencios en casa… Hemos crecido sin referentes claros y sin espacios seguros para entender qué sentimos, cómo nos relacionamos y qué necesitamos”.

La educación sexual no va solo de aprender cómo se usa un preservativo. Va de acompañar a cada persona en su proceso de identidad, de deseo, de respeto por los demás y de respeto por uno mismo.

¿Qué opinan los jóvenes españoles?

En el último estudio de la marca Control sobre sexualidad y juventud, un dato sigue llamando la atención: el 40% de los jóvenes españoles afirma no haber recibido ninguna orientación al inicio de su vida sexual. No hablamos de clases magistrales ni de lecciones incómodas, sino de algo tan sencillo como tener un espacio donde poder hablar, preguntar y comprender.

Y aunque el 70% dice haber recibido “algún tipo” de educación sexual en el colegio, lo cierto es que la mayoría de esos contenidos siguen centrados en lo reproductivo. Nada de deseo, de emociones, de identidad, de consentimiento, de orientación o de placer. Solo óvulos, espermatozoides y métodos anticonceptivos.

“Muchas escuelas siguen abordando la sexualidad desde una perspectiva higiénico-reproductiva”, explica Monllor. “Se habla de enfermedades, de embarazos no deseados y de cómo prevenirlos, pero no se habla de diversidad, de vínculos ni de la libertad de vivir la sexualidad desde la propia identidad”.

Diversidad sexual: lo que no se nombra no existe

Uno de cada cuatro jóvenes cree que el sistema educativo debería hablar más de diversidad, libertad y respeto. Y un 10% iría aún más allá, proponiendo incluir una orientación específica sobre diversidad sexual. La necesidad es clara. Falta hablar, falta escuchar, falta educar.

“Si seguimos tratando la diversidad como algo anecdótico, como un tema ‘extra’, será difícil avanzar hacia una sociedad inclusiva”, sostiene la psicóloga. “No basta con una charla puntual en el instituto o una campaña en redes durante el mes del Orgullo. La educación en diversidad debe empezar desde la infancia y formar parte de lo cotidiano”.

La realidad de las personas trans

Cuando hablamos de diversidad, conviene mirar con más atención a quienes suelen quedar en los márgenes. Las personas trans, por ejemplo, siguen enfrentándose a dificultades que van más allá de los prejuicios.

Desde la psicología afirmativa se trabaja con realidades que aún hoy son invisibles para muchos: dificultad para iniciar el contacto sexual, problemas para alcanzar el orgasmo, disfunción sexual, insensibilidad tras una cirugía, alteraciones emocionales por tratamientos hormonales o el duelo por no poder gestar en el caso de mujeres trans.

“No se trata solo de genitalidad”, afirma Monllor. “Muchas personas trans viven una lucha íntima y silenciosa por sentirse válidas, por aceptarse y por poder disfrutar de su cuerpo. A veces lo consiguen. Otras veces necesitan acompañamiento. Pero en todos los casos, el respeto es el punto de partida”.

El papel de la psicología afirmativa

La psicología afirmativa no busca ‘curar’ nada. Al contrario. Su objetivo es ofrecer un espacio seguro donde cada persona pueda explorar quién es sin miedo ni culpa. Acompañar, comprender, reconstruir.

“Trabajamos con la autoestima, con las creencias, con el duelo y con el deseo de ser”, explica Monllor. “Cada proceso es distinto, pero hay algo que se repite siempre: el deseo de ser reconocido, primero por uno mismo y luego por los demás”.

Para muchas personas LGTBI+, ese proceso de reconocimiento se vuelve cuesta arriba cuando no han tenido educación sexual o emocional en casa ni en la escuela. Por eso, reforzar esa parte del sistema educativo no es solo una medida progresista: es una necesidad social.

Educar para vivir mejor

Hablar de educación sexual es hablar de salud mental, de libertad, de respeto y de calidad de vida. No se trata de imponer un modelo, sino de ofrecer herramientas para que cada persona encuentre el suyo.

No podemos cambiar lo que no se nombra. Y no podemos proteger lo que no comprendemos.

La diversidad no es una ideología. Es una realidad. Y cuanto antes aprendamos a convivir con ella, antes podremos construir una sociedad más libre, más empática y más justa.

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