Un equipo de investigadores ha descubierto un medicamento para la pérdida de peso que merma las ganas de comer y aumenta la quema de calorías sin causar ni náuseas ni pérdida de masa muscular
Un equipo de científicos de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, acaba de anunciar en la revista Nature el hallazgo de un nuevo fármaco contra el sobrepeso y la obesidad que actúa controlando las ganas de comer y mejorando la sensibilidad del organismo a la insulina.
La nueva y esperanzadora molécula, que no provoca ni náuseas, ni vómitos, ni pérdida de masa molecular, podría conducir a una nueva terapia para tratar a los millones de personas con kilos de más y diabetes de tipo 2 que no responden bien a los tratamientos actuales.
La pandemia de obesidad afecta a 2.500 millones de adultos
Desde 1990, la obesidad se ha duplicado con creces entre los adultos de todo el mundo y se ha cuatriplicado entre los adolescentes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que tacha de pandemia a la acumulación excesiva de grasa en el cuerpo. Y razones no le faltan: en 2022, 2.500 millones de personas mayores de dieciocho años tenían sobrepeso y más de 390 millones de niños y adolescentes de entre cinco y diecisiete años tenían michelines; de ellos, 160 millones eran obesos.
Los médicos disponen a fecha de hoy de una gran variedad de estrategias para el abordaje terapéutico de la obesidad que tienen como denominador común las dietas hipocalóricas, el ejercicio físico y los programas para modificar la conducta alimentaria.
Su objetivo es, o bien aumentar el gasto energético a través del ejercicio físico, o la estimulación de la termogénesis, esto es, la producción de calor corporal; o bien reducir la ingesta calórica. Algo que se consigue bloqueando la absorción de alimentos o inhibiendo el apetito.
La nueva terapia farmacológica contra los kilos de más
Cuando estas estrategias fallan, la medicina recurre a la cirugía bariátrica —intervenciones quirúrgicas que cambian el funcionamiento del sistema digestivo— y la terapia farmacológica. Respecto a esta última hay que decir que los medicamentos modernos para adelgazar incluyen agentes que actúan directamente sobre los centros de hambre y saciedad en el encéfalo y trastocan las vías metabólicas para reducir los depósitos de grasa y aumentar el gasto energético.
En este sentido, millones de personas en todo el mundo se benefician de los fármacos adelgazantes basados en la GLP-1 (péptido-1 similar al glucagón). Se trata de una hormona de tipo incretina producida en el intestino que juega un papel importante en la regulación de la glucosa en la sangre y que es capaz de reducir el apetito y ralentizar el vaciamiento gástrico.
Estos fármacos basados en la GLP-1 también mejoran la función renal, reducen el riesgo de sucesos cardiacos mortales, como el infarto, y están relacionados con la protección frente a la neurodegeneración, caso del alzhéimer.
Las limitaciones de la semaglutida
Sin embargo, muchas personas dejan de tomarlos debido a sus efectos secundarios, como son las náuseas y los vómitos. Los estudios también demuestran que las terapias basadas en las incretinas, como la semaglutida (Wegovy) y la tirzepatida (Mounjaro), son mucho menos eficaces para reducir el peso en las personas que padecen obesidad y diabetes de tipo 2. Más de 380 millones de personas en todo el mundo sufren estas dos dolencias.
En un estudio publicado en Nature, los científicos describen una nueva y potente molécula candidata a convertirse en un medicamento capaz de achicar las ganas de comer sin que ello lleve a una pérdida de masa muscular o a sufrir efectos secundarios como las indeseables ganas de vomitar.
A diferencia de la actual generación de tratamientos farmacológicos antiobesidad, la nueva molécula también incrementa el gasto energético del organismo, es decir, la capacidad del cuerpo para quemar calorías.
Una nueva molécula para la obesidad y la diabetes de tipo 2
«Aunque los tratamientos basados en GLP-1 han revolucionado la atención a los pacientes con obesidad y diabetes de tipo 2, el aprovechamiento seguro del gasto energético y el control del apetito sin náuseas siguen siendo dos santos griales en este campo —explica Zach Gerhart-Hines, profesor de la Universidad de Copenhague, en una nota de prensa facilitada por este centro. Y añade—: Al abordar estas necesidades, creemos que nuestro descubrimiento impulsará los enfoques actuales para que millones de personas puedan acceder a tratamientos más tolerables y eficaces».
Recordemos que nuestro peso viene determinado en gran medida por el equilibrio entre la energía que consumimos y la cantidad de energía que gastamos, esto es, «lo que entra por lo que sale», como diría el clásico.
Así, comer mucho y quemar poco crea un balance energético positivo que conduce al aumento de peso, mientras que comer menos y quemar más crea un balance energético negativo, que se traduce en una pérdida de kilos.
Pues bien, la actual generación de terapias basadas en las incretinas —las dos más importantes son el polipéptido inhibidor gástrico (GIP) y el citado GLP-1— inclina la balanza hacia un balance energético negativo. En efecto, reduce el apetito y el total de calorías que consume una persona.
Cómo aumentar las calorías que quema el cuerpo
Pero los científicos también han reconocido el potencial del otro lado de la ecuación: aumentar las calorías que quema el cuerpo. Este enfoque es especialmente relevante, dadas las recientes investigaciones que han demostrado que el organismo parece quemar menos calorías en reposo que hace unas décadas.
Sin embargo, en la actualidad no existen métodos clínicamente aprobados para aumentar el gasto energético de forma segura. Para más inri, hay pocas opciones en fase de desarrollo que vayan por este camino.
Para sortear este escollo, los investigadores de la universidad danesa pusieron los ojos en el receptor de neuroquinina 2 (NK2R), y decidieron comprobar qué pasaba cuando lo activaban en ratones. Previamente, el equipo de Gerhart-Hines había detectado este receptor a través de cribas genéticas que sugerían que el NK2R desempeñaba un papel nada desdeñable en el mantenimiento del equilibrio energético y el control de la glucosa.
La activación del NK2R reduce el apetito
De hecho, se quedaron asombrados por los resultados de los estudios: la activación del NK2R con una molécula de acción prolongada no solo aumentaba la quema de calorías de forma segura, sino que también reducía el apetito sin ningún signo de náuseas.
El siguiente paso fue pasar de ratones a primates, para comprobar si el fármaco tenía los mismos efectos. Gerhart-Hines y sus colegas lo administraron a macacos diabéticos y obesos, con igual éxito: la activación del NK2R hizo que los monos adelgazaran. Y no solo esto, ya que además redujo la glucosa en sangre, los triglicéridos y el colesterol, y mejoró la resistencia a la insulina.
Como reconoce la estudiante de doctorado Frederike Sass, de la Universidad de Copenhague y primera autora del estudio, pasar de roedores a primates no humanos ha sido un gran logro. El reto siguiente está en comprobar si los beneficios del nuevo fármaco también se pueden lograr en seres humanos.