De la sobriedad monocromática al estallido de color: Dior Men redefine el traje masculino con un equilibrio entre sastrería clásica, espíritu urbano y toques artísticos.
La pasarela de Dior Men primavera 2022 abrió con un golpe seco de sobriedad: una sucesión de trajes negros impecables, de líneas largas y cortes minimalistas, que evocaban cierta solemnidad casi monacal. La silueta se alargaba con abrigos estructurados y pantalones amplios, creando un aire de misterio que parecía contener la respiración del público.
Pero pronto, esa oscuridad inicial se quebró. Como si se tratara de un amanecer, los tonos se desplegaron en la pasarela con una fuerza inesperada: primero el rosa, delicado pero imponente, después verdes eléctricos, violetas brillantes, marrones terrosos y perlas luminosas. La colección fue un viaje cromático, un cambio de estado de ánimo que celebraba la transición entre contención y explosión.
Kim Jones tejió su habitual diálogo entre el tailoring clásico y el espíritu urbano. Las chaquetas largas se mezclaban con bucket hats, los pantalones fluidos caían sobre sneakers deportivas y los jerséis con gráficos pop convivían con camisas pintadas como lienzos. Hubo guiños a la artesanía —bordados, tejidos que parecían pintados a mano— y a la cultura joven, con símbolos gráficos y tipografías en prendas de aire relajado.
El resultado fue una colección que empezó en la sombra para florecer en color, un relato visual que habló tanto de disciplina como de libertad. Dior Men reafirmó así su lugar en la moda masculina contemporánea: una casa que respeta la tradición del traje, pero que no teme teñirlo de irreverencia y convertirlo en un gesto vibrante y vivo.
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