Y ahora, ¿qué hacemos con el traje? O por qué las pasarelas han reinventado lo que parecía perfecto.

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Por Jose Luis Díez-Garde

Si alguien se piensa que el traje ha sido una pieza invariable durante los 150 años de vida que tiene, va equivocado. Lo que ahora consideramos como una prenda elegante, nació con un concepto de sport.

Podemos empezar con un clásico: todas las cosas dependen del color con el que se miran. Y no nos faltaría razón, pese a que lo cierto es que el hombre, en estos momentos, se pueda ver sobrepasado por una realidad que cada vez se puede hacer más evidente. ¿Pero qué le pasa al traje? ¿Cuál es su futuro en una sociedad donde cada vez se utiliza menos?

Basta echar un vistazo a las pasarelas para entender de qué hablamos. Poco (o nada) tienen que ver las propuestas que encontramos en firmas como Dior con lo que podemos tener en nuestra cabeza como concepto del traje clásico. Ese uniforme, que ya ha sido prácticamente marginado al ámbito empresarial y a bodas, bautizos y comuniones (cuando no funerales), ya no es lo que era.

Fendi Primavera Verano 2022

Lo cierto es que esta pieza llevaba tiempo languideciendo, viendo cómo los últimos coletazos que iba dando tenían que ver más con un canto de cisne que con una manera de reforzar su presencia en la sociedad. La introducción de variantes que admitían las zapatillas o la camiseta (cuando no la propia aceptación de la barba en el entorno laboral) parecían haberle dado la puntilla definitiva, pero no. El destino quiso que llegara una pandemia que, además de desestabilizar las economías de todo el planeta, provocar la muerte de millones de personas y hacernos darnos cuenta de la fragilidad de la vida humana, también derribó lo poco que quedaba de la moda ‘elegante’ masculina (si aceptamos que existe una elegancia y que esa es el traje).

Se ha impuesto el athleisure, y eso no es de ahora. El fichaje en su momento de Virgil Abloh para capitanear la línea masculina de Louis Vuitton, con la consiguiente salida de Kim Jones hacia Dior, ya nos estaba relatando una historia que la COVID-19 solo ha subrayado. Y si alguien pensaba que eso no tendría un rápido reflejo en la moda, efectivamente, se equivocaba.

Basta echar un vistazo a las pasarelas de esta temporada para darnos cuenta que, a no ser que llegue Tom Ford a rescatarlo con alguna de sus provocativas campañas (y no parece que el texano esté por la labor), el futuro del traje es, digamos, diferente a lo que muchos esperarían. Y aquí es donde quizás deberíamos coger algo de aire y llenarnos de optimismo, porque si el traje está a debate es que todavía no lo han dado por muerto.

Louis Vuitton, retomando el ejemplo que acabamos de citar con el trabajo de Abloh, se dedica esta temporada a jugar con él como si de un lienzo se tratara. Y eso está bien. Eso es dotar de vida a una pieza que se debate entre la vida y la muerte (aunque el resultado pueda parecerse más al guion de ‘La piel que habito’, donde la transformación es tal que ni se le reconoce). Porque si alguien se piensa que el traje ha sido una pieza invariable durante los 150 años de vida que tiene, va equivocado. Para empezar, lo que ahora consideramos como una prenda elegante, nació con un concepto de sport, y se ha jugado con su silueta y hasta se le ha eliminado una pieza: ¿alguien se acuerda ya del chaleco?

Louis Vuitton Primavera Verano 2022

Si el debate social se plantea en términos de cuestionarse la masculinidad, no está mal que el propio traje reflexione sobre eso, y ahí encontramos a Fendi, que juega a plantear un traje que puede ser cualquier otra cosa, pero que en esencia es un traje. ¿Hay que ser atrevido para llevarlo? Sí, pero tampoco olvidemos que la pasarela es una performance, una propuesta artística (y últimamente Fendi ha entrado mucho en ese juego).

Bottega Veneta también ha decidido participar de esta conversación con propuestas que parecen pensadas para los fanáticos del deporte. Pero claro, en un mundo donde la música urbana ha impuesto su estética, la sastrería debe de aprender a conjugar este lenguaje. No hay que resistirse al cambio, sino más bien ver cómo podemos llegar a un pacto entre las nuevas propuestas y nuestra forma de entender la moda. ¿Acaso nuestra manera de vestir un traje tiene algo que ver con la de mediados de los 90? Para nada.

Bottega Veneta Salon 3 Primavera Verano 2022

Lo que está claro es que en la nueva vida del traje, parece que hay elementos que no van a estar invitados. El chaleco hace tiempo que dejó de figurar en la guest list de la fiesta de las tendencias y la corbata parece seguir el mismo recorrido. Ni el mismísimo Giorgio Armani apuesta por ellas, si bien es cierto que desde su trono de gran emperador de la moda masculina hace tiempo que se lleva replanteando el futuro de este accesorio. Pero, pensémoslo bien: ¿tiene sentido vestir una prenda que nació en el siglo XVIII? ¿Tan poco ha cambiado nuestra sociedad?

Giorgio Armani Primavera Verano 2022

¿Cuál será el próximo paso? Parece que está claro: ¿seguiremos vistiendo traje con zapatos? Si hacemos casos a propuestas como la ya mencionada de Bottega Veneta lo podríamos poner en duda. Otros todavía le dan algo de margen al calzado, buscando quizás diferenciar la formalidad de los momentos de más relax, si bien es cierto que la propia moda tiende a eliminar incluso esas barreras. ¿Acaso nadie se ha planteado que existe una etiqueta para la noche en la moda femenina, pero que en cambio el hombre viste las 24 horas prácticamente igual?

El futuro dirá qué le depara al traje, pero lo que está claro es que los grandes nombres quieren jugar con él para replantearlo para las próximas décadas y quizás lo más interesante es dejarse llevar, porque ya lo dijo Don Quijote: “Si ladran, es que cabalgamos”.

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